Corría el año 1994 y ante la aparición de anuncios en revistas que mostraban a Sophia Loren posando abrigos de piel para la compañía Annabella, una enojada Brigitte Bardot publicó una carta abierta a su colega italiana, donde la acusó de prestar su imagen "al más despreciable tipo de publicidad".

Esa fue la única vez que las dos actrices europeas tuvieron "contacto", ya que a lo largo de sus carreras nunca se dio  la la oportunidad de que coincidieran en algún tipo de trabajo. Sin embargo, la propia vida es la encargada de unirlas, ya que ambas están de cumpleaños en los próximos días -Loren el domingo 20 y Bardot el lunes 28- y las dos cumplen 75 años de edad.

SUS AÑOS MOZOS
La fecha además las encuentra  en distintas aristas de la vida, bien ejemplificadas con el impasse de las pieles. Loren continúa como una figura del cine, que se deja fotografíar radiante en las alfombras rojas y que en noviembre próximo vuelve a las salas con Nine (2009), musical de Rob Marshall inspirado por 9 y 1/2, de Fellini, y donde la italiana interpreta a la madre del protagonista, Daniel Day Lewis.

Por su parte, Bardot se encuentra abocada a la defensa de los animales y a pagar multas por comentarios en diversos medios, donde ha criticado a musulmanes y homosexuales.

Dos estilos de vida que entre las décadas de los 50 y 60 tuvieron más de un punto de encuentro, cuando las artistas conquistaban desde la pantalla grande a las audiencias del mundo.

Por un lado, Loren, desde papeles secundarios y gracias al apoyo de su marido, Carlo Ponti, y su voluptuosa figura daba el salto desde los estudios de Cinecittà, en Roma, hasta Hollywood y producciones como La casa flotante (1958), con Cary Grant -uno de sus romances extramaritales- y El Cid (1961), junto a Charlton Heston. Papeles que comenzaron a consolidar una carrera que tuvo uno de sus puntos más altos con Dos mujeres, drama de Vittorio De Sica por el que Loren obtuvo un Oscar como Mejor Actriz en 1962.

Durante esos años, Bardot también conquistaba al público fílmico con cintas que explotaban sin vergüenza su sex appeal. Entre ellas Y Dios creó a la mujer (1956), drama dirigido por su primer marido, Roger Vadim, donde la francesa conquistó dentro y fuera de la pantalla a Jean-Louis Trintignant, y gracias a la cual se convirtió en objeto de deseo mundial.

Un tipo de película que marcaría su carrera hasta que en 1973, a punto de cumplir los 40 años, anunció que dejaría la actuación para dedicarse al cuidado de derechos de los animales, desde su refugio en Saint-Tropez.