En los pequeños pueblos de Caspana y Toconce los residentes hablan kunza y quechua, aún usan el trueque y siguen realizando ofrendas a la "Pachamama". A poco más de 150 kilómetros, en las calles de la vecina San Pedro de Atacama, se habla castellano, inglés y hasta portugués, el 90% del pueblo vive de un turismo enfocado a los extranjeros y se ha creado un polo económico ligado a los atractivos del desierto.

Lo que sí interesa a ambas zonas son los géiseres del Tatio, formaciones hidrotermales únicas en Chile, que son promocionadas como un centro turístico a nivel mundial. Y esa área que los ha unido por décadas, hoy los tiene divididos por las exploraciones de la empresa Geotérmica del Norte, firma que pretende encontrar potencial geotérmico que genere electricidad. Esas prospecciones produjeron una columna de vapor y agua de hasta 60 metros de altura que aún no ha sido controlada.

Mientras los dirigentes indígenas dicen que se trata de un accidente que pronto pasará, los operadores turísticos alertan por un eventual daño ambiental y económico.

Ana María Barón, antropóloga y dueña del hotel Tulor, formó la organización "Unidos por El Tatio", que reúne a empresarios locales contra la iniciativa. "La autoridad no nos escuchó cuando planteamos el impacto que tendría este proyecto", dice. Junto al fotógrafo y operador local Haroldo Horta, denunciaron la salida masiva de vapor desde el pozo 10 de la firma el 8 de septiembre pasado. "Es un jet que no para. El ruido es ensordecedor", explica Horta sobre la emanación permanente situada a 1,5 kilómetro del área turística de los géiseres. Agrega que durante el proceso de evaluación ambiental las organizaciones entregaron informes que advertían sobre los riesgos, pero que "no fueron tomados en cuenta".

Los operadores temen una caída en la cantidad de visitantes. El holandés Martín Beeris llegó hace 20 años a "poner a San Pedro en el mapa" con su empresa de turismo. Cuenta que hoy "todos los días llegan visitantes preguntando si aún están abiertos los géiseres. Algunas firmas han tenido cancelaciones". Junto a sus colegas, estima que si se ocasiona un daño definitivo, las visitas al sitio podrían bajar en un 40%. "Los géiseres son la bandera de San Pedro", dice.

COMUNIDADES
Aunque hay más de 35 empresas que de madrugada hacen tours al Tatio y que critican las perforaciones en el sector, los dirigentes de las comunidades que administran el campo geotérmico niegan que el evento genere impacto. 

El presidente de los pueblos atacameños y de la junta de vecinos de Toconce (donde habitan 40 personas), Pascual Yufla, afirma que "para nosotros hay una normalidad hasta el momento. No tenemos problemas mayores. Las críticas (al proyecto energético) vienen de afuera. De quienes quieren que los géiseres sean de otras comunidades".

El mismo Yufla negoció beneficios para su localidad: se pactaron cupos de empleo y se les paga un monto por el derecho a usar el agua. Agrega que se están haciendo obras de mejoramiento para su pueblo, aunque reconoce que él vive en Calama. Hace pocas semanas, el dirigente fue invitado a Italia por la empresa para conocer la experiencia de la geotermia en Europa.

La "sanadora" Fresia Terán vive en Caspana, junto a 220 personas. Es una de las más férreas defensoras de las obras. "Mis dos hermanos trabajan en la empresa; a los niños les celebran las fiestas y hay más comida. Todos estamos bien", afirma. Su vecino, el dirigente Fermín Paniri, añade que la empresa entregó $ 9 millones, "para una sede comunal".

En esta localidad se vive de la agricultura y ganadería, lo que en algunas épocas es más complejo debido a la sequía. En ambos pueblos predomina el criterio de los ancianos: a los jóvenes no se les permite ir a las reuniones ni votar. Por ello, algunos de sus habitantes también se oponen a obras en el corazón de este sitio. Sin embargo, la empresa tuvo la aprobación de esos dos pueblos para las exploraciones.

En San Pedro, en cambio, los grandes operadores están preocupados. Alvaro Méndez, subgerente del hotel Alto Atacama, dice que el complejo se caracteriza por promocionar la idea de un ambiente prístino. "Lo que pasó nos afecta a todos. Un 80% de los pasajeros viaja a los géiseres", sostiene. El hotel Explora Atacama también se ha sumado a la oposición (ver entrevista a Pedro Ibáñez en Reportajes).

Para algunos, la situación es un atentado contra sitios indígenas sagrados. La atacameña Sonia Ramos, presidenta de los cultores de la medicina licalantay, plantea que las obras "son como poner una gran antena satelital en el Vaticano. ¿Cree que el Papa lo permitiría?".