El sol apenas brillaba entre el abundante humo del cielo de la Región Metropolitana, cuando la tripulación del avión de reconocimiento P-295 de la Armada llegó al grupo 10 de la FACH a las 7.15 am, para guiar y ser los ojos del Evergreen 747 SuperTanker.

Una hora y media después, el equipo de ocho personas despegó, tras un análisis meteorológico, y con una hora de anticipación al SuperTanker con destino a Navidad. La Tercera fue el primer medio que acompañó desde el aire una misión completa, como aseguró el capitán de la Armada, Jurgen Hartman, mientras explicaba las medidas de seguridad antes de partir: "Será un viaje largo y cansador porque volaremos todo el día por los incendios".

No hubo palabras hasta casi llegar a la Región del Maule, cuyo cielo estaba cubierto de humo e impedía ver la superficie. En la tripulación estaba el sargento Cristian Pino y el capitán Esteban López, quienes operan a través de nueve pantallas, el sistema de radar y la cámara térmica, sorteando el frío, las turbulencias y la oscuridad que hay al interior del aeroplano. Ambos mencionaron lo complejo de este trabajo por el desgaste físico y los sacrificios familiares, porque "es difícil despedirse de los niños que no ves en varios días, pero Conaf y la gente nos necesita, porque nadie más tiene este avión y estos equipos en Chile", mencionó Pino.

Al llegar a Navidad, la nave se posó a 10 mil metros de altura, lo que permitió ver una decena de hongos gigantes de humo, similares a los que deja una explosión. Sin aviso sonó un timbre que instruía amarrar los cinturones de seguridad, y el P-295 descendió a tal velocidad que en menos de un minuto sobrevoló a 50 metros los cerros, que pasaron de verse minúsculos a enormes, casi rozando los pinos en llamas, alumbrados por un humo rojo con un fuerte olor a madera quemada.

Hartman hizo lo anterior dos veces, seguido a pocos metros por el SuperTanker, que se veía por la ventana, volando entre el humo a gran velocidad. Luego, la nave emblemática de esta emergencia se posicionó en el aire mientras era fotografiada desde abajo por pequeñas sombras que homenajeaban las primeras descargas del día.

A las 12.25, el Gran Concepción parecía estar armado para una película de acción, por el fuego que bordeaba la parte norte de la provincia e impedía ver algunos sectores, principalmente la zona comprendida entre Tomé y Florida. SuperTanker sobrevoló la zona y realizó dos descargas en Chaimávida, para luego aterrizar y descansar durante 40 minutos. En ese lapso el encargado de coordinarse con la nave norteamericana, Jamie Jackman, aprovechó de subirse a una bicicleta elíptica, mientras conversaba con Dieter Linneberg, uno de los representantes de la marca de dicho avión en Chile.

Nuevamente en el aire, el cabo primero José Jara miraba en silencio los focos de incendios y el lugar donde se crió, la localidad de Hualpencillo. Comentó que sus tíos viven en Dichato, y que siente "una sensación de impotencia y rabia, porque no entiendo la mala intención de los que perjudican tanto a la naturaleza y a las personas".

El fuego en Navidad creció durante la tarde y fue necesario que el SuperTanker realizara hasta siete descargas de agua. Tras esto regresó a la capital con un récord: logró superar los cinco barridos consecutivos hechos hace diez años en México, como relató Hugo Castillo, el representante de Conaf en el avión guía, y quien define cuáles son los lugares prioritarios de lanzamiento.

El regreso fue rápido. El equipo estaba más relajado y distendido, pero siempre con una postura profesional, atento de detalles hasta el aterrizaje final que se concretó luego de 12 horas de trabajo y de vuelo. Esta rutina se repetirá hasta la próxima semana, fecha en que se decidirá si el SuperTanker continuará surcando los cielos de nuestro país.