Hay momentos decisivos en la vida de una actriz. Este puede ser uno de ellos para Zoe Saldana. A sus 38 años, la oriunda de Nueva Jersey ha tomado la determinación de dar un paso hacia adelante. Quiere que su historia sea algo más que franquicias millonarias como Avatar y Star Trek y Guardianes de la Galaxia, las que le han dado predominancia en el mundo del cine.

El año pasado Saldana, hija de un quisqueyano y una boricua, protagonizó una importante transformación para meterse en el papel de Nina Simone en Nina, y ahora se deja ver en las alfombras rojas de Hollywood con Ben Affleck para promocionar su nueva película, Vivir de noche (estrenada ayer en Chile). El como director y protagonista, y ella como el principal interés amoroso del galán en pantalla.

Era un papel para hacer dudar a una feminista como ella, ya que parecía sólo un adorno, pero al final Saldana dijo que sí. "Era lo que necesitaba como actriz y como mujer, y además quería trabajar con Ben (Affleck)", confiesa en una mañana soleada en Los Angeles.

Affleck, siempre Affleck; un hombre que consiguió acallar a los críticos en 2012 con Argo y de paso llevarse el Oscar a mejor película. Con esta historia sobre un gánster en la Florida de los años 20 pretendía emular aquel logro, aunque a tenor de las críticas y de la ausencia de nominaciones en los premios, parece complicado.

Usted ha dicho que no le encajaba el planteamiento del papel al principio por ser un tanto simple. ¿Qué es lo que no le convencía?

La feminista que llevo dentro estaba preocupada de que fuera una interpretación cargada de clichés, pero no lo fue. Al final resultó ser un personaje vital en la existencia de Joe.

¿Siente que esta clase de película le da un prestigio que no tienen las de ciencia ficción?

Obtengo lo mismo que cuando hago películas sobre el espacio. Puedo retarme a mí misma, trabajar con un director como Ben (Affleck) que me convenció de que podía sacarlo adelante, que tengo más que contribuirle al cine de lo que he hecho hasta ahora.

¿Le pesa la inseguridad a la hora de ponerse delante de una cámara?

Siempre me siento insegura porque soy muy crítica con mis interpretaciones. Además me digo a mí misma que soy floja, aunque mi esposo siempre me diga que nunca me ve en casa. No creo en la perfección tampoco, pero quiero adquirir un sistema que me conmueva y me ayude a ser mejor.

¿Diría que ha llegado lejos en esta profesión?

Sí y no, porque no analizo la vida en esos términos. Soy una persona muy presente, más bohemia o gitana, y puede que la inseguridad o mi miedo a fracasar siempre me condicionen antes de considerar si he llegado más lejos o no.

Saldana, que ha vivido en una gran urbe como Nueva York y en el país natal de su padre, República Dominicana, considera que en su infancia está la clave de lo que es hoy como persona y como actriz. La pérdida de su padre en un accidente de tráfico cuando solo tenía 9 años le marcó. "Mi infancia fue muy linda en general. Mi madre y mi padre, por el corto tiempo que lo tuve, dieron lo mejor de sí mismos para que estuviéramos bien. Fue una etapa plagada de realidad, eso sí, pero creo que me dio el sentido de profundidad que tengo".

La protagonista de Guardianes de la Galaxia no solo se refiere al aspecto económico, viviendo en un hogar modesto, sino a ese accidente en particular. "Eso me marcó la vida completamente por el momento en el que pasó y cómo. Para nosotros fue un reto muy grande y muy difícil, especialmente para mi madre por no tener la seguridad que le da un hombre a una mujer. Lidiamos con mucha adversidad, además de estar en el Nueva York de la década de los 80, un lugar que no era seguro. Era un marco de guerra contra las drogas, la violencia y la corrupción, pero aún así tuve muchos beneficios por crecer allí. Mi mejor amigo a los 5 años era de la India, mi primer amor fue un chico judío y mi primer beso fue con un colombiano".

Tras su muerte se trasladaron a República Dominicana. ¿Cómo vivió el cambio?

Allí todo es más lento, más tranquilo, pero curiosamente me dio la aspiración, porque el latino tiene mucha clase, integridad, estudia, le gusta leer, progresar, le gusta estar con su familia, tomarse una cerveza de vez en cuando, pero sin perderle el respeto al trabajo. Todo eso lo heredé de mi cultura. Por eso cuando voy a Europa me siento como en el patio de mi casa y por algo mi marido es italiano.