Un informe de la consultora global LLYC, que analizó casi 170 millones de mensajes sobre diversidad LGBTIQ+ en redes sociales, en 13 países, durante los últimos cuatro años, confirmó que el discurso de odio presente contra la comunidad está creciendo peligrosamente. Chile, de hecho, es el segundo país donde se registra un aumento en el porcentaje del discurso de odio, alcanzando un 13%, número sólo superado por Ecuador. A nivel global, se observó una caída del 41% en los mensajes de apoyo a la comunidad, frente a un aumento de un 9% en los mensajes de odio.
Otros estudios internacionales han visibilizado los mensajes de odio que sufren las personas del colectivo LGBTIQ+ en las redes sociales. Un informe del proyecto Speak Out señaló que el 70% de las personas LGBTIQ+ ha sido víctima de distintas manifestaciones de ataque en las redes sociales y otro estudio del Annual Digital Youth Index sostiene que las personas jóvenes LGBTIQ+ tiene el doble de probabilidad de sufrir discursos de odio en Internet. Según Juan Cristóbal Portales, Director General de LLYC Chile, estos datos se interpretan como una retracción del colectivo LGBTIQ+ en redes sociales o incluso hasta sus aliados, en un contexto en el que el discurso de odio va en aumento. “La conversación positiva sobre la comunidad está volviendo al closet. La avanzada de las corrientes ultraconservadoras no solo aumenta la conversación negativa, sino que también retrae a la conversación positiva. El panorama que se presenta no solo preocupa sino que invita a cuestionarse”.
¿Cuál es el perfil tras los discursos de odio?
La narrativa de las comunidades promotoras y detractoras también fueron analizadas por el estudio de LLYC, y entre los principales datos que se observaron fue que el peak del volumen de conversación ocurre precisamente en esta misma fecha por la conmemoración del día del Orgullo LGTBIQ+. Lamentablemente, durante el mes del Pride, el volumen de mensajes de la comunidad detractora crece un 140%. Estos mensajes opinan sobre la aversión o el odio hacia la comunidad LGBTIQ+, las críticas hacia los supuestos privilegios del colectivo y sobre la adopción por parte de parejas homoparentales, entre otros temas. “Los peaks de conversación negativa se asociaron fundamentalmente al rechazo a una denominada “ideología de género” y la percepción de su creciente “naturalización” en la conversación política predominante, en los currículum escolares o en otros ámbitos de la sociedad como la industria del entretenimiento” señala Juan Cristóbal. Dentro de las palabras del discurso de odio más usadas en las redes sociales asociadas al tema estaban black, negro, marica, forced, pedophile, negros, stupid, vergüenza, horrible, asco, puto, aberracao.
Es parte de una tendencia mundial
Según Juan Cristóbal Portales los resultados de este estudio son parte de un fenómeno mayor. “Recientes estudios en el país dan cuenta de una creciente polarización y radicalización de las posiciones políticas y valóricas. Misma tensión al alza que es relevada en estudio de “The Hidden Drug” o la “Droga Oculta” que muestra la progresiva adicción al atrincheramiento y polarización política en Chile con un crecimiento del 40% en los últimos 5 años. Al analizar el campo de interacción entre posiciones “progresistas” y “conservadoras”, en Chile las voces restrictivas aumentan a lo largo de los últimos años. Ganan terreno en problemas como la inmigración (+29%) asociada a un crecimiento sostenido de los flujos migratorios desde la región, o respecto de la libertad de expresión (+11,2%), relacionada con la discusión para generar una regulación que frene la desinformación percibida. Una tendencia que pareciera ahora extenderse a otras discusiones como los derechos LGTBIQ+.”
¿Por qué ocurre?
Nik Mac-Namara, psicoterapeuta especialista en género y comunidades LGBTIQA+, asocia esta realidad en Chile a algo que viene de los medios de comunicación y del discurso público. “Lamentabemente los discursos de odio son vistos como una opinión válida. Hemos avalado que cualquier cosa que una persona quiera comentar sobre otra es válida siempre y cuando agregue rating y promueva ciertas posturas políticas”. En el espacio de Internet específicamente, se agrega, según Nick-Mac, la idea de que, de alguna forma “mágica” si es algo online entonces es inocuo. “Esto ha abierto sensaciones de impunidad y de incluso derecho sobre las otras personas. Esto genera que tenemos a quienes buscan de alguna u otra forma acosar a personas de las comunidades LGBTIQA+ porque se sienten libres de hacerlo, se sienten con el derecho de hacerlo”.
Respecto a la realidad de que, a medida que crece la comunidad detractora, la comunidad promotora deciende, Nick-Mara dice que no es raro que haya cada vez menos figuras y personas que quieran exponerse públicamente a los discursos de odio y ataques de los movimientos LGTBfóbico. “Tiene costos muy altos”, dice. “Al tomar posturas, al ser visibles se crea esta idea de que las demás personas tienen cierto derecho sobre tu existencia, sobre tus vivencias y como una vorágine buscan formas de humillar, sancionar, ridiculizar tu existencia con la excusa de la libertad de expresión. Utilizan el cristianismo solapado y visiones coloniales o biologicistas intentando argumentar que “la ciencia” les respalda. De esto participan cómplices silenciosos, que prefieren mirar para otro lado cuando escuchan el comentario homofóbico o transfóbico, que no toman posturas frente a profesionales u organizaciones discriminadoras porque no quieren verse involucrados en “el debate”, el simple debate del derecho a existir de las personas que no son como tú. Todo esto también se ha estado introduciendo en el mismo feminismo desde España e Inglaterra, en donde el feminismo transfóbico por ejemplo, ha tomado cada vez más fuerza.”
“Al tomar posturas, al ser visibles, se crea esta idea de que las demás personas tienen cierto derecho sobre tu existencia, sobre tus vivencias y como una vorágine buscan formas de humillar, sancionar, ridiculizar tu existencia con la excusa de la libertad de expresión”.
El problema no es la opinión, es el odio
“Muchas de estas apreciaciones pueden ser atendibles” señala Juan Cristóbal sobre algunos de los mensajes detractores analizados. “El problema está cuando se llevan discrepancias puntuales respecto de formas de establecer la conversación o de enfocar determinadas políticas públicas, a una condena absoluta, completa e irracional en la conversación digital a todo lo que huela a diversidad LGTBIQ+ u otro tipo de diferencias. Por ello el llamado es a enfrentar de manera decidida y urgente desde la política, la empresa, pero sobre todo desde la sociedad civil, el aula y la familia, los desafíos y obstáculos que emergen en la lucha contra la discriminación. Más aún en un contexto de hiper polarización y creciente validación de la violencia y la cancelación como formas de relacionamiento y expresión de nuestras legítimas diferencias.”.