El adiós a los colegios de la dupla tras el imperio Pedro de Valdivia

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El 16 de enero, Ángel Maulén y Enrique Rodríguez cerraron la venta de los colegios Pedro de Valdivia a International Schools Partnership. Más de un año de negociación, viajes a Europa y la exclusión de los bienes raíces de la transacción, marcaron el término de una etapa.


El jueves, Enrique Rodríguez y Ángel Maulén terminaron de despedirse de los colegios Pedro de Valdivia. En la sede de Las Condes, Rodríguez participó en la última reunión introductoria que realizaban ante la comunidad escolar para presentarles a quienes pasarían a liderar el futuro de los establecimientos: el grupo británico International Schools Partnership (ISP). Habían hecho lo mismo previamente en las otras tres sedes: Peñalolén, Providencia y Agustinas. Treinta y seis años de desarrollo llegaban a su fin. "Treinta y seis años son como para cerrar algunas etapas. Hoy, si los colegios seguían en nuestras manos, iban a continuar su desarrollo normal, pero si pasaban a manos de ISP iban a tener un impulso bastante más fuerte. Los colegios quedan en las mejores manos", relata Rodríguez, quien lideró el proceso por parte de los antiguos dueños. Maulén se mantuvo al margen; tampoco estuvo disponible para participar en este reportaje.

El 16 de enero se concretó la venta. En la sala de reuniones de Morales & Besa -estudio de abogados que asesoró a los compradores-, Maulén y Rodríguez -que trabajaron con los abogados de Vergara, Labarca & Cía.- sellaron su salida del mundo escolar. Por el otro lado, el gerente de Desarrollo de ISP, el español Ignacio González, fue quien llevó a cabo las tratativas por los británicos, conversaciones que partieron en noviembre de 2017. No había intención de vender, y fue ISP -una red de 39 colegios alrededor del mundo, con excepción de Sudamérica, donde debutaron ahora- el que se acercó, señala Rodríguez. Si bien habían tenido interesados previamente, nunca fue algo formal, añade.

El proceso fue largo. Rodríguez viajó a España a conocer uno de los colegios. Y al revés, algunos socios vinieron a Chile; incluso, aterrizó el principal accionista individual del grupo, Ryan Robson, cuenta. Además, vino gente a hacer una auditoría académica, y una de mercadeo, para evaluar cómo estaban posicionados los colegios y su potencial de crecimiento. También vino un encargado de infraestructura y dos arquitectos: "Una evaluación sumamente seria", comenta Rodríguez.

Al final, un extenso contrato delineó las pautas del acuerdo; un acuerdo que excluye de la venta los inmuebles donde se emplazan los colegios. Los bienes raíces quedaron en las inmobiliarias de los antiguos dueños y existe un contrato de arriendo con ellos por 40 años. Al año 20, ISP tiene una opción de compra, que se va repitiendo cada cinco años. "Por lo tanto, los colegios tienen asegurados 40 años de infraestructura", explica Rodríguez.

El monto de la transacción se mantiene bajo absoluta reserva. Conocedores de las tratativas hablan que fluctuó entre los US$ 30 millones y US$ 50 millones, cifra que está en línea con procesos similares. En 2016, ILC terminó de vender los colegios Pumahue a Cognita. Ese año, enajenó el 49% de su red de seis colegios en US$ 10 millones de la época y tres años antes había vendido el 51% en US$ 12,5 millones: US$ 22,5 millones en total.

Si bien enero marcó la salida de los socios de los colegios -existe una cláusula de non compite por cinco años, y tampoco hay interés en volver-, el resto de su grupo educacional -con 40 años de historia- sigue tal cual. Y con intenciones de continuar creciendo.

De una sala a un holding educacional

Ángel Maulén y Enrique Rodríguez se conocieron en la Escuela Militar. Ambos cursaron segundo y tercero medio en la institución. Cuarto medio lo hicieron por separado: el primero, en el Liceo Lastarria, y el segundo, en el Instituto Nacional. La Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile los volvió a reunir, marcando el inicio del holding educacional que armaron con posterioridad.

En 1978, mientras cursaban tercer año de Ingeniería Civil, partieron con el preuniversitario. "Vimos que este era un rubro donde podíamos hacerlo bien, porque en la Escuela de Ingeniería existían muchos profesores buenos y compañeros ya hacían preuniversitarios", recuerda Rodríguez. Con la decisión tomada, él partió a hablar con la directora del colegio Cambridge de Providencia -donde había cursado la básica- y les arrendaron una sala, tres veces por semana, de 18.00 a 21.00. "Partimos con un solo curso, con lenguaje y matemática, que se nos llenó", cuenta el socio. A diferencia de otros profesores y alumnos que hacían lo mismo, ellos nunca hicieron clases. "Nos preocupamos de buscar a los mejores profesores de cátedra de la Escuela de Ingeniería, jóvenes", dice. Repartiendo volantes empezaron a captar alumnos. Y el éxito fue rápido. El segundo semestre del mismo 1978 arrendaron una casona frente a la Plaza Pedro de Valdivia, donde hoy aún está una de sus sedes. "Y por eso empezamos a llamarnos Preuniversitario Pedro de Valdivia. El primer semestre nos llamamos Preuniversitario Providencia", relata Rodríguez. "Y fuimos creciendo. Había preuniversitarios establecidos, el Ceaci, que lo mirábamos para arriba, y otros, y en cinco años tomamos el liderazgo, con dos sedes: la original y una en el centro", agrega.

Hoy tienen 38 sedes y ya ofrecen incluso clases a alumnos de segundo medio hacia arriba para mejorar sus notas. Maulén y Rodríguez tienen cada uno el 35% de la propiedad, y el resto está en manos de los hermanos de Rodríguez.

Con el preuniversitario en marcha y dada la calidad de profesores de media que tenían trabajando en ellos, decidieron dar un paso más. En marzo de 1983 nació el primer colegio en una casa en Agustinas, y al revés de lo tradicional, abrieron solo con media. Al año siguiente sumaron el resto de los cursos. En 1995 se creó el Colegio Pedro de Valdivia Las Condes; en 1997 se fundó el de Peñalolén, y en marzo de 2000 se sumó el Colegio Aconcagua, que pasó a llamarse Pedro de Valdivia Providencia.

En el intertanto, les ofrecieron la franquicia de los institutos de inglés Wall Street Institute, hoy con 14 sedes. En los dos últimos emprendimientos, Maulén y Rodríguez tienen un 50% cada uno.

En paralelo, los socios comenzaron a fraguar sus propios negocios. Maulén desarrolló la cadena hotelera Neruda (con las marcas Neruda, Neruda Express y Neruda Mar), además de tener varias sociedades inmobiliarias, negocios que, como él mismo ha relatado, comenzó en plena crisis de 1982, atraído por los bajos precios de los terrenos. Exmilitante DC, fue gerente de Producción de TVN; secretario general de la Comisión Nacional de Energía en el gobierno de Patricio Aylwin, y subsecretario de Economía bajo la administración de Eduardo Frei, tras lo cual dejó los cargos públicos.

Rodríguez, en tanto, se asoció en 2007 con los hermanos Pablo y Diego Melej y crearon la empresa de alimentos DAFF, que abastece a Junaeb, además de desarrollar marcas propias, entre otras actividades. Asimismo, en el terreno aledaño a la empresa en Lampa están trabajando en levantar un centro comercial.

Y en 2006, los socios completaron la cadena. La familia Cerón les ofreció la Universidad Mariano Egaña, la cual al año siguiente pasó a ser la Universidad Pedro de Valdivia. Rodríguez asumió como presidente del consejo universitario, y Maulén, como rector. El año 2010 -se lee en su página web- la universidad alcanzó sus proyecciones de crecimiento, con una matrícula de 7.602 alumnos, una oferta académica de 35 carreras distribuidas en ocho facultades, con presencia en cuatro regiones a través de sus cinco sedes y 13 campus. Dos años después el sueño se nubló, luego de que Maulén fuera acusado de supuestos pagos irregulares al expresidente (S) de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) Eugenio Díaz, para lograr la acreditación de la universidad en 2010. En 2016 fue condenado a tres años de presidio y una multa de $ 100 millones.

Hace seis años que Maulén no tiene ninguna vinculación con la universidad, incluso se salió de la propiedad.

Rodríguez asegura que hoy -con tres sedes en Santiago: Huérfanos, en la Alameda y Vicuña Mackenna- la universidad está en proceso de acreditación. "Estamos trabajando en el proceso de autoevaluación que se presenta en marzo o abril, y esperamos la visita de los pares en septiembre", cuenta. Tras ello, la idea es activar un segundo período de desarrollo, "probablemente de la mano de socios estratégicos".

Es que el objetivo es seguir creciendo en el rubro. "En lo inmediato, todo sigue como antes", enfatiza Rodríguez. Si bien el socio precisa que aún no sabe qué hará con los recursos provenientes de la venta de los colegios, sí asegura que se destinarán tanto a los negocios educacionales como a los propios. "Vamos a potenciar probablemente los preuniversitarios y los Wall Street, aunque no hay apuro ni ansiedad". Y añade: "Yo sí voy a evaluar otras cosas, en el área inmobiliaria ya estoy evaluando, pero no tengo planes concretos". "Lo voy a ver con calma, mucha calma. No tengo apuro", subraya.P

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