América Latina avanza en el camino para ganar la batalla a la inflación tras la pandemia

Con excepción de Argentina y Venezuela, los países de la región han registrado progresivas caídas en sus tasas infl acionarias luego del fin de la emergencia sanitaria y los efectos de la guerra en Ucrania, de la mano del severo ajuste de la política monetaria de los bancos centrales. Si bien los economistas coinciden en la ruta a la baja en los índices de precios, alertan por una serie de riesgos para consolidar la tendencia desinflacionaria, como la depreciación de las monedas locales y la volatilidad de los alimentos y de los productos energéticos.


Tras los efectos de la pandemia mundial y las consecuencias de la guerra en Ucrania en los precios, las economías de América Latina avanzan en las señales de que la dura espiral inflacionaria de este ciclo comienza a ceder, de la mano de los fuertes ajustes en las tasas de interés por parte de los bancos centrales.

Con la excepción de Argentina y Venezuela, el grueso de los países de la región ha ido dejando atrás las inflaciones anualizadas de dos dígitos que se agudizaron en 2022. Mientras el peak inflacionario en Chile durante el ciclo fue de 14,1%, en Colombia alcanzó a 13,3%, en Brasil subió a un 12,1% y en Uruguay llegó a un 10%. Más acotado, en Perú ascendió a 8,8% y en México a 8,7%.

“Podría decirse que la política monetaria restrictiva aplicada por los bancos centrales de la región está dando sus frutos, en algunos casos de manera mas nítida que en otros, naturalmente”, sostiene el economista y asesor de Euroamérica, Luis Felipe Alarcón.

La economista jefe de Fintual, Priscila Robledo, coincide con la tendencia, aunque repara que las medidas subyacentes (sin productos volátiles) aún siguen altas en la región. “Hay progreso general en la inflación. En ningún caso son batallas que ya están ganadas; las medidas de inflación subyacente siguen muy altas, lo que significa que aún queda trabajo por hacer para lograr que la inflación vuelva y se mantenga cerca de los objetivos de los bancos centrales. Sin embargo, la región va por el camino correcto”, afirma la economista.

La semana pasada el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) informó que la inflación anual en Chile pasó del 7,6% del mes anterior, a 6,5% en julio, su menor nivel desde octubre de 2021. El mes pasado, en el marco del inicio de un nuevo ciclo monetario, el Banco Central bajó la tasa de interés en en 100 puntos base (pb), para dejarla en 10,25%, y dio señales de recortes adicionales de similares magnitudes en las siguientes reuniones.

El IPC en Brasil, a su vez, fue del 0,12% en julio, con lo que acumuló una variación interanual de la inflación de 3,99 %. Luego de fuertes presiones del Presidente Luiz Inacio Lula da Silva, el Banco Central brasileño bajó el 2 de agosto pasado su tasa de interés, por primera vez en tres años.

Por su parte, si bien Colombia todavía mantiene una inflación anualizada en dos dígitos, el costo de la vida bajó por cuarto mes consecutivo en julio y llegó a 11,78% en 12 meses. Las expectativas apuntan a que el instituto emisor colombiano baje la tasa de interés en los próximos meses.

Mientras que en México los precios anotaron su sexta caída consecutiva en julio, en Uruguay se reportó la inflación interanual más baja desde noviembre de 2005 (4,79%).

“La lucha contra la inflación va camino a ganarse, pero aún no se ha ganado. La última milla es la más difícil. De todas formas, hay que tener claro que vamos en camino y eso es una buena noticia”, afirma al respecto la economista principal de BCI, Francisca Pérez, quien precisa que también la inflación en el mundo ha caído, en medio de la estabilización de los precios de la energía y de los alimentos.

La ruta monetaria

Un reciente artículo del diario británico Financial Times destacó que los bancos centrales de América Latina le estaban ganando la batalla a la inflación y que los movimientos monetarios de los entes rectores han sido incluso más rápidos que los de los países integrantes del Grupo de los 7 (G7), que está compuesto por los países más industrializados del mundo como Estados Unidos, Reino Unido, Japón y Alemania, entre otros.

Si bien el último dato inflacionario de julio en Estados Unidos resultó mejor de lo esperado en su medición subyacente, los expertos aún se debaten sobre la posibilidad de una nueva alza de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal (Fed) para su reunión de septiembre.

No obstante, Robledo repara en que los países emergentes internalizaron antes y en mayor nivel la espiral inflacionaria respecto de las naciones desarrolladas, dado el mayor peso relativo que tienen los bienes básicos, como los alimentos, en la canasta de consumo de las economías emergentes.

“En los países emergentes las tasas de política monetaria comenzaron a subir antes y alcanzaron mayores niveles que en los países desarrollados. Ahora, a medida que los problemas de la cadena de suministro global se fueron resolviendo, la inflación también ha descendido más y más rápidamente en los países emergentes. Esto permitió que algunos bancos centrales de la región ya hayan recortado sus tasas. Las bajas de tasas que hemos visto en la región no serán algo aislado, son el inicio de un ciclo de recortes. Eso sí, los bancos centrales están muy conscientes que la desinflación no se ha afianzado lo suficiente y que deben ser cautelosos. De esta forma, planean mantener las tasas relativamente altas en el mediano plazo para asegurar que la inflación regrese y se mantenga en sus objetivos”, precisa.

Para el economista de Gemines, Alejandro Fernández, el proceso de baja inflacionaria es más global. “Hay señales claras de reducción en la inflación en muchos países, incluido Estados Unidos y Europa, pero no exclusivamente. En el caso de muchos países de la región, considerando que la restricción monetaria se inició antes que en el mundo desarrollado, se observan avances claros que se refuerzan por las tendencias globales, incluyendo la reversión de varios de los aumentos de costos vinculados a la pandemia”, sostiene el economista.

En relación al camino de reversa en los ajustes de tasas de interés por parte de los bancos centrales, Fernández afirma que las velocidades serán distintas dependiendo del país. “Hay avances que se van a producir con distintas velocidades en función del anclaje de las expectativas, la credibilidad de cada banco central y las perspectivas del crecimiento del PIB. Que el escenario se vea más favorable en Estados Unidos es ciertamente positivo y ayuda a acelerar los procesos en la región, ya que hay que preocuparse menos de una posible depreciación en las monedas locales”, explica.

Alarcón va más allá en su análisis. “Hasta ahora, se avizoran recortes de tasas relativamente amplios, particularmente en el caso de Chile. Brasil recortaría a un ritmo algo menor (50 pb +/-), mientras que en el resto de los países (México y Colombia), aún no hay mucha claridad de cuál sería el ritmo y se espera que el proceso de recortes se inicie hacia fines de año, pero que también podría ser rápido si es que las condiciones actuales se mantienen”, sostiene el economista, quien afirma que si la trayectoria desinflacionaria de EE.UU persiste, sumada a la posibilidad de un enfriamiento de su mercado laboral, permitirá que la Fed inicie un período de mantención de su tasa, lo que facilitará los recortes de tasas en el resto de los países de la región.

Los riesgos en juego

En relación a los riesgos que se presentan para seguir la tendencia desinflacionaria en los países de América Latina, los expertos creen que están centrados fundamentalmente en factores externos, especialmente desde el punto de vista cambiario.

“Uno de los riesgos es que la deprecación que hemos visto en las monedas de América Latina durante las últimas semanas se traspase a inflación y quizás esta disminuya más lento de lo que tenemos previsto”, indica Pérez, quien añade como alerta los factores geopolíticos que rodean a la invasión de Rusia en Ucrania y su efectos en los precios de los alimentos.

Alarcón coincide. “Un recrudecimiento de las presiones inflacionarias (es un riesgo), el cual puede ser gatillado por factores cambiarios, por ejemplo. El más evidente, y de lo que ya hemos visto algo, es la depreciación de la moneda respecto al dólar. De hecho, ese fenómeno ya ha causado un efecto palpable en el precio local de los combustibles (ayudado por el aumento del precio internacional del petróleo), lo que muy probablemente van a inyectar inflación en los mese venideros. Otro factor es que la inflación subyacente vuelva a mostrar mayor persistencia, particularmente en el caso de los servicios, donde efectos como la legislación de las 40 horas semanales, el eventual aumento de los 6 puntos de cotización por parte de empleadores u otros aumentos de costos, se transformen en mayores presiones salariales”, complementa.

Mientras que Fernández sintoniza con el riesgo inflacionario de una mayor complicación geopolítica en el mar Negro y el aumento en algunos precios de alimentos y petróleo, Robledo precisa que la reversión de estos productos más volátiles de la canasta de consumo podrían complicar el proceso de desinflación en la región.

“Un riesgo más a mediano plazo viene por el lado de los costos de producción, especialmente en un contexto de una sorprendente fortaleza en los mercados laborales a nivel global. Estos mayores costos podrían traspasarse al consumidor a través de mayores precios, retrasando la caída en la inflación. De todas maneras, aunque hay riesgos, lo más probable es que la inflación siga descendiendo y con ello también las tasas”, concluye Robledo.P

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