Economistas aseguran que fracaso del programa del FMI con Argentina era previsible

Un hombre con una bandera argentina en plena pandemia del coronavirus en la ciudad de Buenos Aires.

Escenarios excesivamente optimistas, un monto muy alto y un calendario de pagos condensado en poco tiempo, son los factores que destacan analistas transandinos para que se generara tal situación.


“El programa no cumplió con los objetivos de restaurar la confianza en la viabilidad fiscal y externa y, al mismo tiempo, propiciar el crecimiento económico”. Así de clara es la evaluación que realizó el Fondo Monetario Internacional (FMI) del préstamos por US$ 45.000 millones que concedió a Argentina en 2018 y que hoy sigue causándoles dolor de cabeza por una inconclusa renegociación de los pagos.

International Monetary Fund (IMF) Managing Director Lagarde greets Argentine Treasury Minister Dujovne at the IMF in Washington
Nicolas Dujovne, ex ministro de Economía y Finanzas de Argentina, y Christine Lagarde, ex directora gerente del FMI y actual presienta el Banco Central Europeo, fueron quienes protagonizaron la negociación original del acuerdo.

Aunque quien condujo la formulación del pacto por el lado argentino, el exministro de Hacienda Nicolás Dujovne, discrepó de la evaluación, señalando en Twitter que “el Gobierno de Mauricio Macri dejó el Gobierno en el 2019 con equilibrio primario en sus cuentas públicas, con reservas en el Banco Central y con superávit externo”, lo cierto es que los economistas transandinos no solo coinciden con el FMI, sino que consideran que el fracaso se podía esperar desde un comienzo.

Problemas de origen

“Era previsible, el acuerdo fue otorgado de manera muy apresurada. De hecho, fueron dos acuerdos, uno en junio que estaba mal diseñado y otro en octubre que nace mal, porque Argentina no podía pagar más del 70% en los próximos tres años del crédito que tomaba, que por cierto era históricamente alto”, sostiene Guido Lorenzo, director de la consultora local Labor, Capital & Growth.

Para el también profesor de Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA), era “una cuestión de lógica”, porque se sabía que el problema del país era justamente de liquidez. “Entonces, había problemas de diseño, de consistencia interna y de metas irrealistas”, sentencia.

Miguel Boggiano, CEO de Carta Financiera, destaca que el monto facilitado superaba el límite permitido, lo que refleja que “el crédito se otorgó Argentina en el gobierno de (Mauricio) Macri definitivamente por una cuestión política (...) Da toda la impresión que hubo un apoyo explícito al gobierno, porque el destino de ese dinero fue financiar el déficit fiscal”.

En tanto, Joaquín Waldman, investigador IIEP/CEDES, destaca que “el programa se diseñó sobre supuestos demasiado optimistas y no se tuvo en cuenta que si las cosas salían peor de lo esperado, era riesgoso tanto para el programa como para el pago de la deuda de Argentina”.

Desde su punto de vista, esta fue una forma de proceder en esos años. “Los años previos al acuerdo las autoridades de Argentina tomaron ciertas medidas que podrían funcionar en el mejor de los escenarios, pero no consideraron que pasaría si tanto las condiciones locales como externas se deterioraban y algo de eso fue lo que pasó”, sostiene.

Así, Waldman critica que “se dejó poco margen para poder ajustar en un escenario negativo” y que “una vez que se acuerda con el Fondo se hace algo parecido, se llega a un acuerdo que funcionaba solo en el mejor de los escenarios y no en escenarios alternativos. Eso podría haberse previsto desde el Fondo y si el staff hubiera tenido más peso para que escucharan las advertencias que habían hecho a este respecto, podría haberse llegado a un mejor puerto”.

Aunque Marcelo Elizondo, director de la consultora del vecino país Desarrollo de Negocios Internacionales, señala que considera que en ese tiempo el FMI podía pensar en un éxito del programa, dado que “con la administración del presidente Macri había una expectativa de conseguir los objetivos de mejora, equilibrando la economía y haciéndola más sana”, reconoce que “el Fondo, de momento, era distinto al de ahora, era un poco más relajado y probablemente se excedió en su optimismo”.

Por otra parte, destaca que el organismo multilateral, en ese entonces liderado por Christine Lagarde, “firmó un acuerdo con el gobierno del presidente Macri por un importe altísimo, el más grande que jamás haya otorgado, y con una previsión de vencimientos muy altos en muy poco plazo”. Desde su punto de vista, “eso ya de por sí me parece que era bastante criticable” y señala que “el FMI debió haber sabido que era muy difícil que Argentina cumpliera”.

Lo que sigue

Aunque Argentina pagó esta misma semana US$ 1.900 millones al Fondo Monetario Internacional, resulta difícil que pueda cumplir con los vencimiento de 2022, partiendo por el de US$ 4.000 millones en marzo. Son justamente los plazos los que ahora se están negociando, con Martín Guzmán, actual ministro de Hacienda, conduciendo el diálogo por la parte argentina.

Aunque las negociaciones se han conducido con sigilo, de manera que pocos saben en qué se está, son altas las expectativas de que se pueda llegar a un nuevo acuerdo. “El objetivo de la negociación es postergar los vencimientos, renegociar plazos, y creo que eso es lo más fácil de alcanzar. El FMI hoy admite que fue demasiado ambicioso aquel acuerdo firmado originalmente”, indica Elizondo.

Sin embargo, afirma que el gobierno de Alberto Fernández quiere ir más allá y eso puede resultar más complejo. “Además quiere algunas otras concesiones que no va a obtener, por ejemplo, una reducción de la tasa de interés. Al haber accedido Argentina a un monto que supera el valor de su cuota en el Fondo, paga una sobretasa, y quieren que se les exima de esa sobretasa. Yo creo que eso no lo va a obtener”, sostiene.

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