Eduardo Aninat: “En esta propuesta de Constitución (...) no se hacen cargo de cómo vamos a hacer todo lo que prometen”

Eduardo Aninat, economista, exministro de Hacienda. Foto: Andres Perez

El exministro de Hacienda, que tempranamente se manifestó por la opción Rechazo en el plebiscito de salida, asegura que el texto de la Convención “no da el ancho (...). Yo le pondría hecho por el partido PIP: ‘Partido de Ilusiones Populares’”. Por lo mismo, dice que el 4 de septiembre Chile “se juega la cuarta oportunidad de llegar a ser un país desarrollado y digno”.


Integrante del grupo Amarillos por Chile, Eduardo Aninat (74 años, ex DC) es uno de los exministros de Hacienda que se ha pronunciado por el Rechazo de cara al plebiscito constitucional de principios de septiembre. Exjefe de las finanzas públicas en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y exsubdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), plantea como su principal crítica al texto propuesto por la Convención Constitucional que no hay en él “una perspectiva de desarrollo”. Frente a ello, si bien valora el acuerdo que presentaron el jueves los partidos oficialistas para introducirle cambios a la Constitución propuesta, de ser aprobada, enfatiza que no altera su decisión. “Es un gesto de buena voluntad, formal porque se firma, pero sin contexto de apoyos claros”, señala.

Ya estamos en la recta final para el plebiscito de la propuesta constitucional. ¿Por qué va a rechazar el texto de la Convención, si estuvo a favor de iniciar este proceso?

-Me decidí por el Rechazo hacia abril-mayo, individualmente, nadie me presionó. Hablé con mucha gente, me informé de lo que pasaba dentro de la Constituyente, donde el ambiente fue bastante negativo en general -siempre hay excepciones-, y después leí el texto. Y a mi juicio, el texto no da el ancho, no cubre las expectativas y es muy poco realista respecto a dónde se quiere apuntar. Yo le pondría hecho por el partido PIP: ‘Partido de Ilusiones Populares’. Puras ilusiones y populares. Pero en el fondo no tiene arraigo, no tiene aterrizaje, por lo tanto, podría ser una desilusión nacional a corto andar.

Y el acuerdo de cambios que anunciaron el jueves los partidos oficialistas, ¿no lo hace dudar?

-No. Es poquito y a última hora. Se vio la cosa ‘muy a la carrera’.

Entonces a partir de esto no se abre a la posibilidad de Aprobar para reformar…

-Si bien algo es algo, mantengo mi visión. Pese a que algunos de mis reparos se tocan en ese acuerdo, hay temas de fondo que siguen tal cual. Pero, además, aun cuando valoro que haya este ajuste y este primer acuerdo, pregunto: ¿a quién representan estas señoras y señores? Al Congreso, no. A todos los partidos de la nación, no. A movimientos sociales, prácticamente no.

Entonces, es un gesto de buena voluntad, formal porque se firma, pero sin contexto de apoyos claros.

¿Dónde ve los mayores problemas del texto propuesto?

-Parto por algo muy latinoamericano y que lo plantea muy bien el profesor francés Lambert. Él dice que “todos los países en América Latina desde su independencia se han dado constituciones, primero, escritas, y segundo, rígidas”, a diferencia de Europa y sobre todo EE.UU. En vez de plantear principios estables, se han dedicado al detalle. Y después, dice Lambert, cuando pasa el tiempo y se dan cuenta que la mayoría de los derechos anunciados no han sido implementados, por miles de causas, lo que hacen es que agregan más derechos. Algo de eso ha pasado en este ejercicio. Pero mi crítica fundacional es que este texto constitucional no apunta a ‘desarrollar’. La exconstituyente Catrileo dijo que no estaban intentando refundar, sino transformar. Sorry, soy un maldito economista y a mí me gusta desarrollar, o sea, me hubiera gustado que en vez de refundar o solo transformar, hubiéramos hecho una Constitución orientada a habitar mejor, a crecer mejor, a tener empleos más dignos y a progresar, no solo en materia de PIB, sino en el amplio sentido de la palabra. En esta propuesta de Constitución no hay una perspectiva de desarrollo y no se hacen cargo de cómo vamos a hacer todo lo que prometen.

¿Qué otros temas le preocupan?

-Un segundo tema que me inquieta es esta obsesión por la plurinacionalidad, cosa que nadie sabe definir bien qué es. Son más de 20 a 25 artículos que incluyen este concepto, por lo que si la quieren acotar, van a tener que limpiar mucho.

Luego está lo de los “derechos de la naturaleza”. No puedo poner eso al mismo nivel que los derechos humanos. Podría entender la naturaleza como sujeto de un capital natural o de un capital social. Más bien es un activo que hay que cautelar, ¿pero, quién ejerce los derechos de la naturaleza?

Y después dos cosas más: a mí me gusta el regionalismo, pero le meten el concepto de equidad territorial y no nos ilustran cómo se define. ¿Equidad territorial en función de la población, del tamaño geográfico, de la cantidad de recursos naturales o por fronteras? En el fondo no hay perímetro y, por lo tanto, en la interpretación de esto pueden pasar muchas cosas. Y lo mismo ocurre cuando se habla de participación popular en esto del regionalismo.

¿Y en lo que se refiere al debate por el tema de las expropiaciones y el concepto de “justo precio” a pagar por ellas?

-Ahí, creo que la mejor definición la ha dado el exministro Ignacio Briones, quien dijo que cuando a uno le van a expropiar un activo, hay que compensar por el daño patrimonial causado. En eso habrá que llegar a acuerdo.

A diferencia suya, hay otros economistas también cercanos a la DC en su momento, que se manifestaron por el Apruebo, como Roberto Zahler y Ricardo Ffrench-Davis…

-Yo creo que Roberto Zahler fue un gran presidente del Banco Central hasta que renunció y en el caso de Ffrench-Davis, yo fui su ayudante en su tesis doctoral en Chicago. Son dos nombres que no me impresionan mucho para efectos políticos.

¿Y qué opina de los más de 40 académicos extranjeros que escribieron una carta valorando la propuesta constitucional?

-Ahí a la única que he leído bastante es a Mariana Mazzucato y la encuentro muy sesgada en su visión económica, y más bien casi una estadística. No le veo una visión de desarrollo, de crecimiento y de economía clásica.

A su juicio, ¿qué se juega el país en esta votación del 4 de septiembre?

-Yo creo que Chile se juega la cuarta oportunidad, que tal vez estaríamos hipotecando, de llegar a ser un país desarrollado y digno, porque ya hemos perdido tres. Esta sería la cuarta, porque si nos vamos por un camino errado y polarizado, e incompleto y sin perímetro… bueno, no creo que vayamos a ser Venezuela, pero vamos a ser una economía muy mediocre, muy sujeta a los ciclos de los recursos naturales y es posible que la gente al cabo de 5 o 10 años se frustre de nuevo.

Si gana su opción del Rechazo, ¿cómo se sigue después?

-Hoy día voto Rechazo con más esperanza. Prefiero no pronunciarme sobre cómo se sigue después, porque no soy jurista, pero hay muchos caminos, lo he visto en tantos países. Cuando hay voluntad y hay urgencia, las cosas se hacen. Mire España, que cuando salía de la dictadura de Franco se le murió el primer ministro y tuvieron que poner otro primer ministro aperturista, porque estaba la escoba… Llamaron a todos al pacto de la Moncloa, y llegaron después de meses a un acuerdo que todavía está válido.

Eduardo Aninat, economista, exministro de Hacienda.
Eduardo Aninat, economista, exministro de Hacienda.

“Le tengo miedo a la posible caída de la inversión privada el próximo año”

En una columna que publicó en El País de España planteó un trienio muy estrecho económicamente para el mundo. ¿Será un período recesivo extendido?

-Sí, con una excepción que puede ser EE.UU. Hay mucho temor en los consumidores, que son los que determinan el gasto en cada país. Primero, por la pandemia del Covid u otras enfermedades; segundo, por la amenaza medioambiental (sequías, altas temperaturas, incendios, etc.); tercero, porque la gente ha aprendido que los gobiernos ya no pueden responderles de manera tan efectiva como antes, debido a los altos niveles de deuda; cuarto, por la inflación que se destapó en el mundo; y quinto, porque producto de lo anterior, los bancos centrales se han puesto en seguidilla a subir las tasas. Todo esto lleva a gastar menos. Entonces, se acabó el empuje.

¿Por qué EE.UU. podría ser la excepción?

-A mí no me convence aún, pero puede ser. EE.UU. está con una inflación muy alta para su estándar, pero a la vez con una tasa de desempleo de apenas 3,5%. O sea, la economía está muy hot todavía, y el sector privado sigue invirtiendo a pesar de las disputas entre republicanos y demócratas. Hay mayores incertidumbres políticas, pero no en cuanto a la economía de base, a la reactivación privada. En cambio, Europa va camino a un PIB negativo y China tiene tres grandes problemas: alto gasto en armamento y defensa, un sector inmobiliario donde los consumidores están dejando de pagar sus cuotas y los nuevos encierros por Covid, con lo cual cae la economía. El próximo año con suerte crecerá de 2% a 3%.

¿Para Chile cuáles son las consecuencias de esto?

-Respecto a Chile el único consejo para mi amigo Mario Marcel, para el gobierno del señor Boric, para los parlamentarios, especialmente para la Cámara de Diputados, es ‘cuidado’, porque todavía vienen períodos de vacas flacas afuera, que nos van a impactar. Entonces, tenemos que guardar para lo que viene.

¿Estamos a caeremos en estanflación?

-Voy a hacer una alabanza a una institución que me trató mal cuando era ministro y que en el pasado llegó tarde en más de una ocasión: bajo la administración de Mario Marcel y ahora de Rosanna Costa, el Banco Central ha sido muy decidido y consensuado subiendo las tasas. Ese shock monetario va a ir bajando la tasa de inflación, para llevarla a entre el 6% y el 7% en 2023. Entonces, yo no hablaría de estanflación, porque 6% de inflación en Chile, dado que tenemos UF y mecanismos de compensación, no es como 6% en Europa o EE.UU. A lo que le tengo miedo es a la posible caída de la inversión privada el próximo año. Hay una incertidumbre tan grande, que veo muchos proyectos empezando a pararse: agropecuarios, de servicios, de salud para qué decir, y de manufactura.

Usted dice que el Banco Central lo ha hecho bien subiendo la tasa, ¿y en lo cambiario, también? ¿Qué opina del impasse con Hacienda?

-Fue un hecho exagerado por los medios y por las redes económicas que se dedican a estos temas. Estoy 100% con Marcel. Tal vez la palabra no fuera precisa, pero por Dios que son sensibles los consejeros del Banco Central. Si hay una tarea que tiene el Banco Central es la inflación y el mercado cambiario, y estaban calladitos. Yo le hubiera dicho ‘por favor y con respeto, explíquenos lo que pasa’.

Marcha del gobierno: “La pregunta es quién será capaz de afeitarle la barba al barbero”

¿Cómo lo ha hecho el gobierno en estos primeros 5 meses y en particular Mario Marcel?

-Si me pide nombrar a los tres o cuatro ministros más sólidos, arriba de mi lista está Mario Marcel. Voy a ser más tajante, tal vez porque lo conozco mucho, hemos trabajado juntos en Hacienda y le tengo una admiración a su equilibrio: ha sido el que ha hecho más cosas en este gobierno. Ha sacado proyectos de ley, dialogado con la oposición, viajado al exterior, ha tratado de calmar las expectativas. Está en todos los frentes y tal vez demasiado presente ordenando la casa. El segundo que me parece bastante efectivo es el de Obras Públicas, junto con el subsecretario del Interior Manuel Monsalve. Y finalmente, estoy bien impresionado de la capacidad comunicacional y estratégica de Camila Vallejo. Creo que con otro vocero este gobierno estaría sufriendo mucho más de lo que ya está, porque ha sido cauta, informada y serena.

¿Y cómo evalúa al Presidente Boric?

-En el caso del Presidente Boric, creo que tiene una cosa muy juvenil, que es la pasión por conocer y abrazar gente. Uno lo ve en los distintos viajes que hace. Entonces, es muy distraíble -no distraído- y, por lo tanto, no le da dinamismo focal a su gobierno, hasta ahora. En el caso del ministro Giorgio Jackson sí soy más crítico. Siendo un hombre capaz, debería valorar más lo que es la Segpres: es el centro de distribución de la urgencia de las leyes, de la concurrencia al Congreso y del trabajo con los parlamentarios. Esa es su pega y la asesoría al Presidente. A veces su ansiedad juvenil o su ego juvenil le hacen cometer errores como hablar de la ‘superioridad moral’. Ahí, francamente, debería haber pedido mucho más perdón del que pidió. Un ministro de tanta importancia en el círculo de gobierno y de un trabajo delicado con los parlamentarios, no puede darse esos gustos.

Y usted, que pertenece precisamente a esas generaciones anteriores, ¿cree que la actual en el poder tiene alguna superioridad respecto de ustedes?

-Para qué caer en ese lenguaje y aparecer con un ego orgulloso. Lo peor para una persona es el ego.

¿Cómo ve el engranaje y fiato del gobierno y sus partidos?

-En el gobierno y Apruebo Dignidad veo que hay una rotación de las escenas del poder. Veo que a veces el poder lo tiene entero Boric y lo ejerce en propiedad, da discursos bonitos y nos deja a todos más tranquilos. Y de repente, bruscamente, pasa en otra semana a que los ejerza Teillier o algún otro vocero del Partido Comunista, y oscila para allá, y el gobierno en silencio. Entonces, hay una dualidad en el poder que todavía no ha sido resuelta, porque en la práctica se ve un tironeo y una alternancia. Ante eso, la pregunta que me surge es quién, en el curso de los 3 años y medio que queda de gobierno, será capaz de afeitarle la barba al barbero, es decir, quién ejercerá el mando del timón, al final.

¿El gobierno hizo mal o bien amarrando tanto su suerte al triunfo del Apruebo en el plebiscito?

-No tenía otra, porque los principales constructores y ejecutores de la nueva Constitución -aunque sean personas diferentes- son ellos mismos.

Si gana el Rechazo entonces, ¿en qué pie queda el gobierno?

-El gobierno queda preocupado, pero ahí es donde puede entrar una propuesta con portaestandartes como Ricardo Lagos, para decir cómo hacemos de puente.

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