Karen Thal: “En un país que está detenido, que no crece, no se puede lidiar contra el desempleo y la informalidad”

Karen Thal: “En un país que está detenido, que no crece, no se puede lidiar contra el desempleo y la informalidad”

Este miércoles se realizó un nuevo encuentro Red.Activa de LT Pulso y ChileMujeres, donde se analizó la realidad que enfrenta nuestro país respecto a la creciente informalidad laboral y la brecha de género.


En el conversatorio “Hablemos de sueldos: evidencia y reflexiones de los ingresos y la formalidad en Chile”, organizado por Red.Activa de LT Pulso y ChileMujeres, la presidenta de Icare, Karen Thal, aseguró que uno de los grandes problemas que enfrenta Chile es que la informalidad es mucho más conveniente para los quintiles más bajos de la sociedad que un trabajo formal donde reciben el sueldo mínimo. El problema dijo, es que “mientras no tengamos un PIB per cápita con el que todos tengan mejores oportunidades y mejores sueldos, a una persona en este quintil no le conviene contratarse formalmente y cotizar, no solo porque no esté pensando en su futuro, sino porque está pensando en su presente”, expuso Thal.

Y aunque la solución más lógica a este problema sería subir el suelo mínimo, como propuso la ministra del Trabajo Jeannette Jara en marzo pasado en el primer encuentro Red.Activa del año, la realidad es que las empresas – y especialmente las más chicas– están tensionadas por medidas como la ley de 40 horas y la ley de conciliación laboral. “En este caso el remedio, que tiene buenas intenciones, no produce una solución”, dijo la presidenta de Icare.

Críticas a la ley de 40 horas y de conciliación

Francisca Jünemann, presidenta ejecutiva de la Fundación Chile Mujeres, agregó además que estas leyes están creadas para quienes tienen un trabajo formal y probablemente en empresas no tan chicas. “Entonces, ¿qué pasa con los grupos excluidos del mercado laboral, qué va a pasar con los quintiles más bajos? Tenemos que generar leyes que favorezcan a esas personas que quieran recurrir a esos trabajos dependientes y a los independientes formales. Tenemos que tener consciencia de los beneficios que ofrece la formalidad laboral en relación a las brechas de género y para la seguridad social y el futuro de las personas”, destacó Jünemann.

Soluciones a corto y largo plazo

La presidenta ejecutiva de ChileMujeres explicó también que este grupo, el quintil de menores ingresos en donde las cifras de son altísimas –27% en el caso de las mujeres–, no es que no quiera trabajar, sino que por un lado, ellas no están accediendo a trabajos y, por otro, aquellas que están accediendo a un trabajo son principalmente informales. Para Jünemann esto nos enfrenta a otro problema relacionado con los bonos del Estado y el registro social de hogares. “¿Hay algún estímulo para que la gente trabaje formalmente? Porque hasta ahora tener un contrato para estos quintiles de menores ingresos, significa perder bonos en el registro social de hogares y para evitar esto hay que promover políticas públicas que fortalezcan la formalidad laboral”, concluyó.

Karen Thal: “En un país que está detenido, que no crece, no se puede lidiar contra el desempleo y la informalidad”. En la foto: Francisca Jünemann, presidenta ejecutiva de la Fundación Chile Mujeres.

Juan Bravo, Director del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC UDP), quien presentó en este encuentro los resultados del último informe Zoom de Género, aseguró que para que una oportunidad laboral sea atractiva para abandonar la informalidad, el salario es un factor relevante, no obstante, muchas veces la decisión depende de la existencia de redes de apoyo, de un sistema de cuidados y además, que este sistema promueva la formalidad.

El académico explicó también que, para incentivar el acceso a trabajos con mejores salarios, hay el elevar el nivel de capital humano. “Ahora, ¿qué determina los ingresos laborales? Los determina la productividad laboral y ésta a su vez depende crucialmente del capital humano. Pero en Chile más del 50% de la población entre 15 y 65 años sufre alfabetismo funcional, es decir, no tiene comprensión de lectura básica o no puede elaborar operaciones aritméticas elementales para su vida cotidiana, por lo tanto, no es sorprendente que el país tenga sueldos tan bajos en comparación a los otros países de la OCDE en donde solo el 23% de su población sufre analfabetismo funcional”, explicó Bravo.

De acuerdo al economista, este no es un camino sin salida, ya que existen ciertas políticas públicas que pueden entregar soluciones unas a corto y otras a largo plazo. Bravo enfatizó en la importancia de la mejora de la educación formal y también en la política social, que tiene un rol fundamental en complementar ingresos para aquellos trabajadores que no están alcanzando la línea de pobreza. “Ahí los subsidios laborales como el Ingreso Mínimo Garantizado han fallado, porque están mal diseñados. Por ejemplo, no corrigen por cargas familiares, la línea de pobreza depende del tamaño del hogar, no del ingreso de la persona”.

Karen Thal: “En un país que está detenido, que no crece, no se puede lidiar contra el desempleo y la informalidad”. En la foto: Juan Bravo, Director del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC UDP),

La presidenta de Icare entregó también algunas luces de lo que pueden hacer las empresas, no obstante, recalcó que no hay que olvidar que tanto los empresarios como los emprendedores no son un partido político, por lo tanto, subir los sueldos no es algo que dependa de la voluntad de ellos. Para Karen Thal es imperativo “tratar que a la persona informal, sobre todo a las mujeres en el quintil más bajo, les convenga formalizarse, y eso se logra bajándole el costo de los hijos.” Añadió además que para lograr mayor formalidad laboral hay que trabajar y desarrollar políticas públicas que promueven el crecimiento del país.

Francisca Jünemann propuso también algunas soluciones esenciales. Destacó la importancia del derecho a sala cuna universal, un proyecto que se discute hace más de diez años en el Congreso; que las empresas velen por sueldos sin brecha de género; y que tengan también políticas justas que comprendan que la maternidad es un valor social y que entiendan también el valor de la paternidad.


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