La tragedia después de la risa

BanskyWEB

Las situaciones cómicas normalmente van seguidas de una risa inmediata. Y ahí terminan. Existen sin embargo algunas que después de la risa llaman a una reflexión más profunda.

La razón es que lo que parecía inicialmente cómico, muestra una verdad incómoda, y a veces, una tragedia profunda. En las últimas semanas hubo tres incidentes cómicos.

Primero, la tomadura de pelo de Banksy al mercado del arte. Banksy vendió en la subasta de Sotheby's en Londres una pintura en ₤1 millón. Inmediatamente después del martillazo que señalaba la adjudicación, la tela se autodestruyó parcialmente gracias a un mecanismo electrónico.

Banksy, por Instragram, rebautizó la pintura como "Love Is In The Bin." El comprador, lejos de sentirse estafado, ha decidido conservarla dado que ahora vale posiblemente más de ₤1 millón. Es la primera obra de arte que fue destruida y creada en el momento de la venta.

El segundo incidente es el relacionado con la mala pasada que James Lindsay, Helen Pluckrose, y Peter Boghossian les jugaron a ciertas revistas académicas publicadas por editoriales hasta ahora de alta reputación (por ejemplo, Springer, Wiley, y Taylor & Francis).

Los bromistas escribieron varios artículos (papers) con el propósito de desenmascarar el fraude intelectual que existe en algunas disciplinas que se albergan bajo el paraguas de ciencias sociales.

Y lograron que Feminist Theory, Sex Roles y Gender, Place & Culture -revistas cuyo comité editorial y proceso de evaluación quedó en tela de juicio- les publicaran artículos que eran una burda mofa.

Una muestra: un estudio relacionado con etnografía y masculinidad, y que se refiere a la conducta que los hombres exhiben en lo que bautizaron como "breastaurantes", esto es, restaurantes donde las meseras tienen un busto bien dimensionado y lo exhiben con generosidad.

Los títulos de los artículos, los correspondientes resúmenes ejecutivos, y peor, los comentarios positivos de los distintos revisores son muy elocuentes. Los temas tratados son amplios y van desde "moon meetings and the meaning of sisterhood," hasta "a rampant canine rape culture and systemic oppression."

De todas maneras, más allá de la liviandad intelectual de estas publicaciones, lo concreto es que estos bromistas pusieron el dedo en una herida más profunda, y algo que el ambiente universitario desde hace rato conoce.

La calidad del proceso de selección en muchas revistas académicas (no sólo en las ciencias sociales) hace rato se prostituyó. Y mucho de lo que se publica en revistas supuestamente serias es frecuentemente irrelevante o erróneo. O ambas cosas.

El tercer incidente tiene que ver con Donald Trump y su reciente discurso en las Naciones Unidas. La audiencia terminó riéndose; riéndose, esto es, de él, no con él.

Que alguien se sienta contento con una pintura semidestruida y la considere arte es raro, pero no tiene mayores consecuencias. Que muchas revistas académicas publiquen investigaciones ridículas es triste, pero no es peligroso.

Después de todo, poca gente las lee, y todavía hay suficientes revistas académicas donde se publican artículos científicos legítimos. Pero que el mundo se ría del presidente de EE.UU. es trágico. Una tragedia, cuyo final es todavía incierto, y en la cual somos todos víctimas pasivas. Esto no es para la risa.

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