PIB per cápita de Bolivia se disparó casi 80% y extrema pobreza se redujo a la mitad con Evo Morales

FOTO: ABI agencia

Los analistas señalan que su gestión económica sobresale entre sus aliados en la región. Bolivia resistió la crisis financiera y el fin del súper ciclo de los commodities, generando un bienestar sin precedentes para el país.


La pobreza extrema se redujo a la mitad, desde 38,2% a 15,2%; el PIB per cápita aumentó 79% alcanzando los US$8.321 y el grupo de ingresos medios se robusteció hasta abarcar al 62% de la población, frente al 35% que registraba en 2005.

Estos son parte de los logros de Evo Morales en Bolivia, el mismo que impulsó un modelo que bien calificaba dentro de los socialismos del siglo XII, pero que a la larga tomó su propia ruta dando como resultado un país más próspero, pero no libre de riesgos.

Morales llegó el poder en 2006 cuando la economía de Bolivia totalizaba US$11.500 millones, lejos de los US$45.000 millones actuales. Se trata de cifras que convencen al empresariado, el mismo que no vio con buenos ojos que su llegada al poder viniera acompañada de la nacionalización de los hidrocarburos. En términos de crecimiento económico entre 2006-2018, el PIB promedio ha sido de 4,8%, mientras que el de Latinoamérica fue de 2,5%.

Pero a diferencia de buena parte de sus aliados regionales, particularmente del chavismo venezolano al que Morales todavía respalda, su gobierno dio un sabio uso a los recursos que administró. "Lo que le permitió la época dorada del gas a Bolivia fue acumular reservas internacionales que llegaron en 2014 a los US$15.000 millones", detalla a PULSO Álvaro Ríos Roca, socio director Gas Energy Latin America.

En este marco, Bolivia ha sido la campeona latinoamericana en crecimiento los últimos 5 años, logro que con Morales consiguió por primera vez en 2009, año en el que la región sufría los estragos de la crisis financiera, anotando una contracción de 2%, mientras el país vecino se expandía 6,1%.

Estos resultados se han sabido compartir con la población, según declaró recientemente el presidente del Banco Central de Bolivia, Pablo Ramos Sánchez.

"El crecimiento económico implica un modelo de distribución y se debe destacar que el Estado ha influido en la distribución primaria del ingreso, que se da entre empresarios y trabajadores, y también en la distribución secundaria", explicaba la autoridad monetaria, precisando que actualmente la participación de los trabajadores en el ingreso total nacional supera el 30%.

Riesgos al acecho

Pero no todo ha sido color de rosa. Tras el súper ciclo de los commodities, donde el gas natural cayó a la par de petróleo, mantener fuertes tasas de expansión no ha sido fácil.

"Su crecimiento reciente, en torno al 4% y 4,5%, no ha estado sustentado en inversión extranjera directa o productividad, sino que se ha basado en mucho gasto público, en desmedro de las reservas internacionales, y en deuda especialmente externa", relata Ríos Roca.

En efecto, si en 2014 los ahorros llegaban a 20% del PIB, el año pasado ese porcentaje cayó a 16%, mientras que la deuda externa creció desde 37% a 50%, en el mismo período.

Pese al escenario adverso, la administración del primer presidente indígena de Bolivia ha insistido en la inversión pública, que hace cuatro años llegaba a US$5.600 millones, mientras que en 2018 fue de US$7.300 millones, según las cifras que maneja el experto boliviano de as Energy Latin America.

Fue este evidente deterioro de las cuentas públicas y los "desafíos de mediano plazo", lo que a juicio de Todd Martinez, analista soberano de Bolivia en Fitch, llevó a que bajaran la calificación del vecino país en 2016, de 'BB' a 'BB-'. De todas maneras, aclara que "ahora se mantiene una perspectiva estable gracias a los colchones reservas que todavía están en niveles favorables y le dan tiempo".

Junto al sector privado

Con el fantasma de las recesiones a las que condujeron las administraciones del chavismo en Venezuela, el kirchnerismo en Argentina y los petistas en Brasil, todos cercanos el proceso que lidera Evo Morales, las autoridades bolivianas están mirando de cerca la situación.

"Hay todavía tiempo para darle un golpe de timón y hacer que el Estado deje de ser el principal inversionista público, en lo cual ya está trabajando el gobierno", sostiene Ríos Roca.

De hecho, en enero, Evo Morales junto a tres ministros se reunieron con 10 representantes del empresariado. "Este tipo de reuniones permiten generar futuras alternativas de inversión público-privada", señaló un funcionario de gobierno tras el encuentro.

Para progresar en esa línea, tanto para Evo Morales o quien lo suceda en el poder si es que pierde las elecciones en octubre, lo esencial, según Martinez, será otorgar seguridad jurídica a las empresas y revisar políticas laborales y tributarias.

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