Rompamos el círculo de la pobreza que atrapa a las mujeres

mujeres

Recientemente, fuimos testigos de importantes noticias en torno a la manera en que el Estado abordará diversas problemáticas asociadas a la pobreza en Chile. La presentación del llamado

"Mapa de la vulnerabilidad", enmarcado dentro del programa "Compromiso País", aspira a ser una hoja de ruta que guíe inversiones, planes y programas que el Ejecutivo realizará con el fin de disminuir la desigualdad que existe en nuestra sociedad.

Esto es realmente una excelente iniciativa, porque bien sabemos que las inequidades presentes en distintos grupos de la sociedad, frenan constantemente nuestro camino hacia el desarrollo.

Luego de la revisión de históricos y actuales indicadores, como el "Mapa de la extrema pobreza", de Miguel Kast en 1974 y otras como la Encuesta Casen de 2017, se logró consensuar el grupo de 16 focos prioritarios, a través de una consulta electrónica llevada a cabo junto al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la participación de diversos representantes del mundo público y civil.

Uno de estos grupos es el de las 490.874 mujeres que son víctimas de violencia (está disponible la información del tipo de violencia a que se refiere?) y que no cuentan con ingresos propios.

Por eso, consideramos que son temas gravitantes el apoyo al emprendimiento y las capacitaciones en áreas que les permitan a futuro generar un ingreso propio.

Es una gran oportunidad entregar a estas mujeres herramientas que les permitan salir de situaciones de carencia e inercia, las que se transforman, ante la falta de incentivos, en un círculo vicioso del cual muchas veces cuesta salir.

Nuestra experiencia trabajando con microempresarias nos muestra que este tipo de iniciativas son una efectiva y poderosa forma de romper el círculo de la pobreza en Chile.

En la manera en que podamos entregar incentivos concretos, no sólo estamos abriendo nuevos espacios de inserción para un grupo importante de la población.

Asimismo, logramos beneficiar a sus familiares directos y a su entorno, pues se instala un mecanismo virtuoso de trabajo y avance que es fundamental para tener más y mejores oportunidades, además de acceso apropiado a otros derechos fundamentales como la salud y la educación, por nombrar algunos.

El siglo 21 está demandando una acción articulada y consciente de quienes toman las decisiones en beneficio de las sociedades en las que están insertos.

La labor que nos corresponde, entonces, es apoyar dichas iniciativas que pueden transformar el rostro de Chile en uno más alegre y con acceso igualitario a distintos ámbitos del desarrollo de las personas.

No podemos hacer más que aplaudir y respaldar este trabajo que, sinceramente, esperamos, logre traer nuevas expectativas a los sectores más postergados de nuestra sociedad.

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