Un liderazgo más horizontal y colaborativo, esa parece ser la clave para llevar adelante con éxito iniciativas en el mundo de la educación y en el mundo de la academia. Al menos a la luz de lo planteado por varias figuras destacadas en ese ámbito, como la cofundadora de Enseña Chile e impulsora de Por un Chile que Lee, Susana Claro -actual académica de la escuela de Gobierno de la Universidad Católica-, o Víctor Reyes, director del Liceo Bicentenario San Nicolás, destacado por su buen rendimiento a nivel nacional, que lo ubica en el tope de los rankings educativos. Ambos participaron en un encuentro en La Tercera para hablar sobre los desafíos de los nuevos tiempos. Un tema que también abordó la académica de la Universidad Adolfo Ibáñez Valentina Rozas-Krause, destacada por sus trabajos interdisciplinarios sobre arquitectura y memoria.

Susana Claro en el conversatorio de La Tercera. Foto: Juan Farias /La Tercera

Según Víctor Reyes, “para liderar hay que tener muy claro en el contexto que uno está”, en especial en el ámbito educativo, porque agrega, no es lo mismo trabajar en un contexto rural con muchas problemáticas sociales, como es el caso del reconocido Liceo Bicentenario San Nicolás que dirige, que en un entorno urbano con realidades sociales muy distintas. El contexto debe ser siempre, para Reyes, el punto de partida de cualquier iniciativa. Y a ello, dice, se suman los acontecimientos de los últimos años que han redoblado el desafío. “Hoy muchas cosas han cambiado”, asegura, “y eso hace un poco más difícil el liderazgo, a causa de la convivencia y la salud mental tanto de los estudiantes como de los profesores”. Según Reyes, “la sociedad quedó muy debilitada por la pandemia” y sus efectos aún están presentes en las aulas.

Víctor Reyes, director del Liceo Bicentenario San Nicolás.

A la importancia del contexto, que destaca Reyes, Susana Claro agrega, por su parte, otro elemento relevante para impulsar iniciativas como las que ella ha llevado a cabo desde hace más de una década. “Una de las cosas que yo intento hacer, no siempre exitosamente, es tratar de involucrar miradas diferentes de distintas partes y crear un grupo más o menos amplio y transversal, porque eso es lo que le da estabilidad a las soluciones y la riqueza que necesita algo tan complejo” como los temas educativos. Para Claro, un liderazgo exitoso exige reconocer que “no se puede solucionar un problema sólo desde un sector, ni político, ni disciplinario, ni etario”. Y eso, agrega, es posible una vez que se reconoce un propósito común, más allá del ruido que muchas veces rodea el debate público.

Las rigideces del sistema

“La estructura organizacional que teníamos antes no está respondiendo a las necesidades que tenemos hoy”, apunta Víctor Reyes, al abordar las complejidades externas que enfrenta el mundo escolar. Según él, éste es uno de los problemas centrales no sólo de la situación actual de la educación en Chile si no también de las dificultades para desarrollar liderazgos. “Para nosotros”, dice, “crear un liderazgo distributivo fue lo que nos cambió ese paradigma de que los profes siempre están esperando que les digan lo que tienen que hacer”. Para el director del Liceo Bicentenario San Nicolás, “cuando cambias ese paradigma se produce un fenómeno al revés, son los profesores los que van guiando y van indicando cual es la dirección que deben tomar las acciones en este caso del director, eso es muy bonito”.

Es verdad, según Susana Claro, que “el liderazgo redistributivo se siente más ineficiente que el vertical, porque la decisión se toma de forma más lenta”. Pero, agrega, “a la larga es una decisión más sólida, más legitimada, más profunda y que hay que empujarla mucho menos”. Según ella, además del entusiasmo que es necesario ponerle a cualquier iniciativa que uno lidere, “lo que yo he ido aprendiendo es que cualquier proyecto tiene que hacerse en colaboración”. “Por eso”, agrega, “todos los proyectos que empiezo trato de hacerlos con otros académicos, de otras disciplinas, eso le da una estabilidad al proyecto y opción de ir mejorando, porque la primera versión no va a ser buena y si tú quieres algo que se convierta en un aporte para el país tienes que tener esta mejora continua”.

La arquitecta y académica Valentina Rozas-Krause Arquitecta. Foto: Juan Farias /La Tercera

Colaboración y trabajo interdisciplinario es también los que destaca, por su parte, Valentina Rozas-Krause, quien es además un ejemplo de ello, porque ha desarrollado una línea de trabajo enfocada en la memoria que mezcla su formación de arquitectura, con el diseño, la historia e incluso la sociología. Un claro desafío interdisciplinario. Según ella, en el mundo de las universidades chilenas “falta mucha modernización y también diversidad y capacidad de integrar esas diversidades en nuestros modelos educativos”. “Muchos estudios”, dice, “indican que la falta de diversidad entre profesores y estudiantes merman la capacidad de conocimiento, uno conoce más cuando está más desafiado y está menos en su zona de confort”. Según ella, cuando eso no sucede “hay un estancamiento intelectual”.

Y si de desarrollo de liderazgos se trata, para Valentina Rozas-Krause la focalización que hoy existe en las universidades chilenas no se está adaptando adecuadamente a los desafíos del mundo laboral. “Yo viví mucho tiempo en San Francisco, y en el mundo Tech cambian tan rápido las necesidades de una empresa que en realidad no sirve sólo enseñarles a los alumnos un software específico para hacer no sé qué, sino que tienes que enseñarles a pensar y a poder aprender cosas nuevas y eso es bastante abstracto”, apunta. En el mundo actual, dice, “es necesario que los estudiantes desarrollen el pensamiento crítico y tengan la capacidad de auto enseñarse”.