Fue a comienzos de febrero de 2016 cuando los destinos de Emiliano Arias y Sergio Moya se fundieron. Un llamado telefónico sellaría el vínculo entre los dos fiscales y marcaría el inicio de una dupla investigativa que atrajo el foco de atención pública, primero por los casos de alta connotación que les tocó asumir y ahora por la guerra que los tiene enfrentados y que puso al Ministerio Público en entredicho.

En febrero de 2016, el ambiente era completamente distinto. "Vente a Rancagua, acá contarás con todo mi apoyo", aseguran que le dijo Moya a Arias cuando lo llamó por teléfono para convencerlo de que postulara al cargo de fiscal regional de O'Higgins.

Para entonces, era un rumor a voces al interior del Ministerio Público que el fiscal Luis Toledo, el mismo que había alcanzado notoriedad al inicio del caso Caval, dejaría la región y sería trasladado a un puesto de jefatura en Santiago, en la Unidad de Drogas del Ministerio Público. Arias, en ese momento, amasaba la idea de dejar la institución. Recién lo habían sacado del caso SQM, donde había estado trabajando con los fiscales Carlos Gajardo y Carmen Gloria Segura, y no sabía si quería seguir en el ente persecutor.

Moya, comentan cercanos a ambos, le aseguró a Arias que no pelearía el cargo de Toledo. Ambición no le faltaba, pero la enfermedad de su esposa hizo que pesara más en él la necesidad de seguridad y estabilidad laboral después de los ocho años que dura el puesto de fiscal regional. Más aún, ayudó con sus contactos locales para allanarle a Emiliano Arias su llegada a la jefatura de la fiscalía en la Región de O'Higgins.

No es extraño que, de inmediato, se convirtiera en el brazo derecho de Arias.

La relación entre Arias y Moya, aseguran en Rancagua, iba más allá de lo laboral. Aunque no eran estrechos amigos, solían visitarse en sus casas y verse en encuentros sociales. Otro factor los unía. Tanto Arias como Moya son afuerinos, ambos habían nacido y hecho sus carreras en otras regiones, pero se conocían. Varios años antes, en 2007, habían coincidido en un curso del FBI y luego, en 2010, habían hecho dupla por primera vez, cuando los enviaron a Colombia a investigar durante un mes los supuestos vínculos de las Farc con grupos violentistas mapuches.

No solo eso. Arias y Moya tienen en común el afán por protagonismo y por el manejo mediático de las causas que les toca investigar. Pese a ello, señalan fuentes de la fiscalía y abogados del foro rancagüino, lejos de convertirse ese factor en una fuente de conflictos, ambos habían logrado equilibrar las tareas y apariciones públicas para afiatarse como equipo.

Hasta enero de este año, señalan cercanos a Arias, los únicos roces que habían tenido habían sido a raíz de algunos nombramientos de cargos técnicos al interior de la fiscalía, en los que Moya avaló a personas que no superaron las pruebas. Episodio que le valió al jefe de la unidad de Delitos de Alta Complejidad algunos mensajes por WhatsApp, en el chat grupal de los fiscales de la región, en los que Arias bromeaba diciéndole que se dedicara al trabajo de "head hunter".

También habían tenido un duro intercambio de mensajes por WhatsApp producto de un choque de egos.

"Me cagaste, huevón (...), me querís dejar fuera", le escribió Moya a Arias el 2 de diciembre pasado. Indignado, el fiscal adjunto le recriminó a su jefe el hecho de que no aparecía mencionado ese día en un artículo de Reportajes -bajo el título El arte de robar: la desconocida trama que quedó al descubierto tras el caso de Raúl Shüller-, en que él contaba la historia de las piezas de arte robadas y que habían sido adquiridas por el empresario para adornar su fundo en San Francisco de Mostazal. Una investigación en la que ambos habían participado.

Moya resintió aún más el hecho de que ese mismo domingo 2 de diciembre de 2018, Reportajes revelaba, en otro artículo, la reunión que había sostenido en su casa, en enero de 2018, poco después de que estallará el caso Huracán, con el entonces general director de Carabineros Bruno Villalobos, el jefe de Inteligencia de la policía uniformada Gonzalo Blu y con el mayor Patricio Marín, estos dos últimos imputados en el caso.

Poco después, Moya presentaría una licencia médica por tres meses, que lo mantuvo alejado de la fiscalía.

El principio del fin

Según la versión de Arias, su subalterno no le había reprochado antes los hechos que ahora le imputa.

Moya sostiene otra cosa. Según cercanos a este último, el 16 de noviembre de 2017 le mostró a Emiliano Arias el contenido de unos WhatsApps entre el entonces exministro Andrés Chadwick y el alcalde UDI de Rancagua Eduardo Soto, incautados desde el celular del edil en el marco de la investigación por el fraude al Teatro Municipal. En dichos mensajes de texto, Chadwick le pedía a Soto que escribiera en su cuenta de Twitter un mensaje de apoyo a Arias, quien en ese momento estaba siendo criticado por haber responsabilizado a las empresas eléctricas de algunos de los incendios que afectaron a Chile en el verano de ese mismo año.

"Te estás prestando para trucherías. O te dejas de esto o yo haré mi pega contigo", le habría dicho Moya a Arias. "Compadre, te estás pasando rollos", le contestó el fiscal regional.

Si ocurrió -como lo señala Moya-, tras ese episodio no hubo ningún nuevo indicio de distanciamiento con Arias. Eso hasta fines de marzo de este año.

El 24 de marzo pasado, Reportajes dio a conocer que el fiscal nacional, Jorge Abbott, había decidido tan solo dos días antes abrir un sumario en contra de Moya por supuestas asesorías a Carabineros en el marco del caso Huracán.

En el entorno de Arias afirman que la apertura del sumario fue un duro golpe para Moya. Esos días andaba tenso y molesto con todos, señalan funcionarios de la Fiscalía Regional de Rancagua.

Preocupado por las consecuencias que podría tener el sumario por sus contactos con los generales de Carabineros en el marco de Huracán sobre su carrera en fiscalía, Moya dio una entrevista a El Mercurio para exponer su relato de lo que había hablado en esas citas con los hoy retirados generales Villalobos, Blu y el mayor Marín.

La entrevista inconsulta motivó un nuevo choque con Arias. En el chat de WhatsApp de los fiscales de O'Higgins, Arias le dice que se había "excedido con la prensa el fin de semana", frase que Moya le responde duramente.

Una vez más, hay dos versiones sobre lo que ocurrió después.

Para los amigos de Arias, Moya estaba por entonces convencido de que la filtración del sumario en su contra provenía de la Fiscalía Nacional y, más precisamente, del entorno de Jorge Abbott. Tan seguro estaba de eso que habría amenazado con presentar querellas nominativas.

El 8 de abril, Moya viajó a Santiago para asistir a un curso avanzado de cibercriminalidad en el hotel Singular, evento inaugurado por Abbott. Habría sido en ese marco que Moya le mencionó al jefe del Ministerio Público que pensaba querellarse contra sus colaboradoras.

Abbott, añaden las fuentes cercanas a Arias, le habría dicho a Moya que estaba siendo manipulado por el fiscal regional de Rancagua y que era Arias quien realmente lo quería dañar.

Moya volvió a reunirse el martes 9 de abril con Abbott en la Fiscalía Nacional, en una cita en la que también estuvieron presentes el abogado Mauricio Fernández y el jefe de gabinete, Mauricio Salinas. Fue en ese encuentro en el que Moya dio a conocer cinco hechos que podrían involucrar a Arias en presunto tráfico de influencias y violación de secreto -por una causa en la que una hermana de Arias obtuvo información procedente del sistema interno de la fiscalía.

Abbott le pidió a Moya que entregara todos los antecedentes que disponía en un informe escrito, lo que explicaría por qué la denuncia formal se presentó recién 10 días después.

La versión del entorno de Moya difiere en varios aspectos de lo ya relatado.

Para los cercanos al fiscal denunciante hay un hecho clave que provoca la pérdida de confianza de Moya en Arias.

El martes 29 de marzo, apenas se había abierto el sumario en su contra en la Fiscalía Regional de Rancagua, la abogada defensora de los carabineros involucrados en el caso Huracán, Marisa Navarrete, pareja de Arias, presentó un oficio ante la fiscalía nacional en contra de los fiscales de La Araucanía Cristián Paredes y Luis Arroyo.

De acuerdo con esa versión, para Moya la apertura de una investigación administrativa en su contra era una forma de dar argumentos a la mujer de Arias para golpear a los fiscales que habían dado inicio a la causa que involucraba a sus clientes.

Desde el equipo de Arias descartan esa tesis.

Lo que sí es un hecho, es que para el 9 de abril, la relación entre Moya y Arias ya está quebrada. Así queda reflejado en una serie de mensajes que ambos intercambian por WhatsApp a partir de las 23.15 horas.

-"Me parece que las cosas se están complejizando mucho. No me parece que le hayas dicho al equipo que yo me excedí con la prensa el fin de semana, por que NO FUE ASÍ (sic)", escribe Moya. Y luego continúa: "Para ser claros, y no tener problemas, yo no voy a permitir que tú emitas opinión de mi causa sin que yo la revise y apruebe previamente. Sin prejuicios, pero no voy aceptar que todo lo que he hecho exponiendo mi pellejo, pega y familia sea analizado en tres días. No te quiero ofender, pero tengo casi 19 años de experiencia. Sé que te lo pidió el FR, pero ya no voy a aceptar weás como pasó en la causa de la Iglesia que la empecé yo, Shuler y otras. Es posible que todo termine mal, pero ya me aburrí" (sic).

La respuesta de Arias fue escueta: -"Te excediste. Es demasiado, Sergio".

-"Sí sé, y voy a pedir mi traslado de la región" -escribe Moya.

-Perfecto. Como quieras- le responde Arias.

No era la primera vez que Moya planteaba el tema del traslado ese mismo día. Según cercanos a Arias, en la tarde del 9 de abril, Moya ingresó a la oficina del fiscal regional, interrumpiendo la reunión que Arias sostenía en ese momento con el fiscal Javier von Bischoffshausen para analizar la baja de las estadísticas de delitos en la región. En ese momento, afirman las fuentes, Moya le relató que el fiscal nacional, Jorge Abbott, le habría ofrecido trasladarlo a cualquier fiscalía del país.

Un ofrecimiento que Abbott negó haber hecho.

En lo que sí hay consenso es en el hecho de que Moya no le avisó a Arias de que lo había denunciado ese mismo 9 de abril.

Arias y el resto de los funcionarios de la fiscalía regional solo se enteraron el viernes 19 de abril, cuando escuchan la entrevista de Moya en radio Bío Bío.

"Hubiéramos preferido que nos enteráramos por Sergio y no por la Bío Bío", escribió Arias en el chat de los fiscales.

Solo entonces, por el mismo chat, Moya les ratificó su denuncia.

Arias le escribiría por última vez a quien fuera su dupla y brazo derecho. "Gracias", le dijo.

El quiebre estaba hecho.