No se soportan. Eso es un hecho antiguo. Pero los niveles que ha alcanzado la disputa que arrastran por 30 años el senador Álvaro Elizalde y el diputado Marcelo Díaz tienen al Partido Socialista al borde del despeñadero.

"Es como el club de la pelea", dijo el jueves 20 de junio el senador PS José Miguel Insulza, para graficar la situación que se vive al interior de la colectividad política a raíz de la crisis en la que está sumida desde el 26 de mayo, cuando se efectuaron las elecciones de los miembros del comité central que definiría la nueva mesa directiva. A casi un mes de esa jornada eleccionaria, aún se desconocen los resultados definitivos, lo que ha dejado espacio para que la pelea por el control del partido haya pasado casi a segundo plano frente a la escalada de denuncias cruzadas que hablan de connivencia con narcotraficantes y acarreos de militantes zombies en la comuna de San Ramón.

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Así, mientras antiguos militantes de base envían a la mesa del partido sus cartas de renuncia, avergonzados y dolidos por la forma en que se desarrolla este conflicto, la dirigencia socialista dejó que las cosas escaparan de control. De lo que se habla hoy sobre el PS es de "narcopolítica", un concepto del que no les será fácil escapar.

"Las rivalidades internas han quedado en evidencia, incluso hay personas que se odian", señaló Insulza. Aunque el jueves el "pánzer" no dio nombres, en el PS todos sabían que el exministro apuntaba al actual timonel del partido, Álvaro Elizalde, y al diputado Marcelo Díaz, apoderado y vocero de la lista disidente que encabeza Maya Fernández, quien es uno de los más críticos a la actual conducción.

Insulza sabe de peleas internas. Con su compañero de bancada, el senador Carlos Montes, tienen discrepancias que se remontan a la década del 70, desde su paso por el Mapu. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre entre Elizalde y Díaz, ambos senadores han logrado contener sus diferencias en el ámbito privado y llevar adelante un trabajo político conjunto.

Por el contrario, la "bronca" entre Elizalde y Díaz, afirman varios dirigentes socialistas, ha sido uno de los factores que han incidido en la agudización de la crisis que pasa el partido.

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La "generación X" del Partido Socialista. Fulvio Rossi, Francisco Olea, Mauricio Bugueño, Arturo Barrios y Álvaro Elizalde.[/caption]

Quiebre de juventud

Una enemistad, sostienen militantes terceristas -facción que lidera Elizalde-, como de Nuestra Revolución -lote interno que encabeza el diputado Díaz- que se remonta a noviembre de 1990.

Fue en esa fecha, paradójicamente, en el Congreso de Unidad Salvador Allende, donde comienza a escribirse el primer round de este largo combate.

La escena, pese al tiempo transcurrido, aún está fijada en la memoria de varios socialistas.

Pocos días antes del Congreso de la Unidad -que marcaría el ingreso de militantes del Mapu y de la Izquierda Cristiana (IC) al Partido Socialista-, la vieja guardia de la IC, encabezada por Luis Maira, Mahmud Aleuy, Jaime Naranjo y Sergio Aguiló, se reunió en una pequeña oficina de un viejo edificio de calle Dieciocho, a pasos de la Alameda, para tomar una decisión clave: sumarse a la Nueva Izquierda, la facción liderada por Camilo Escalona y que, con el ingreso de estas nuevas fuerzas, pasaba a ser mayoritaria dentro del PS.

"La orden de partido", sin embargo, fue rechazada por dos jóvenes estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile que estaban presentes en la cita en representación de la Juventud de la Izquierda Cristiana. Se trataba de Álvaro Elizalde y Patricia Roa.

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Con 21 años, Elizalde era por entonces el "niño mimado" de Maira, por lo que para muchos parecía impensable que se resistieran a acatar la decisión de los viejos dirigentes.

En la Juventud de la Nueva Izquierda, la jugada de Elizalde cayó como una afrenta. Uno de los más críticos fue un joven de 20 años, estudiante de Derecho de la Universidad La República y quien oficiaba de asistente del entonces ministro secretario general de Gobierno, Enrique Correa. Se trataba de Marcelo Díaz.

En el entorno de Elizalde afirman que luego de ese episodio, Díaz operó para que Elizalde no pudiera competir a cargos en el comité central de la Juventud Socialista. O al menos de eso están convencidos, pues desde el lote de Díaz argumentan que no hubo vetos.

Lo que sí es un hecho es que ese episodio marcó el distanciamiento entre ambos y el inicio de varios cruces que han tenido a lo largo de su trayectoria política. Una carrera marcada por la competencia por los mismos cargos, con breves periodos de tregua para hacer alianzas electorales, las que terminaban, indefectiblemente, en nuevos y más violentos quiebres.

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Álvaro Elizalde asume la presidencia de la FECH 1993.[/caption]

Sale Elizalde; entra Díaz

En el PS recuerdan la breve alianza electoral que ambos dirigentes intentaron a comienzos de 2010 para hacerse de la mesa del partido. Para entonces, Díaz ya había roto con la Nueva Izquierda y acordó ir con Elizalde en la misma lista para enfrentar a Osvaldo Andrade. El pacto suponía que una vez elegidos en el comité central, el que saliera segundo de ellos dos apoyaría al que había obtenido más votos. Pero eso no se cumplió.

Casi una década después de ese episodio, Elizalde y Díaz siguen acusándose mutuamente de haber faltado al compromiso, aunque los votos le dieron la mayoría esa vez a Elizalde.

El encono entre ambos dirigentes socialistas fue patente el mayo de 2015. Elizalde, quien había sido uno de los voceros de la campaña presidencial de Michelle Bachelet, no imaginaba que su nombre figuraba en el cambio de gabinete que realizó ese día la Mandataria y en el cual sacó a todo su comité político. Sin embargo, exasesores de Elizalde en el Ministerio Secretaría General de Gobierno aún tienen dudas de si la cara desencajada de Elizalde en esa ocasión se debía más a su abrupta salida del gabinete o al hecho de que su reemplazante como vocero de gobierno sería Marcelo Díaz.

Algunas de las fuentes consultadas, incluso, aseguran que Elizalde llegó a pedirle a Bachelet que no pusiera a Díaz como su sucesor.

En marzo de 2017, pese a todas sus diferencias, Elizalde y Díaz volvieron a negociar un acercamiento electoral para disputar la presidencia del partido.

No fue un acuerdo fácil. Cuentan en el entorno del diputado que apenas cinco minutos antes de que se cerrara el plazo para inscribir las listas, la facción de Nuestra Revolución aceptó sumarse a la lista de Elizalde.

La moneda de cambio, aseguran, era que Marcelo Díaz se quedaría con una de las vicepresidencias.

Elizalde, afirma un miembro de Nuestra Revolución, habría cumplido los compromisos que asumió con los demás pactos, menos uno. Díaz quedó fuera de las vicepresidencias.

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Marcelo Díaz a comienzos de la década de los 90 cuando era dirigente de la Juventud Socialista vinculada a la Nueva Izquierda.[/caption]

No hay caso

El nuevo quiebre ente ambos se profundizaría unos meses después.

El lote de Díaz en el PS no estaba del todo convencido de apoyar a Ricardo Lagos como candidato presidencial, pero esperaban que en la reunión del comité central del partido hubiera una discusión amplia sobre los pros y contras de Lagos y de Alejandro Guillier, y que finalmente se votaría a mano alzada y de manera pública.

Pero ese día se encontraron con urnas armadas y con todo dispuesto para que la votación se realizara en secreto.

Desde entonces, las cosas entre Elizalde y Díaz solo empeoraron. En el entorno del diputado no le perdonan a Elizalde que desde la presidencia del PS los haya excluido de puestos de trabajo en el Instituto Igualdad, el centro de estudios del partido. Lo mismo habría ocurrido en enero pasado, durante el último congreso del partido, donde la facción de Díaz, Nuestra Revolución, no quedó a cargo de ninguna de las comisiones, pese a que dicen tener cerca del 8% de los votos en las internas.

En el entorno de Elizalde retrucan que, más allá de las diferencias personales, no ha vetado a Díaz. Es más, afirman que fue el timonel del partido quien ayudó a Díaz a obtener el cupo como candidato a diputado en la pasada elección.

https://www.latercera.com/politica/noticia/marcelo-diaz-tras-decision-auditar-padron-del-ps-sea-reportaje-active-los-controlan-partido-me-parece-una-falta-respeto/706157/

Por entonces, Díaz pretendía competir a un escaño en el Senado por Aysén. Las encuestas no lo acompañaban, apenas marcaba 0,9% de respaldo. Además, Camilo Escalona también insistía en ir por esa región.

Cercanos a Elizalde aseguran que debieron conversar con varios dirigentes regionales para ver un cupo parlamentario para Díaz, pues muchos militantes de bases se resistían a apoyarlo. El gesto, sin embargo, no recompondría en absoluto las relaciones.

En enero de 2018, durante una comisión política del partido, Arturo Barrios, otro de los dirigentes socialistas de la misma generación, pero vinculado a la facción de las Grandes Alamedas, intentó tender un puente entre Elizalde y Díaz. A ambos les pidió que se juntaran a hablar. Les dice que "se puede llegar a un entendimiento para conducir mejor las cosas".

Por entonces, Marcelo Díaz, señalan en el PS, pretendía que lo eligieran presidente de la Cámara de Diputados, pese a no tener el apoyo de su bancada.

Hubo a lo menos una conversación entre Elizalde y Díaz, y luego otras dos reuniones más del diputado con el actual secretario general del partido, Andrés Santander.

Pero las cosas no salieron como esperaba Díaz. La mesa del partido respaldó a Maya Fernández para presidir la Cámara Baja.

Díaz resistiría una vez más el golpe.

En el último año y medio, Marcelo Díaz ha sido uno de los mayores críticos de la conducción de Elizalde. Incluso, ha presentado requerimientos en el Tribunal Electoral para exigir transparencia en el manejo financiero, entre otras cosas. Y ahora, en la crisis en que está sumido el Partido Socialista, con su título de apoderado de la lista de Maya Fernández, se ha convertido en uno de los principales artilleros contra Elizalde. Un capítulo más de una convivencia que nació sin paz.