La Izquierda Cristiana: El espejo quebrado




El lunes 10 de septiembre, un grupo de 60 pobladores del MPR (uno de los frentes del MIR, dirigido por Víctor Toro) se tomó el Ministerio de Vivienda. El ministro Pedro Felipe Ramírez, representante de la Izquierda Cristiana (IC) en el gabinete, se reunió con ellos para resolver el conflicto. Cerca del mediodía, les dijo que debía asistir a un consejo de gabinete en La Moneda citado por Allende para las 12.

- Momentito -contestaron los pobladores-, nosotros tenemos que considerar si lo vamos a dejar salir o no…

Después de deliberar, los pobladores permitieron que partiera. A pesar de la situación, Ramírez no pensó en desalojarlos con Carabineros: reprimir no era parte del estilo cercano al mundo social que quiso imponer como su sello la IC, uno de los dos partidos creados durante la UP.

La IC surgió en octubre de 1971. Su vertiente principal provino del "tercerismo" DC, que discrepaba de la tendencia opositora a Allende. Partieron a la UP dirigentes como Ramírez, ex presidente de la JDC, y siete diputados -Bosco Parra y Luis Maira entre ellos-, de los que sólo uno fue elegido en los comicios de 1973. Quienes salieron en 1971 creían que no era factible detener la "derechización" de la DC. No habían partido en 1969, con el éxodo al Mapu, porque querían lograr la unidad del centro y la izquierda y confiaban en Tomic para encabezarla. "Tomic nos dijo una vez: 'Yo tengo una cornisa para pasar; Allende no tiene ninguna'", recuerda Ramírez. El detonante para emigrar fue que en 1971 la DC presentó unida con el PN al médico Oscar Marín, de sus filas, para la elección complementaria de un diputado en Valparaíso.

Otros llegaron desde el Mapu porque discrepaban de su definición marxista, como los senadores Rafael Agustín Gumucio y Alberto Jerez, el diputado Julio Silva Solar y el ministro Jacques Chonchol. También llegaron independientes como Sergio Bitar, que había participado en la campaña de Tomic, y volvió desde Harvard, a pesar que tenía un problema personal: la UP le había expropiado a la familia de su esposa, María Eugenia Hirmas, un campo y las fábricas Algodones Hirmas y Firestone . Sus suegros partieron a México.

"La opción que se dibujaba entonces era apoyar o quedarse impasible, mientras se preparaba un golpe", afirma Bitar. "O estabas con la UP o estabas con Kissinger y compañía, aunque no lo quisieras", sostiene Ramírez.

El primer debate que atravesó al nuevo partido fue si apoyar el proceso revolucionario desde fuera o integrar la UP. Predominó el pragmatismo: en política, para cambiar la realidad "hay que ensuciarme las manos, como los alfareros", dice Ramírez.

Igual quisieron conservar algo de la pureza de "profetas" con que algunos se sentían investidos en el nuevo partido. Como eran críticos del cuoteo y el sectarismo, se negaron a tener cargos en el gobierno, una decisión que nadie comprendió mucho.

Chonchol, figura emblemática de la reforma agraria, siguió como ministro y siempre tuvieron sólo un ministerio: cuando salió él, llegó Bitar y después Ramírez. El único otro cargo que tuvieron fue el de gobernador de Constitución, donde fue designado Arturo Riveros a proposición del poder popular de esa ciudad.

En una bilateral con el PC, Corvalán le preguntó a Bosco Parra, líder de la IC, cuántas intendencias y gobernaciones querían. Parra replicó: "Senador, le acabo de decir, nosotros no vamos a postular a ningún cargo". Corvalán ignoró la respuesta y reiteró: "Entiendo esa frase de buena crianza, pero dígame cuántos intendentes quieren". Parra se irritó y le espetó: "Usted no me ha entendido, senador…".

La severidad en la IC se extendía a sus bases. "Ser militante de la IC era muy difícil, había que pasar por un período de premilitancia lleno de requisitos, exámenes prácticos y políticos", afirma Ramírez.

Bitar hizo un diagnóstico de la marcha de la economía en la UP para proponer correcciones. El análisis, en que trabajó un equipo de talentosos profesionales -Vittorio Corbo, entre otros- reflejó desequilibrios crecientes e insostenibles. Al escuchar que la inflación iba llegar al 100%, Gumucio llevó aparte a Bitar y le preguntó qué significaba eso. A esas alturas, los problemas eran políticos: si se frenaban los desequilibrios macroeconómicos, "la política se desbarataba", sostiene Bitar.

A pesar de su origen en fuerzas moderadas, la IC se deslizó con rapidez hacia una posición más radical, encabezada por Bosco Parra y Antonio Cavalla. El paro de octubre y la campaña para las parlamentarias de 1973 aceleraron la polarización. La distancia entre la UP y la DC se había transformado en un abismo.

Para las elecciones de la CUT la IC hizo un pacto con el MIR y se presentó en lista conjunta con el FTR. La apuesta fue una derrota: obtuvieron 1,8%. Aunque no pasó mucho más allá de las palabras, el "polo revolucionario" que el MIR quería formar con el PS y el Mapu, atrajo a la IC. También la IC fue progenitora de la idea del racionamiento con tarjeta , "aunque al mismo tiempo estábamos en contra de utilizar a las JAP como un instrumento de opresión política", sostiene Ramírez.

En las organizaciones del "poder popular", la IC coincidió con el MIR, aunque había diferencias. La IC comenzó a prepararse para la autodefensa del proceso a través de los cordones industriales, "pero eso no significaba pasar a la insurreccional. Dentro de la IC había quienes sosteníamos que contra las Fuerzas Armadas profesionales no había nada que hacer. En eso tenía razón Allende", afirma Ramírez.

Estas definiciones provocaron debates internos en la IC. "Se empezó a producir la misma tensión que existía en la UP, entre moderar para poder avanzar y los que decían que moderar era un signo de debilidad", dice Bitar. A un lado estaban los encargados de la organización, al otro los más políticos. A pesar de su tamaño y juventud, y de que quiso airear la política con la voz cristiana, en vísperas del golpe este partido se había transformado, en parte, en un espejo a menor escala de lo que pasaba en la UP. Y era, como el original, un espejo quebrado.

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