La paranoia de Gabriel Arias reanima la sombra de Claudio Bravo

A Gabriel Arias se le ve con los ojos desorbitados. Su mirada está perdida en el pasto, sin ningún punto fijo. Está solo, con las manos en la cadera, buscando explicaciones. Su mente está a mil por segundo. Ningún compañero se le acerca, nadie le da una palmotada para intentar levantarlo. Su viaje a ninguna parte, en lo que le valió el segundo de Perú, lo tiene descolocado. Nadie lo esperaba. Ni Rueda, su gran soporte en la Roja. Su aventura en la Copa América llegaba a su peor momento.

Es que el argentino-chileno no aguantó la presión. Jugar partidos oficiales con la Roja, defendiendo un título, nunca se le hizo grato. Durante toda la disputa del certamen se le vio nervioso, muy inseguro con sus manos y pies. Nunca se atrevió a gritar a sus compañeros, a ordenarlos. Estuvo lejos del nivel que mostró en los partidos amistosos y que le valieron hacer olvidar al histórico Claudio Bravo. O los que lució en el Racing argentino. En Brasil, apenas se puso los guantes por primera vez con puntos en juego, entró en una paranoia que poco a poco fue atrapándolo y metiéndolo en un túnel sin salida.

Su cabeza imaginó una persecución mediática que incluso llamó la atención de sus compañeros. Las críticas no lo apuntaban especialmente. O, al menos, nunca se ensañaron con él. Más aún considerando que la Roja lograba una primera fase inesperada tras vencer a Japón y Ecuador. Sin embargo, luego del partido frente a Colombia, por los cuartos de final, el jugador aseguró estar pasándolo mal por los cuestionamientos que se le hacían a través de las redes sociales. Las comparaciones con Claudio Bravo le estaban pasando la cuenta. La sombra del capitán pareció ahogarlo cada minuto en que defendía al bicampeón: "Recibo muchas puteadas por redes sociales, muchas críticas (…) Mi familia es la que lo vive más de cerca y le afecta más a ellos que a mí. Esperamos que podamos terminar de la mejor manera. No es bonito que te critiquen a un hijo", expresó visiblemente emocionado, casi al borde de las lágrimas.

Sus palabras inquietaron al plantel. Todos se cuadraron y le dieron apoyo. Incluso, en las mismas redes sociales, se creó una campaña para levantar su ánimo. Bajo el hashtag #YoApoyoaArias, miles de fanáticos pidieron que se terminara con el ciberbullying en contra del nacido en Neuquén. Un bullying que nunca fue muy latente en los medios, y tampoco muy diferente al que sufre en las redes sociales cualquier personaje expuesto. Orlando Caicedo, el sanador pránico de la Roja, se aplicó en la víspera de Perú a tratarle sus energías y su mente, pero a la vista de los resultados, sin mucho éxito.

Ayer, luego de la derrota frente a Perú, el capitán Medel sacó la voz. Quiere a gente con personalidad en el equipo. Las críticas, que muchas veces le han dado al mismo Pitbull, a Vidal, o a Castillo, por nombrar a algunos, no pueden derrumbar a un jugador de Selección. "Uno está expuesto a las críticas, tiene que sacar lo mejor de esto, tiene que aprender. La selección no es fácil. Debe aprender de los errores, lo vamos a apoyar al ciento por ciento. Así es el fútbol", expresó el capitán. Incluso, pese a las diferencias que hoy existen, Medel se abrió a un eventual regreso de Claudio Bravo: "Claudio siempre lo hizo muy bien acá en la selección. Si él está tendrán que pelear por el puesto y no hay nada más que hablar".

La presión le pasó la cuenta a Arias. Es buen portero, lo ha demostrado en otras ocasiones. Pero en Brasil acabó cometiendo errores impropios que terminaron desatando finalmente ese linchamiento que antes había imaginado. Algunos intolerables, como tantos que circulan por las incontroladas redes. Tal vez por eso, luego de las críticas que recibió tras su calamitosa salida en la jugada del 2-0 de Perú, puso en privado su perfil de Instagram. Arias, el portero que parecía inquebrantable en los amistosos, se sobrepasado cuando llegó el momento de la cita oficial. La sombra de Claudio Bravo le afectó a la cabeza.