Un triunfo para sacar pecho: la U gana con 9 en Valparaíso

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Los azules se repusieron de malas decisiones, de la ventaja inicial de Wanderers y de dos expulsiones, para terminar venciendo por 1-2 en Playa Ancha.



Un partido controlado, sin zozobras y con todas las jugadas de peligro a favor. El plan le salía perfecto a los azules. Solo le faltaba el gol o la fatalidad, según la conveniencia, para sacarlo adelante o para tirar todo a la basura. Para mala suerte de los estudiantiles, ocurrió lo segundo: una entrada en plancha de Camilo Moya directo al tobillo derecho de Francisco Alarcón. Un patadón que el árbitro Cristian Garay primero sancionó con amarilla, pero que luego, correctamente corregido por el VAR, se transformó en roja para el volante Sub 23.

El esquema original que dispuso Hernán Caputto, con cuatro volantes en línea y con Walter Montillo flotando por delante de ellos, se desvaneció. La soledad de Nico Guerra, como único delantero, se transfirió de la ficha a la cancha. El plan original se cortó. Y eso que a Wanderers le costó asumir el protagonismo después de quedar con uno más en campo. No solo eso, tras la expulsión de Moya, la U se creó al menos dos chances claras de convertir. En el juego puro, el partido todavía estaba en el lado del chuncho.

Aunque claro, si la idea era complicarse sola, Universidad de Chile lo hizo a la perfección en la primera parte. Al regalo de Moya se sumó otro de Luis del Pino Mago. El central que llegó hasta año al elenco de Caputto y cuyo rendimiento todavía no convence. Como un principiante, en su afán de reventar la pelota, se dejó anticipar por Gustavo Lanaro, y le pegó una patada terrible. Su cara acusó el error, el mismo Lanaro lo capitalizó después con el 1-0 (42').

Miguel Ramírez, muy atinado, se dio cuenta de que la victoria parcial no era tan por méritos propios. Hizo un cambio pensando en eso y mandó el ingreso de Marcos Medel por el juvenil Marín. Con uno más y con el control del mediocampo, Wanderers inclinó la cancha a su favor. La U no hilvanaba una jugada clara y Fernando De Paul evitaba el segundo tanto local. Más encima, Jean Beausejour salía lesionado. Todo mal.

El fútbol, sin embargo, tiene esas cosas ilógicas que le dan tanto sabor. En el peor momento estudiantil, un enganche de Del Pino (que en ese momento ya jugaba como lateral izquierdo) terminó en una mano de Juan Soto y el penal que Pablo Aránguiz transformó en gol. El empate llegó a los 67' y le dio un segundo a los azules. Un segundo aire que se rubricó seis minutos después, con el tanto de Nico Guerra en la boca del arco. Una jornada negra, en una ráfaga, pasaba a ser épica. Con 10 jugadores, la U sacaba un triunfo demasiado valioso por todo lo que está luchando en 2020.

Para agregar más emoción al compromiso, Garay expulsó a Del Pino (el gran protagonista del mediodía porteño) por cometer una falta de último recurso a Ubilla. Desde el minuto 81, los pupilos de Caputto debían aguantar con nueve la ventaja. La incertidumbre creció, nerviosismo a tope de los pocos fanáticos de la U que se colaron en Playa Ancha. La revisión del VAR por un supuesto penal contra Ubilla le puso más condimento al final.

El árbitro lo desestimó. La victoria siguió en poder del azul. Y así quedó estipulado. Cuando el fútbol y las ideas fallan, el corazón puede hacer maravillas. Así lo ganó la U, poniendo esa cuota extra de pasión que tanto le faltó a mitad de semana en Brasil. Triunfazo en Valparaíso, de esos que cambian todo. Tres puntos que son más que tres puntos. El equipo de Caputto tiene derecho a celebrar. También para soñar.

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