Peter Turchin: “Ni Biden ni Trump tienen idea de qué hacer para resolver la crisis de Estados Unidos”

El investigador Peter Turchin.

Desigualdad, salarios deteriorados, sobreproducción de élites y una deuda pública de proporciones son los elementos básicos de la actual tormenta de inestabilidad política. Y todos ellos están presentes hoy en Estados Unidos, observa el autor de Final de partida: élites, contraélites y el camino a la desintegración política.


Lo refutaron, lo negaron, le restaron credibilidad. En el mejor de los casos, lo miraron con escepticismo. En 2010, Peter Turchin publicó un controvertido artículo en revista Nature en respuesta a una invitación de la misma que convocó a un grupo de investigadores de distintas disciplinas a pensar el futuro a 10 años. Entonces Turchin sugirió que, de acuerdo con patrones históricos, se avecinaba un ciclo de inestabilidad política, conflictos y radicalización que estallaría en 2020. “Lamentablemente, todo eso se cumplió”, dice ahora.

Nacido en la Rusia soviética y radicado en Estados Unidos desde 1977, Turchin se doctoró en zoología y pasó años estudiando escarabajos y mariposas de los bosques. Aplicó modelos matemáticos y análisis de datos para entender por qué algunas poblaciones de animales atraviesan ciclos de auge y caída. A fines de los 90, se propuso aplicar el mismo enfoque a las sociedades humanas. De este modo desarrolló la cliodinámica, disciplina basada en la ciencia de datos históricos que identifica patrones en los últimos 10 mil años. Y su hallazgo más concluyente es también el más inquietante: las sociedades complejas se ven afectadas por oleadas recurrentes de inestabilidad, que suelen conducir a guerras o revoluciones, y ahora todo indica que estamos camino a la tormenta.

Jefe de proyecto en el Centro de Ciencias de la Complejidad de Viena, Turchin dice que los períodos de paz social y prosperidad decantan en fases de conflicto. Identifica cuatro elementos básicos que desencadenan la crisis: desigualdad económica, salarios mermados, sobreproducción de élites (jóvenes titulados y frustrados) y una deuda pública de dimensiones. Todos ellos están presentes hoy en Estados Unidos, afirma:

“Existen numerosas coincidencias entre la época de discordia que vivimos ahora y la que terminó con la Guerra de Secesión hace 160 años”, escribe en su nuevo libro, Final de partida: élites, contraélites y el camino a la desintegración política.

De cierto modo, el libro amplifica la tesis que publicó en 2010. Lanzado el año pasado en Estados Unidos y el Reino Unido, acaba de llegar a librerías chilenas.

Según Turchin, el punto de inflexión ocurrió en la década de 1970. Entonces comenzó a romperse el trato social forjado en los años del New Deal que buscaba equilibrar los intereses de trabajadores, empresas y Estado. Los salarios se deterioraron: entre 1976 y 2016 el sueldo relativo perdió casi el 30% de su valor. Y, paralelamente, las élites se enriquecieron. De este modo se activó la “perversa bomba de la riqueza que les quita a los pobres para darles a los ricos”, escribe.

A ese cuadro se sumó una sobreproducción de élites, de jóvenes universitarios que entraron a disputar los puestos de poder. Turchin los llama “aspirantes a élites”. El descontento social y los aspirantes frustrados “constituyen una combinación altamente inflamable”, dice. Y elevan los niveles de radicalización política.

En este escenario, la clave parece ser desactivar la bomba de la riqueza, reflexiona a través de Zoom.

En las últimas páginas del libro usted dice que el análisis de la historia es una fuente de pesimismo y de optimismo al mismo tiempo. ¿Cuál es su sensación actual respecto del futuro?

Soy pesimista, a corto plazo, respecto de los próximos años, pero optimista en el mediano y largo plazo. En el corto plazo, estoy muy preocupado por la intensificación de los conflictos intraélites en Estados Unidos, que resultan en conflictos a largo plazo. Hay conflictos más grandes que podemos enfrentar en los próximos 20 años. Esta es una situación sin precedentes en Estados Unidos: los dos principales candidatos presidenciales se encuentran bajo procesos legales tan serios y ambas partes afirman que se practica una guerra legal en su contra. Me preocupa también la situación internacional, donde las guerras parecen ser mucho más complejas, y esto, por supuesto, alimenta tanto la dinámica interna de Estados Unidos como la de Europa. A largo plazo soy más optimista.

Turchin se explica:

-Mi optimismo se basa, ante todo, en nuestro análisis de la base de datos de crisis. Tenemos cerca de 200 casos de sociedades que cayeron en crisis y salieron de ellas. Desafortunadamente, en la mayoría de los casos estas crisis fueron muy graves, y a veces resultaron en el exterminio de grandes segmentos de la población, revoluciones y guerras civiles. Pero antes que nada, en mi libro analizo algunos de los casos más esperanzadores, donde las élites se unieron, cooperaron entre sí y con la población, y lograron salir adelante sin gran derramamiento de sangre. Así que no hay nada inevitable en el colapso o el fin de los tiempos.

Turchin agrega que en su laboratorio obtuvieron nuevos resultados, posteriores a la publicación del libro, que matizan la posibilidad de la tragedia. El análisis de cinco mil años arroja que parte de las sociedades complejas han desarrollado instituciones de gobernanza o que limitan el poder político y que han ayudado a evitar el colapso o a moderar sus efectos más graves.

¿Qué rol han tenido las élites en esta crisis?

El giro que creó las condiciones para la crisis ocurrió a finales de los años 70. Fueron necesarios unos 40 años o más para que entráramos en crisis. Así se produjo lo que en el libro llamo la bomba de la riqueza. Las sociedades humanas complejas, los Estados organizados, surgieron hace unos 5.000 años. Y lo que vemos invariablemente es que pueden funcionar en un equilibrio inestable durante un siglo más o quizá menos, pero finalmente llegan al fin de los tiempos. Y la razón de ello es que las élites, la pequeña proporción de la población con poder, se acostumbran tanto a condiciones de paz y prosperidad que empiezan a volverse codiciosas. Yo lo llamo el síndrome de las élites egoístas: reconfiguran la economía para favorecerse a sí mismas. Así, durante la época medieval, los terratenientes podían oprimir a los campesinos y usaban la coerción para sacar más provecho. Más recientemente, en las sociedades capitalistas, las élites han configurado la sociedad de tal manera que los salarios de los trabajadores se estanquen o disminuyan. Y, por tanto, las élites se enriquecen mucho más. Este es, pues, el papel de las élites. Esto se conoce en sociología como la ley de hierro de la oligarquía.

¿Cuán inevitable es la bomba de riqueza?

Es completamente evitable. De hecho, si nos fijamos en algunos de los países socialdemócratas europeos, hasta hace poco lograron evitarla. Al preservar las instituciones que dan suficiente poder a los trabajadores y proteger las que imponen limitaciones a las élites, podemos mantener bajo control el funcionamiento de la bomba de riqueza. Pero como las élites son las que tienen el poder, su papel es clave. Si deciden que van a echar a andar la bomba de riqueza, es muy difícil impedir que lo hagan.

FILE - Insurrectionists loyal to President Donald Trump breach the U.S. Capitol in Washington on Jan. 6, 2021. The indictment of Donald Trump for attempting to overturn his election defeat is a new front in what Joe Biden has described as the battle for American democracy. It's the issue that Biden has described as the most consequential struggle of his presidency. The criminal charges are a reminder of the stakes of next year's campaign, when Trump is hoping for a rematch with Biden. (AP Photo/Jose Luis Magana, File)

En el Foro Económico Mundial, en Davos, se vio a millonarios diciendo: “Graven a los ricos”, “cóbrennos impuestos”. ¿Qué le parece?

En principio, es una buena señal, pero lamentablemente son una minoría. Y, de hecho, no se trata sólo de cobrar impuestos a los ricos. Para apagar la bomba de riqueza necesitamos asegurarnos de que no disminuyan los salarios de los trabajadores. Eso es lo importante. ¿Y cómo lo haces? Bueno, les das a los trabajadores más poder. La supresión de los sindicatos en los Estados Unidos, que comenzó en los años 80 bajo la administración Reagan y ha seguido desde entonces, fue un factor muy importante. Hay que asegurarse de que los salarios mínimos sigan aumentando. En Estados Unidos, el salario mínimo real está disminuyendo debido a la inflación. La administración Biden prometió aumentar el salario mínimo, pero no ha hecho nada. No se trata de una cuestión partidista: tanto los demócratas como los republicanos son culpables de no tomar medidas que apagarían la bomba de la riqueza. Y soy muy escéptico acerca de los multimillonarios de Davos. Mi sensación es que su filosofía general es que el capitalismo debería reinar, así es como crece la economía y levantará todos los barcos. Pero en las últimas décadas eso ha demostrado ser falso.

¿De qué manera la sobreproducción de élites empuja la radicalización?

Esencialmente, a medida que el número de aspirantes a una élite aumenta dramáticamente en relación con los puestos disponibles, el número de aspirantes frustrados crece aún más. Si tienes 12 personas para 10 puestos, sólo hay dos personas frustradas de la élite. Pero si tenemos 20 personas para 10 puestos, ya tienes 10. Y al aumentar cinco veces el número de aspirantes, el número de miembros frustrados de la élite se quintuplica y la competencia por puestos se intensifica. Las élites establecidas también sienten la presión y empiezan a inclinar el campo de juego a favor de sus descendientes. Obviamente, esto es injusto, y muchos de quienes pierden en esta competencia ven ocupar esas posiciones a personas menos preparadas, menos inteligentes. El sentimiento de injusticia comienza a extenderse. Así, a medida que se extiende la sensación de injusticia, mientras la mayoría de la población disminuye su nivel de vida y una pequeña élite se está volviendo cada vez más rica, estos sentimientos echan raíces. Y esa es la motivación de la mayoría de los movimientos radicales.

¿Qué tipo de miembro frustrado de élite, o contraélite, diría que es Donald Trump?

No conozco a Trump, no lo voy a psicoanalizar, pero es bien sabido que se ha sentido frustrado. Él pasó a la arena política hace bastante tiempo y cree que las élites establecidas lo han tratado injustamente. En nueve años, Trump tiene más de 90 acusaciones; las élites están alimentando sus quejas. Y ahora está llegando al punto en el que siente que está siendo tratado muy injustamente. Ese es un ejemplo. Pero hay muchos otros en la historia. Si miras a personas como Abraham Lincoln, él era un alma bastante torturada. Lincoln también sintió que las élites establecidas en ese momento lo trataban muy mal. El resentimiento es muy, muy común en el registro histórico.

Trump se enfrentó a Biden en un debate.

Usted ha comparado la situación actual de Estados Unidos con la época previa a la Guerra de Secesión. ¿Ve a EE.UU. encaminado a una guerra civil?

Antes de la guerra, EE.UU. era una sociedad muy diferente de la actual. Pero incluso en el antiguo Egipto o en la Francia e Inglaterra medievales, el camino a la crisis fue, en cierto modo, bastante parecido, teniendo en cuenta cuán diferentes han sido estas sociedades. Yo diría que los Estados Unidos de hoy son muy similares a los de la década de 1850. En esa época hubo bastantes estallidos violentos, siendo los más notorio los de Bleeding Kansas [1854-1861]. Pero lo que vemos aquí es similar también a la situación de 1920. En 1860, las élites estatales no fueron capaces de resolver el asunto pacíficamente, y eso llevó al país a la guerra civil. Pero en las décadas de 1920 y 1930 pudieron evitarla. Lo que quiero decir es que no es inevitable que nos deslicemos hacia una guerra civil sangrienta, con cientos de miles de muertos, pero la probabilidad de que sea así es muy alta, ciertamente mucho mayor que hace 10 años, o incluso que hace cinco años. Ahora, una vez que llegas a la crisis, las cosas se vuelven mucho menos predecibles. Estamos en esa situación muy inestable, donde las cosas pueden cambiar de muchas maneras diferentes.

A su juicio, ¿quién está mejor preparada para responder a la crisis: la izquierda o la derecha? Uno piensa en América Latina, donde se ve una rotación de gobiernos de distinto signo.

Creo que la izquierda y la derecha son completamente inútiles. Hay diferencias en Estados Unidos y en muchos otros países. Ahora tenemos la derecha tradicional, el partido del uno por ciento de los más ricos, esencialmente. Y luego hay derechas populistas insurgentes. Al otro lado, vemos una izquierda tradicional, esencialmente socialista, y una nueva izquierda que no se preocupa por los trabajadores, sino de los derechos de las minorías. Creo que esos términos están completamente en quiebra y, por lo tanto, no son muy útiles.

Pero es bueno observar que, una vez en el poder, la rotación ocurre rápidamente. Tomemos Argentina, donde acaban de elegir un nuevo gobierno. Estoy seguro de que el gobierno de Milei será bastante horrible y será expulsado muy pronto. Así que nadie realmente tiene soluciones. Lo mismo en Estados Unidos. Soy imparcial, no partidista, y creo que tanto la administración de Biden como cualquier administración de Trump que sea elegida no tienen idea de qué hacer para resolver el problema. Y ciertamente no toman medidas para detener la bomba de riqueza. Por lo tanto, es bastante probable que ocurra esta rotación. Ahora estoy de verdad preocupado por las elecciones de noviembre de este año, porque ambos partidos dijeron que no aceptarán los resultados. Así que gane quién gane, es probable que dentro de un año estemos en un territorio completamente inexplorado.

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