Partido chico, infierno grande: la tragedia del PRI

Comité Político Ampliado en el Palacio de La Moneda 28-01-2019
Santiago, 28 de enero 2019 El presidente del PRI, Hugo Ortiz de Filippi llega al Comité Político Ampliado en el Palacio de La Moneda entre los presidentes de los partidos políticos de Chile Vamos y distintos ministros del Gobierno. Christian Iglesias/Aton Chile

La riña entre Hugo Ortiz de Filippi y Eduardo Salas por el control del hermano menor de Chile Vamos -que se arrastra desde noviembre- corona una cadena de hitos que incluye haber sobrevivido a dos disoluciones por bajos resultados electorales, a un ex presidente condenado por delitos tributarios y una tónica de disensos con sus socios de pacto, la UDI, RN y Evópoli.


Además de Renovación Nacional, la Unión Demócrata Independiente -alguna vez conocido como UDI, el Partido Popular- y Evolución Política, aka Evópoli, la coalición gobiernista la completa un cuarto partido poco o muy poco conocido para los no iniciados. El Partido Regionalista Independiente Demócrata (PRI Demócrata), antes etiquetado como "PRI", no figura en las escaramuzas gobierno-oposición por la reforma tributaria ni por otras de la contingencia: sencillamente no existe en el Congreso. Pero además está casi consumido por la riña sin cuartel que se arrastra hace casi cinco meses por el control del colectivo entre Eduardo Salas y Hugo Ortiz de Filippi.

El conflicto, que aún no se cierra y continuará este viernes 12, es el más reciente gajo de un generoso racimo de reyertas, zancadillas y traiciones internas, amén de una convivencia cuando menos compleja con sus socios de bloque, que hoy ven -dicen lejos de la grabadora- como "una oportunidad perdida" el proyecto del PRI de colonizar el centro político en una alianza de derecha.

Todo, coronado por un rendimiento electoral tan modesto, que en dos ocasiones les ha obligado a reinscribirse o fusionarse con otras fuerzas para no desaparecer. Además, tienen el récord de tener el único presidente de un partido político que ha sido condenado en el Caso SQM, por delitos tributarios.

La pugna entre Ortiz de Filippi y Salas podría seguir este viernes en una medialuna -sí, en una medialuna, la del Club de Huasos Gil Letelier-, donde el PRI Demócrata debería realizar un nuevo consejo general que, en teoría, enmiende lo ocurrido en el que se hizo el 17 de noviembre. Esa vez, Eduardo Salas y su esposa y hoy subsecretaria de Bienes Nacionales, Alejandra Bravo, que venían controlando el PRI sin contrapesos, probaron lo mismo que le ha pasado a tantos dirigentes de tantos partidos, como a Gonzalo Martner con Camilo Escalona (2005) o a Joaquín Lavín con Sebastián Piñera (también 2005): un golpe interno.

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SANTIAGO 23 DE ENERO 2018

MIEMBROS DE LOS PARTIDOS DE CHILE VAMOS ASISTEN A UN DESAYUNO CON EL PRESIDENTE ELECTO SEBASTIAN PI"ERA REALIZADO EN SU DOMICILIO UBICADO EN LA COMUNA DE LAS CONDES. EN LA IMAGEN LA PRESIDENTA DEL PRI ALEJANDRA BRAVO (IZQ) SE RETIRA TRAS PARTICIPAR DEL DESAYUNO.

FOTO: JAVIER SALVO/ LA TERCERA[/caption]

En el consejo de noviembre, Ortiz de Filippi levantó una lista y en un dos por tres, sin previo aviso, desbancó a Salas en una interna que ganó por 42 votos contra 26. Se dijeron de todo. Se acusó traición. Salas y Bravo lo habían invitado al PRI.

Después, el 1 de abril pasado, el Tribunal Supremo (que, a todo esto, en sus fallos se define "provisional") del PRI invalidó la elección por no cumplir con la cuota de género, entre otras razones. Pero Ortiz de Filippi rechaza las objeciones porque dice que el acta que le permitió asumir en diciembre lleva la firma de Salas y que "ese tribunal provisional es inexistente" y que "el único que puede llamar a un consejo extraordinario es el secretario general" del partido.

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12/03/2018

LLEGADA DE EDUARDO SALAS A REUNION CON SEBASTIAN PIÑERA CON PRESIDENTES DE CHILE VAMOS

FOTO: MARIO TELLEZ/ LA TERCERA[/caption]

Para él, no es más que una instancia paralela. Tanto es así, que el presidente del PRI dice que lo que en realidad hay "es un Consejo Programático que se va a realizar en Punta de Tralca", al que han invitado hasta a ministros (el PRI no tiene ninguno).

En medio de esta pelea con Ortiz de Filippi, Salas, además, fue expulsado del colectivo el pasado martes 2 de abril. El TS lo acusó de que con sus críticas había "producido un menoscabo irreparable a la honra y honorabilidad del señor presidente, don Hugo Ortiz de Filippi, como así también a la dignidad de la directiva nacional del partido".

Adivine: Salas también desconoce el dictamen y califica su expulsión de "nula, inválida y sin sustento". Así las cosas, más allá de los rótulos oficiales, el partido está más dividido que Ciudadanos después de la elección fallida con E-Voting.

Colorines, candidaturas fallidas, expulsiones y purgas

En eso del "menoscabo" se han dicho de todo. A Salas le han recordado más de alguna vez haber estado involucrado con el Caso Soquimich por haber emitido boletas por más de $70 millones. Que alguien arroje la primera piedra: en el Senado todavía recuerdan que allá tuvieron que demandar a Ortiz de Filippi el 2000 por una deuda impaga desde 1994, por $47 millones. Era por llamados telefónicos que había hecho desde el Congreso para su fallida campaña a la reelección como senador, en 1993.

Ortiz de Filippi -que se lleva bien con el Presidente Sebastián Piñera desde que eran compañeros en el Senado- llegó a exhibir como "prueba exculpatoria" que el entonces senador DC Gabriel Valdés (que en paz descanse) había grabado un video diciendo que todo era un "error administrativo". El "Conde" lo desmintió. El pago, recuerdan, costó, pero se hizo. En cuotas.

El hoy presidente militaba entonces en RN. Después compitió en otras elecciones en un cupo UDI. Unos cuantos grados más a la derecha del sello que tuvo el PRI en la época que fue colonizado por el hoy fallecido Adolfo Zaldívar y sus "colorines", fruto de una escisión en la DC. Fue algo parecido a la era dorada del partido: en las parlamentarias de ese año eligieron tres diputados y una de ellas, Alejandra Sepúlveda, llegó a presidir la Cámara el 2010, justo cuando debutaba el primer gobierno de Piñera.

Para entonces el PRI se había volcado a pactar con la triunfante coalición de derecha. Tanto, que el 2010 expulsaron a Jaime Mulet, el ex DC que ya había presidido el colectivo, por apoyar a Eduardo Frei Ruiz-Tagle en segunda vuelta. Para las siguientes elecciones, el 2013, proclamaron por primera vez un candidato presidencial (la vez pasada, Zaldívar nunca superó el 1% en las encuestas). Eligieron a Ricardo Israel, quien remató penúltimo con el 0,57%.

A Israel lo proclamó el entonces presidente Humberto de la Maza, quien después fue condenado por delitos tributarios en el Caso SQM. Sin clases de ética, eso sí.

Ahí comenzó la cuesta abajo. No alcanzaron el piso legal mínimo de 5% o 4 parlamentarios electos (los que había elegido en la vuelta anterior habían renunciado o habían sido expulsados) y el Servel anunció su disolución. Se reinscribieron. Y terminaron asociándose con la UDI y RN, aunque Salas y Bravo, ex decés, siempre rechazaron ser etiquetados como "de derecha" y se proclamaban "de centro".

Ni un portero en el Gobierno

Para la segunda campaña de Piñera, el PRI apostó a jugar de igual a igual, lo que los puso en curso de colisión con Evópoli: ambos apostaban al centro y no eran los partidos "tradicionales" o "grandes" del pacto. Incluso, los miraban como "movimientos". En RN y la UDI aún recuerdan que en las reuniones de campaña, o de comités estratégicos o consejos políticos, era más o menos usual que los delegados del PRI se apuraran en hacer trascender lo conversado. Tanto, que a veces los dirigentes de ambos colectivos dejaban temas "para después de la reunión" y así conversarlos aparte.

La UDI y RN, obvio, rechazaban un trato en las mismas condiciones. Pero hoy insisten en que si es por igualdad de oportunidades, el PRI no puede quejarse de la plantilla parlamentaria que negociaron para el 2017: "El PRI pidió tres cupos en Maipú y llevaron a Alejandra Bravo; Evópoli tres en Santiago para elegir a Luciano Cruz-Coke". Este último logró su objetivo, pero ella perdió. Piñera, en compensación, la nombró subsecretaria de Bienes Nacionales.

La derrota en las legislativas devolvió al PRI a la misma pesadilla: peligro de disolución por malos resultados. Para poder sobrevivir luego de no alcanzar los requisitos mínimos, se fusionaron el 2018 con Democracia Regional Patagónica (que tampoco había tenido mejor ojo: el 2017 le había ofrecido su apoyo a Franco Parisi a una segunda presidencial a la que nunca postuló) bajo la etiqueta PRI Demócrata.

Fuera de eso, el PRI solo cuenta -informan en su website- a cuatro alcaldes (La Unión, San Pablo, Mariquina, Victoria). "No tenemos siquiera portero en el gobierno", fue una de las quejas que Ortiz de Filippi le llevó en febrero a La Moneda al ministro del Interior, Andrés Chadwick. Pidieron más cargos.

Sin voz ni voto en el Congreso (Piñera una vez se mofó preguntándole a Ortiz de Filippi

), en el intertanto el PRI ha tratado de hacerse un espacio aunque no le guste a sus socios. Fueron de los primeros en salir a condenar a

Mauricio Rojas

durante su fugaz ministerio, pero la historia suele recordar más los reparos de Evópoli. También se opusieron a que los otros tres partidos recurrieran al Tribunal Constitucional por ante la cuestión de la objeción de conciencia por el aborto en tres causales.

Y la subsecretaria Bravo, además, ha sacado de sus casillas a más de alguno en el bloque, con episodios como cortar candados en los accesos a fundos en pos del acceso libre a las playas, o apurarse en alentar candidaturas presidenciales de ministros como Cecilia Pérez, lo que le costó un reto presidencial por la prensa.

Esta historia -que a ratos linda con la tragedia y ratos con la comedia-, incluye escenas como una ocurrida el 2016 en Ñuble, cuando Chile Vamos presentaba sus candidatos a alcalde. Posaron sonriendo Sergio Zarzar (RN, Chillán), Carlos Chandía (RN, Coihueco), Manuel Guzmán (UDI, Pinto), Johnson Guiñez (UDI, Pemuco) y Osiel Soto (UDI, San Ignacio). Los organizadores colocaron un logo del PRI para que apareciera en la rueda de prensa. Pero por error eligieron el del otro PRI, el mítico Partido Revolucionario Institucional de México. Cuando uno de los presentes cayó en la cuenta, le respondieron que nadie lo notaría.

Lamentaciones, buenos deseos... y no tanto

Mirando para atrás, el diputado UDI y secretario general del partido para la segunda elección de Piñera, Guillermo Ramírez, dice hoy que "lamento la crisis del PRI", porque "veo en ese partido el potencial de atraer a personas que son de centro, que históricamente no han sido de Chile Vamos y que podían sentirse interpretadas por los planteamientos del PRI. Pero lamentablemente, con la crisis y sus peleas internas no está cumpliendo con ese rol. Espero que sus diferencias internas se resuelvan lo más rápidamente posible".

También diputado y entonces presidente de Evópoli, Francisco Undurraga, recuerda que todos los partidos de la coalición piñerista tuvieron las mismas oportunidades: "Trabajamos para hacer una lista parlamentaria en que tuvieran representación todos los partidos. El PRI miró o midió su fuerza política de una forma errónea; nos habría encantado que nos hubieran acompañado en la Cámara de Diputados. Hoy tienen la oportunidad de redefinir qué quieren hacer y qué proyecto quieren presentar".

Jaime Mulet, hoy diputado de la Federación Regionalista Verde Social (FVRS), se da un gusto y comenta, mirando las vueltas de la vida, que "menos mal que me expulsaron, porque la historia posterior del PRI confirmó que se fue a la derecha, que fue a lo que me opuse". Agrega que "se convirtió en un proyecto personal" y, ante la consulta de si lamenta lo ocurrido, elige un "me reservo la respuesta".

Quien no se reserva nada es el antropólogo y ex integrante del Consejo Político de Chile Vamos, Pablo Ortúzar: "El PRI de Eduardo Salas es un 'partido musgo', crecido al alero de Adolfo Zaldívar, que Piñera adquirió a precio de liquidación una vez que él murió. No son ningún aporte intelectual ni político, sino una caterva mercenaria que se ofrece como grupo de choque a los líderes que les paren la olla. Conflictos internos obscenos como los que vemos hoy lo reflejan perfectamente. Lo ideal sería que más temprano que tarde la centroderecha se deshaga de tan indecente rémora".

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