El lento proceso para transformarme en tutor (y aún no serlo)

El Presidente Boric encabezó el lanzamiento del plan que ya cuenta, según el Mineduc, con 22.793 inscritos (17.392 comunitarios y 5.401 de instituciones de educación superior). FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

La Tercera hizo el ejercicio de inscribir a uno de sus periodistas como voluntario para el Plan Nacional de Tutorías impulsado por el Mineduc. El camino comenzó el 8 de mayo y la inducción aún no se ha iniciado, ni menos un estudiante ha sido asignado para llevar a cabo el acompañamiento.


Sesenta y ocho días han pasado desde que me inscribí como voluntario en el Plan Nacional de Tutorías impulsado por el Ministerio de Educación. Y aún no soy tutor.

Pero, ¿cómo ha sido el camino transitado para, algún día, llegar a serlo? Fue el 3 de mayo, con el Presidente Boric encabezando el acto, que la cartera que lidera Marco Antonio Ávila lanzó el plan con el que buscan 20 mil voluntarios que apoyen a alumnos que vieron afectados sus aprendizajes por la pandemia. Cinco días más tarde me inscribí para ser tutor y hoy, dos meses despúes, aún no culmina mi proceso de filiación. Y, por lo que me han comunicado en los últimos días, eso está lejos de ocurrir. “Pronto te contactaremos para darte detalles y puedas realizar tu primera sesión”, me avisaron ese 8 de mayo a través de un mail firmado por el Mineduc. Tres días después y otra vez desde el ministerio me dijeron: “Pronto serás contactado por la Fundación Letra Libre o Conectado Aprendo, instituciones colaboradoras que continúan con el proceso de selección”.

Luego de eso vino una espera de 20 días hasta que el 31 de mayo la cartera me volvió a mandar un correo en el que me señalaban que ya había sido asignado a la Conectado Aprendo. A esa altura la información oficial daba cuenta de más de 15 mil inscritos.

Para total transparencia, el proceso pude haberlo acortado, pero al igual que como pudo ocurrirle a cualquiera de las 22.793 personas que según el Mineduc se han inscrito, la vida personal -como fue mi caso-, me llevó a estar dedicado a menesteres familiares y desatender por algunos días mi proceso de inscripción, pero no a descartarlo, como pudo pasarle a otros.

Pero continúo. No fue sino hasta el 9 de junio (un mes ya había pasado desde que me inscribí), que me escribieron por primera vez desde la fundación para explicarme que serían ellos quienes me guiarían en el proceso de formalizar mi inscripción, “así como también capacitarte para que puedas prontamente comenzar tu proceso de tutorías”. Además me pedían completar algunos datos personales y comunicar si prefería apoyar Lenguaje o Matemáticas, a qué nivel y disponibilidad.

Desde el 6 de junio tuve que atender una nueva realidad familiar y no contesté inmediatamente. El 27 de junio la fundación insistió con el mismo correo, que respondí días después ya habiendo retomado mi vida medianamente normal. Supongo, eso sí, que no soy el único de los miles de inscritos que en el camino sufrió un cambio de planes personales que ralentizó el proceso o que, aunque no es mi caso, desistió de ser tutor.

De ahí la necesidad de que el Mineduc, cada vez que hable sobre el Plan Nacional de Tutorías, deba diferenciar a los inscritos de aquellos que iniciaron su proceso de inducción y de los que ya son tutores, algo que queda en duda con la declaración más reciente del ministro Ávila al respecto. “Hemos conseguido más de 20 mil tutores que ya están trabajando con niños y niñas”, dijo el día (ya lo había mencionado en junio) que se rechazó su acusación constitucional . Viendo mi propia experiencia bien vale preguntarse: ¿Hay más de 20 mil personas trabajando como tutores o yo, que entre mis problemas personales y la velocidad con que me han ido contactando y aún no concluyo mi proceso de inscripción estoy contado en esos que mencionó el ministro?

Las cifras que actualmente maneja Educación dicen que de los 22.793 hay 14.840 en proceso de inducción a la tutoría próximos a comenzar (“¿estaré en ese conteo?”, me pregunto) y 3.442 que ya están realizando tutorías (con un proceso claramente más rápido que el mío). El dato de inscritos que no prosperaron aún lo están levantando, donde todavía podría entrar. Todo esto, agregan, ha derivado en más de 4.600 beneficiados. “Estamos muy felices de contar con más de 22 mil voluntarios inscritos en este proceso y, a partir de este número, esperamos alcanzar 20 mil tutorías en ejercicio durante este año”, señala Joaquín Walker, secretario ejecutivo del Plan de Reactivación Educativa, responsable de las tutorías.

Como sea, el 11 de julio, luego de haber enviado los datos requeridos, la fundación me dijo que para avanzar en el proceso tenía que mandarles dos certificados: de antecedentes y de no inhabilidad para trabajar con menores. Pero, además, debía inscribirme en una fecha para la reunión de bienvenida, donde “te explicaremos los aspectos importantes y necesarios para ser tutor”. Con eso, entiendo, hasta aquí no puedo ser considerado tutor, ¿pero sí que estoy en proceso de inducción? No lo sé.

Asimismo, señalaron que “una vez que tengamos el nombre del alumno a quien apoyarás, te avisaremos a través de un correo para después ponernos en contacto contigo por WhatsApp y citarte a una reunión de vinculación (...) para así dar inicio a las tutorías”.

Esto, en todo caso, también se intuye lento: el 12 de julio me avisaron que los certificados habían sido cargados correctamente y aceptaron mi fecha propuesta -18 de julio- para conocernos. Del mismo modo me hacían llegar el Manual del Tutor, donde se explica que el tiempo entre la reunión de bienvenida y el match con un alumno toma cerca de dos semanas, mismo periodo que luego debería transcurrir hasta la primera reunión de vinculación con que comienzan las 16 sesiones de tutorías, que en mi caso y según avisé, puedo hacer una vez por semana. Es decir, si estos plazos se van cumpliendo, mi tutoría comenzaría la semana del 15 de agosto y terminaría la última de noviembre, a poco del fin del año escolar, aun cuando en el manual se señala que una vez terminadas las sesiones, “el alumno cuenta con las herramientas y el impulso para continuar con su proceso de aprendizaje”.

Walker cierra: “Estamos implementando un proceso gradual, que no solo se coordina con los establecimientos educativos, sino que considera procesos rigurosos de revisión y selección. Para que las tutorías cumplan su objetivo, también es fundamental llevar adelante un proceso de inducción y capacitación de forma de asegurar que las personas cuenten con las herramientas para aportar al fin último”. Y asegura: “Estamos trabajando con sentido de urgencia, compromiso y responsabilidad”.

Con todo y reconociendo que pude haber acortado un poco el proceso, si todo sigue tal cual transcurrirán casi 100 días (más de dos tercios de este tiempo sin depender de mí) entre que me inscribí como tutor y -espero- llegue a serlo, una velocidad que no se condice con la urgencia que las autoridades han dicho requiere el plan. Todo, claro, si es que no ocurre nada que ralentice el camino.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.