El tema que destapó Sánchez: La discusión del enganche

El tocopillano tocó un asunto que incomoda a varios en la Roja y que al mismo tiempo revela la falta de recambio en una posición clave.




Lo que en esta etapa no expresa el equipo dentro de la cancha, lo hace afuera. De ese equipo que deslumbró buena parte del año al mundo, a esta versión triste, apagada, plagada de rostros cansados y pidiendo a gritos un alto frente a tanto desgaste de jornadas dobles y viajes transatlánticos.

Y vaya quien tomó la voz cantante. Nada menos que Alexis Sánchez, el jugador más desequilibrante de la Selección, quien asumiendo el liderazgo ante la ausencia de Claudio Bravo, no tuvo miedo en desnudar una de las principales falencias del equipo nacional ("el jugador con calidad para meter un pase"), tocando un punto que hasta ahora el técnico Jorge Sampaoli había intentado soslayar con diversos experimentos, todos sin resultado.

Chile volvió a dejar una pobre imagen futbolística, tal como sucedió con México, Haití, los dos amistosos de septiembre, y entre las muchas conclusiones que asoman post Mundial, queda claro que el equipo no tiene sorpresa. Pero sobre todo carece de un hombre que maneje los hilos, que defina con un par de gritos los roles de cada uno en la cancha y que finalmente explote las virtudes de los mejores hombres de ataque.

Se podrá argumentar que aún los jugadores no logran reponerse mentalmente de lo sucedido en Brasil, en el sentido de recuperar la motivación. Los largos viajes también afectan el funcionamiento. Pero una cosa son los rendimientos individuales, en su mayoría sólo regulares, y otra es la forma en que está jugando la Roja. Y ahí es donde Sampaoli no logra reinventar un equipo que vuelva a tener una idea más allá de la presión alta y el sometimiento del rival.

Hoy Chile tiene la verticalidad guardada en el clóset. Apuesta a la tenencia y la pausa. La circulación fluida pasa a ser decisiva para encontrar los espacios. Pero aquello no está bien interpretado. Y lo que es más preocupante, está a cargo de hombres que están para otra cosa. Ni Alexis Sánchez, ni Arturo Vidal, los hombres en quien Sampaoli confía para sustituir la figura de un enganche, lo hacen de buena forma. Y quien pudo asumir ese rol en estos dos partidos, Pablo Hernández, apenas tuvo tres minutos ante Bolivia.

"Me retraso, porque necesito alguien que meta pases y a veces me desespero porque no me llega el balón y me recojo. En el partido me quedé bastante arriba para ver si llegaba el balón, y al final me debí recoger, pero estuve muy lejos del arco", explicaría Sánchez, reconociendo su incomodidad ante la falta de un enganche.

Por más que el técnico valore la libertad del tocopillano dentro de la cancha, y que realce sus virtudes, mientras más lejos esté del arco, menos productivo es para el equipo. Su posición es de delantero. Los clubes pagan millones de dólares por sus servicios como atacante. Claro, su buena técnica le permite a veces encontrar espacios para habilitar a un compañero de cara al arco rival. Pero eso a ratos se convierte en una obsesión, que lo hace perder muchos ataques por no tomar la decisión correcta.

Claro, Arturo Vidal, el mediocampista más adelantado que hoy tiene Sampaoli, no siente la posición. Si a eso se le suma sus problema de rodilla que aún no está recuperada del todo, más allá que para el cuerpo técnico no es tema, entonces tenemos a un jugador que intenta como puede cumplir un rol diferente.

Sus características son distintas a las de Valdivia o Fernández, por ejemplo. Y eso se nota en sus desplazamientos y en sus actitudes. Se lo ve fastidioso cuando debe ir casi como centrodelantero por el retraso de Sánchez. Pasó en Coquimbo, donde le reprochó en un par de ocasiones al delantero su posición. Así, la suma de dos grandes individualidades, no hacen a un buen conductor. Y eso la Selección lo está pagando con actuaciones como las que viene acumulando después del Mundial.

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