José De Gregorio: "Debería ser un objetivo de política económica tratar de acotar y aclarar los contenidos de las reformas"

Ex presidente del Banco Central, afirma que si bien todos los países enfrentan de forma distinta los procesos de desaceleración, "hay que considerar que en Chile se ha sumado un clima de incertidumbre".




El piso 15 de la tradicional torre de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile se ha convertido en su base de operaciones. Desde ahí monitorea la situación interna, prepara las clases que imparte, las asesorías que presta en distintos directorios, realiza investigaciones, donde recientemente publicó un libro, y además alista las exposiciones que constantemente está dando en Chile y el extranjero.

Estuvo 10 años en el Banco Central, cuatro de los cuales ejerció como presidente de la entidad rectora, por lo que José De Gregorio mira  con nostalgia el debate político-económico que se da en el Congreso cuando las actuales autoridades monetarias entregan el Informe de Política Monetaria (Ipom). Hecho que ocurrió el lunes pasado.

"Extraño esa instancia de discusión", comenta, mientras termina la sesión de fotos y toma asiento para concentrarse en tratar de explicar por qué la desaceleración económica que enfrenta el país está siendo más prolongada de lo esperado. Y su diagnóstico se puede resumir así: "Hay  una broma entre autoridades económicas que dice que cuando la economía anda mal, la culpa la tiene la economía internacional; cuando la economía anda bien, es porque las políticas internas son buenas"...

¿Y esa broma se puede aplicar a Chile en estos momentos?

No, creo que las políticas internas cumplen un gran rol en el resultado de la economía.

¿Usted está más cerca de las proyecciones entregadas por el Banco Central o por las realizadas por el Ministerio de Hacienda?

Lo que pasa es que el diagnóstico del Ministerio de Hacienda fue hecho dentro de los parámetros que el Banco Central entregó en septiembre, cuando tenía una proyección de  crecimiento de entre 3% y 4% con riesgo balanceado para este año. De manera que estaba dentro del rango de lo esperado por la autoridad económica, en cambio, recién ahora, en el último Ipom, tenemos la  señal de que habrá y vendrá un menor crecimiento. En el gobierno pasado pasó algo similar: el Banco Central hizo una proyección de entre 4% y 5% con riesgo a la baja, pero Hacienda presentó una estimación de 4,8%, por lo tanto, en ese escenario había más optimismo en las diferencias que las que hay ahora.

Entonces, ¿Hacienda debería actualizar sus proyecciones?

No, porque las proyecciones de crecimiento afectan las cuentas fiscales efectivas y no la regla estructural, pero tampoco hay una diferencia muy grande entre las pro- yecciones de las autoridades.  Ahora, si hubiera algún cambio mayor, obviamente correspondería, pero estamos hablando de diferencias acotadas. Además, la regla de balance estructural lo que permite es que, precisamente, la política fiscal tenga grados contracíclicos.

¿No provoca desconfianza en el mercado que el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, afirme que habrá un punto de inflexión en la última parte de este año y ahora este pronóstico ya se haya corrido para el segundo semestre de 2015?

En economía, estadísticamente,  el punto de inflexión uno lo detecta como con tres meses de retraso. Por ahora se puede mirar el último Imacec (1,4%), que muestra una mejor velocidad, pero yo ni siquiera hablaría de punto de inflexión, sino de cuándo el ciclo empezará a revertirse.

¿Cuándo debiera empezar?

En términos generales, entre este último trimestre y los primeros tres meses del próximo año. Ahora, no sólo es importante el cambio de signo del ciclo, sino la fuerza que trae y, en eso, hay bastante incertidumbre, ya que los datos del Banco Central son que llegará con una fuerza bastante tenue. Se nos viene un año de crecimiento muy modesto y eso no es bueno.

¿Qué factores explican que esta recuperación sea tenue?

Hay dos fenómenos globales importantes. Primero, que se ha observado en general, en la inmensa mayoría de las economías en desarrollo y emergentes, un menor crecimiento este año de lo que se esperaba un año atrás. Es decir, la desaceleración de las economías emergentes ha sido algo más fuerte y en Chile y en Perú se agrega el segundo fenómeno que es la inversión minera. En Chile, la inversión minera llegó a ocho puntos del PIB, y en Perú, que no había tenido inversión minera, se anotaron un tremendo boom. Pero estos proyectos empiezan a madurar y comienzan a restar algunos puntos del PIB y no estábamos acostumbrados a observar esos ciclos con tanta fuerza a la salida, lo que se combinó con una caída moderada en el precio del cobre.

MAL CLIMA

¿Y Chile no estaba preparado para enfrentar este enfriamiento?

Si bien todos los países tienen características específicas de cómo enfrentan estos períodos de desaceleración, hay que considerar que en Chile se ha sumado un clima de incertidumbre que ha generado cierta moderación del gasto.

¿Coincide con que este clima de incertidumbre está principalmente motivado por la tensión interna que ha introducido el debate de distintas reformas?

Sí, hay que ser honesto en que las reformas han causado incertidumbre,  es muy difícil hacerlas sin que no generen un clima de incertidumbre, eso es como inevitable. Lo importante es minimizar este efecto y hacerlo lo menos duradero posible.

¿Una de estas reformas es la tributaria?

Claro, todavía existe incertidumbre exactamente en cómo se aplica, en cómo afectará a las distintas actividades económicas, a las empresas y a la sustentabilidad de varios proyectos. El proyecto aprobado tiene problemas que sería deseable en algún momento revisar.

¿Por ejemplo?

El impuesto marginal al ahorro es mayor al impuesto al gasto en empresas semiintegradas, y los extranjeros obtuvieron un beneficio mayor a los locales. Son distorsiones que hay en muchos sistemas tributarios, pero no son buenas, en especial cuando se quiere dar más equidad horizontal y eficiencia.

¿No era el momento para llevar adelante esta reforma?

Siempre habrá disculpas para no hacer reformas. Cuando la economía está bien se dice para qué vamos a hacerlas, y cuando la economía se desacelera la pregunta es para qué las hacemos ahora, pero ese no es el tema central, sino que es hacer reformas con los menores grados de incertidumbres posibles y, en ese sentido, han surgido muchas dudas exactamente del contenido, de la extensión, de qué es lo que abordarán las distintas reformas.

¿Y eso persiste, por ejemplo, en la reforma educacional?

La reforma educacional partió por un tema que está lejos de ser el prioritario e introdujo un grado de confusión inédito. Más importante es el tema de costos de las universidades y calidad de la educación primaria y secundaria.  Me llamó la atención que en la discusión del lucro, las ATE (Agencias Técnicas Educativas), arriendo-compra de colegios, nunca se consideró lo que sabemos de la ley de valores y operaciones con partes relacionadas, que es una forma conocida para evitar sacar utilidades por vías que no corresponde, donde se pueden aplicar sanciones muy severas.  Pero se prefirió el enredo inmobiliario, probablemente, para evitar el excesivo cierre de colegios, pero no se ha planteado así ni ha existido una discusión profunda de la evidencia y las opciones para asegurar que los niños vayan a colegios estables. Hay que dar una mirada más integral a los problemas y ver qué sabemos de otras áreas.

¿El manejo político debió ser distinto?

A lo mejor, pero a estas alturas lo que sí debería ser un objetivo de política económica es tratar de acotar y aclarar los contenidos de las reformas: educacional, laboral y constitucional. Porque existen tensiones políticas que no son simples y, en particular, cuando este gobierno tiene un mandato ciudadano de hacer reformas. Entonces, obviamente, hay que saber, y ese es un problema político,  cómo se va navegando entre la tensión que provoca una reforma, los grados de certidumbre que se deben generar y el de permitir que la economía siga creciendo… Es una ecuación muy compleja.

EL PELIGRO

¿Es momento de echar pie atrás o por lo menos congelar momentáneamente alguna?

No se puede decir que no vamos a hacer ninguna reforma, eso provocaría un descontento que generaría mayor incertidumbre, porque sabemos que el país quiere que haya cambios. Esto hay que entenderlo como lo recordaba el ex Presidente Patricio Aylwin el lunes pasado en la conmemoración de los 25 años de su elección: los países van pasando etapas y tienen que entrar a las nuevas etapas aprovechando lo que se ha hecho en las etapas anteriores. Pero no hay que olvidar que Chile ha logrado un tremendo progreso, pero para seguir avanzando hay que abordar los temas de inclusión social.

¿Ese avance que se ha hecho hoy está en riesgo?

No creo, pero obviamente nuestras perspectivas de crecimiento no son las mismas que teníamos hace 20 años, porque estamos en otra etapa. Los países parten ordenándose, como lo hizo Chile y como lo han hecho otros  en la región, pero después viene la etapa de las reformas que es más compleja, pero necesaria para que el país siga creciendo, pero eso obviamente va teniendo costos.

¿En el crecimiento?

Sí, pero no sacamos nada con tratar de hacer un país más inclusivo, pero más pobre. Precisamente, a quienes queremos ayudar más es a quienes no han logrado los grados de avance que nos gustaría que tuvieran en un país que crece. Por eso, es fundamental tener ojo en cómo las reformas nos irán afectando en nuestro crecimiento de largo plazo. Creo que un país que no haga nada en educación o en áreas de servicios básicos para la gente no es un país que tiene buenas perspectivas de crecimiento, porque el grado de polarización y el espacio que se abre para el populismo son tremendos y casi irreversibles. De ahí que un gobierno siempre tiene que estar enfatizando que el objetivo es hacer un mejor país para todos, poniendo especial énfasis en quienes tienen menos oportunidades.

¿No está suficientemente garantizado el crecimiento por el gobierno?

No es al menos la parte central de la discusión pública. Hay un clima político en general enrarecido que va desde el financiamiento a la política, que nadie sabe hasta dónde va a llegar ni quiénes están involucrados, hasta los casos La Polar y cascadas. Hay que hacerse cargo de esos temas y avanzar para terminar con esos ruidos adicionales.

¿Hay un elemento extra por el cual preocuparse del crecimiento de la economía cuando el presidente del Banco Central señala que "hemos visto el fin del llamado superciclo de las materias primas?

Sí, eso está pasando, aunque hay heterogeneidad y nosotros nos beneficiamos mucho con la caída del precio del petróleo. No obstante, lo que es muy positivo para Chile es que tiene capacidad de hacer política económica contracíclica y mitigar estos ciclos externos. Antes, cuando la economía mundial tenía una recesión, a nosotros nos pegaba el doble, lo vemos hoy en Rusia, por ejemplo. Pero en Chile hemos escapado de ese síndrome y nos podemos acomodar con nuestra política económica flexible.

Que se refleja en el tipo de cambio…

Precisamente la depreciación que ha experimentado el tipo de cambio y las bajas tasas bajas son una gran contribución a atenuar el ciclo económico. De manera que las condiciones de la economía internacional pueden agregar un impulso negativo, pero tenemos amortiguadores como no habíamos tenido nunca. Por tanto, el principal determinante de la evolución de nuestra situación económica, pese a lo abierta que es, es lo que hagamos internamente.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.