La tenue división de los alemanes a 25 años de la caída del Muro del Berlín

Las diferencias entre los alemanes del este y del oeste se han reducido, en especial entre los jóvenes.




A 25 años de la caída del Muro de Berlín (casi el mismo tiempo entre que esa barrera fue levantada, en 1961, y derribada, en 1989), un buen ejemplo de la nueva Alemania que se ha forjado en este período, es el hecho que los dos puestos políticos más relevantes del país son ocupados por personas que se criaron en la comunista Republica Democrática Alemana (RDA): Angela Merkel, elegida canciller federal en 2005 y Joachim Gauck, jefe de Estado desde 2011. De hecho, hay consenso en que las diferencias entre los "Ossi" y los "Wessi", los alemanes del este y del oeste, se han reducido sorprendentemente, en especial entre las generaciones más jóvenes, aunque aún no han desaparecido del todo.

"La igualdad total no se ha logrado, pero los temores de la antigua República Federal de que el este de Alemania se convertiría en una región subdesarrollada que arrastraría al país durante décadas no se han cumplido. Es indudable que la reunificación ha traído grandes avances", aseguró el historiador alemán Heinrich August Winkler, que acaba de lanzar el libro De la Guerra Fría a la caída del Muro.

"Cuando hablo con estudiantes, ninguno se identifica por su procedencia de un lado u otro de la antigua frontera. Me dicen que son de un Estado o de otro, o en qué barrio de Berlín viven, pero no si son del Este o del Oeste", destacó al diario español El País Roland Jahn, quien está a cargo del gubernamental archivo de la Stasi, la policía secreta comunista.

De todas formas, el muro que dividió a los alemanes sigue existiendo en la práctica, aunque ahora sea muy tenue. Así, si bien el Producto Interior Bruto de los cinco Estados del este se ha duplicado desde la reunificación, en 1990, el PIB de esas regiones equivale aún a dos terceras partes de las occidentales. De igual forma, aunque la tasa de desempleo está en torno al 10%, la cifra más baja desde 1990, todavía está lejos del 6% que se registra en el Oeste.

Además, mientras ciudades del Este como Leipzig o Dresden -para qué decir Berlín- viven un fuerte revival y se han puesto de moda especialmente entre los jóvenes que buscan nuevos desafíos o oportunidades, desde la caída del Muro, en general los territorios que conformaron la antigua RDA han perdido más del 20% de su población y enfrentan un rápido proceso de envejecimiento.

Un reciente sondeo realizado para la revista Focus sostuvo que el 75% de los habitantes de los cinco estados del Este están satisfechos con la reunificación, porcentaje que llega hasta el 96% en los jóvenes. Claro, si aparejado a los cambios económicos, llegó la libertad para viajar y leer libros y diarios que antes estaban restringidos o abiertamente prohibidos. Pero no tienen la misma opinión los antiguos ciudadanos de Alemania Occidental. Sólo la mitad de ellos considera que "el cambio", como le dicen a la reunificación, tuvo más pros que contras. Entendible, considerando que ellos, que ya gozaban de las libertades, tuvieron que, además, hacerse cargo del "impuesto solidario" para ayudar a las zonas más retrasadas, es decir, las orientales.

Los antiguos ciudadanos de la RDA echan de menos algunos aspectos del antiguo régimen que lideró Erich Honecker hasta semanas antes de la caída del muro. El 78% de los encuestados considera que la educación era mejor en la Alemania Oriental, y la mayoría cree que también era más positivo el sistema de salud y la igualdad entre hombres y mujeres. Para qué decir los jubilados orientales que ven con mal humor y desagrado que su pensión es considerablemente menor a las que reciben en el Oeste, pese a que trabajaron la misma cantidad de años y en puestos similares que los "Wessi".

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