Las batallas que marcaron la vida del ex canciller

La férrea oposición al fallecido general Augusto Pinochet -a quien quiso derrotar a fuerza de protestas sociales-, la histórica rivalidad que mantuvo con el ex Presidente Aylwin y su amistad con Piñera -que tensionó a la Concertación- caracterizaron los 92 años del llamado "Conde" DC. <br>




Recluido en su casa y totalmente alejado de la vida política pasó estos últimos meses el ex canciller Gabriel Valdés. En su hogar en Las Condes, sólo estaba disponible para recibir a su familia y a un restringido grupo de amigos, entre ellos el ex ministro del régimen militar Hernán Felipe Errázuriz, quien se convirtió en uno de sus confidentes más cercanos.

Los últimos días de Valdés contrastan con su convulsionada trayectoria política. Fue ministro de Eduardo Frei Montalva y tras el golpe de 1973 se transformó en uno de los principales líderes de la oposición a Augusto Pinochet, y compitió, sin éxito, con Patricio Aylwin por transformarse en el primer gobernante de la transición.

La cita en Nueva York en la que advirtió a Allende sobre el golpe.

Con Salvador Allende no eran amigos, pero sí mantenían una relación de cordialidad. Sus familias se conocían y ambos se respetaban. Esa relación fue la que permitió que el socialista, todavía como presidente electo, le pidiera a Valdés que gestionara un encuentro con Frei Montalva, cita que, según sus cercanos, fue tan tensa que terminó agudizando las diferencias entre ambos. El ex canciller volvería a concretar una segunda cita en busca de acercamientos, ya con Allende en La Moneda, pero tampoco logró sus objetivos.

Tiempo más tarde, Allende y Valdés se reunirían en la casa de Carlos Altamirano. Según cuenta el mismo ex canciller en sus memorias, el ex mandatario le contó que Fidel Castro le había pedido, entre otras cosas, que lo nombrara como ministro de Relaciones Exteriores, propuesta que fue rechazada por el DC. En la misma comida, el presidente le ofreció ser el abogado de Chile en el pleito del Beagle, lo que también fue desestimado por Valdés, quien apeló siempre a sus intenciones de radicarse en el extranjero. En 1971 fue nombrado subsecretario general de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), viviendo en Nueva York por 10 años.

Según el ex presidente de la DC Ricardo Hormazábal, la última vez que Allende y Valdés coincidieron fue en junio de 1973, estando el mandatario de viaje en Estados Unidos. De acuerdo al dirigente, Valdés le planteó la necesidad de tomar acciones concretas frente al escenario de crisis interna, advirtiéndole que de no mediar cambios drásticos debería enfrentar un golpe de Estado.

El 11 de septiembre de 1973 sorprendió a Valdés en Costa Rica por su cargo en la ONU. Intentó regresar a Chile, pero se le hizo imposible. Aún así, condenó de inmediato el golpe, tomando distancia de lo que hacían su partido y el ex Presidente Eduardo Frei Montalva.

La férrea oposición a Pinochet

En la UDI y en la DC mencionan que cada vez que Gabriel Valdés se topaba con Pablo Longueira y Juan Antonio Coloma, les recordaba su fino traje italiano que llevaba en 1986, cuando el fallecido Edward Kennedy llegó a Santiago.

Ese día, los ex dirigentes juveniles del gremialismo protestaban en las cercanías del aeropuerto en contra de la visita del senador norteamericano, quien había impulsado una ley en EE.UU. para prohibir la venta de armas a Chile.

Al ver la manifestación, Valdés -quien ayudó a lograr apoyo internacional a la oposición a Pinochet- se bajó del automóvil que había recogido a Kennedy para contener a los manifestantes, quienes reaccionaron lanzándole huevos.

En esos años, Valdés era presidente de la DC y líder de la Alianza Democrática, conglomerado de democratacristianos, socialistas, socialdemócratas, liberales y radicales, creado en 1983, que buscaba la renuncia de Pinochet y constituir un pacto social amplio para el regreso de la democracia. La base de la coalición daría pie al Acuerdo Nacional, firmado en 1985, junto a colectividades de derecha para impulsar una transición democrática.

Pese a que algunos partidos abandonaron la Alianza Democrática por no cumplir sus objetivos, los acercamientos entre las colectividades opositoras a Pinochet sirvió de precedente para la conformación de la Concertación en 1987, que tuvo entre sus fundadores a Valdés.

A causa de su participación en protestas contra el gobierno militar, Valdés fue detenido dos veces y llegó a estar procesado e incomunicado durante el régimen. Al ex senador DC le gustaba recordar que Pinochet una vez se refirió a él como un "badulaque".

Su fallida apuesta por la Alianza Democrática y la histórica rivalidad con Aylwin

Con el liderazgo que ejercía desde la Alianza Democrática, donde había estrechado lazos con algunos dirigentes socialistas como Ricardo Lagos, Valdés hizo ver a sus cercanos que era momento de sincerar sus aspiraciones presidenciables, sobre todo luego de posicionarse como uno de los más férreos opositores a Pinochet dentro de la DC. Con la idea de priorizar su rol en el bloque opositor, en 1987 decide no repostularse a la presidencia de su partido e inicia un nuevo proceso que significaba recorrer el país para trabajar por el triunfo del No en el plebiscito de 1988. Una decisión que, según sus cercanos, a la larga le terminaría pasando la cuenta en su apuesta presidencial, ya que lo alejó de la dinámica interna de la DC, dando ventaja a su principal rival: Patricio Aylwin.

Instalado en una oficina en la calle Santa Lucía, se marginó completamente del proceso que terminó con la llegada de Aylwin a la presidencia de la colectividad.

La apuesta de Valdés terminaría siendo fallida, pues la Alianza Democrática se disolvería poco después, luego de que el bloque socialista encabezado por Ricardo Núñez y Marcelo Schilling optó por retirarse. Una decisión que Valdés enrostró por muchos años a sus aliados más cercanos dentro del PS.

Con la posterior conformación de la Concertación de partidos por el No, y desde la presidencia de la DC, Aylwin quedaría mejor perfilado para la primaria interna que definiría al abanderado presidencial.

El ex presidente se impuso al ex canciller y a Eduardo Frei Ruiz-Tagle, y aunque esa misma noche Valdés reconoció la derrota, de inmediato comenzaron a aflorar las desconfianzas tras las denuncias de irregularidades en el proceso -que con el tiempo pasaría a apodarse como el "Carmengate"-, y partidarios del ex canciller acusaron a los adherentes de Aylwin de haber manipulado la elección.

El hecho marcó, definitivamente, el distanciamiento que por años mantuvo con el ex mandatario.

Pese a las diferencias históricas, sin embargo, durante los últimos años optaron por dar algunas señales de distensión. Hace dos meses, de hecho, y estando el ex canciller internado en la clínica, Aylwin llegó sorpresivamente a visitarlo. Sus cercanos subrayan que fue una señal de respeto, pero jamás de reconciliación.

La cita en casa de Zaldívar donde aseguró la presencia del Senado

Días antes del traspaso de mando en 1990, la casa de Andrés Zaldívar fue el escenario en que se reunieron a cenar Valdés y los dirigentes de la UDI Jaime Guzmán y Juan Antonio Coloma.

La cita era el último de una serie de encuentros en que se negoció la composición de las mesas del Congreso. Y fue precedida de una serie de acercamientos preliminares, en los que participó también Jovino Novoa, para sellar el pacto que permitió que el 11 de marzo de ese año, Valdés y Beltrán Urenda (independiente pro UDI) asumieran la presidencia y vicepresidencia del Senado, mientras que José Antonio Viera-Gallo (PS) tomara posesión de la titularidad de la Cámara, secundado por Coloma y Carlos Dupré (DC).

El acuerdo había sido definido como un objetivo estratégico por la Concertación para garantizar una tranquila transición democrática.

Así, Valdés fue alzado como la carta del nuevo bloque oficialista. Zaldívar recuerda que entonces se fijaron tres líneas de negociación. El primer acercamiento se hizo con Sergio Onofre Jarpa y Miguel Otero, de RN. Sin embargo, en la tienda de calle Antonio Varas pusieron reparos al nombre de Valdés, dado su rol como férreo opositor a Pinochet.

A esas alturas, la Concertación ya manejaba un plan B, y comenzó a negociar con ex uniformados que asumirían como senadores institucionales. Entre ellos, el general en retiro de Carabineros Vicente Huerta había expresado su disposición a apoyar a la carta concertacionista. Fue entonces cuando Guzmán entró a las tratativas, ofreciendo el acuerdo para asegurar la elección de Valdés, con quien, según algunos cercanos, tenía un lejano lazo de parentesco.

Entre los conflictos con Argentina y la visita de la reina Isabel

A Valdés -según revela en sus memorias- nunca le agradó que el Ministerio de Relaciones Exteriores, que originalmente ocupaba el ala sur de La Moneda, saliera de la sede presidencial.

El ex canciller de Frei Montalva creía que el poder del ministerio radicaba en la cercanía constante con el mandatario.

Fue jefe de la diplomacia chilena desde el 3 de noviembre de 1964, al 3 de septiembre de 1970, lo que lo convierte en el titular de RR.EE. que más tiempo ha permanecido en el cargo.

Uno de los momentos más difíciles de su gestión se registró en 1965, con la muerte del teniente de Carabineros Hernán Merino, fallecido en medio de un incidente fronterizo con gendarmes argentinos en la zona de Laguna del Desierto. El hecho gatilló protestas en territorio nacional contra Argentina.

En esos años, ambos países también mantenían una disputa por el lago Palena, que fue resuelta mediante arbitraje en 1966 por la reina Isabel II, que al final dividió el territorio entre los dos países.

La misma monarca británica, a quien Valdés también le pidió que arbitrara en el conflicto del Beagle, visitó Chile en 1968. El hecho es uno de los momentos más recordados de la política exterior de Frei Montalva.

Sus diferencias con Frei y Alvear.

En el entorno del senador Eduardo Frei señalan que uno de lo momentos duros de su pasada campaña presidencial fue la aparición pública de Gabriel Valdés con el entonces candidato de la derecha, Sebastián Piñera.

El hecho marcó, a juicio de dirigentes falangistas, la eterna rivalidad que mantuvo con el hijo de Frei Montalva respecto de quién era el heredero político del fallecido ex presidente. En 1988, en la elección interna para definir al candidato presidencial de la DC, que derivó en el escándalo conocido como "Carmengate", Valdés no sólo compitió contra Aylwin, sino que también contra Frei.

Una relación distante también mantuvo con la senadora Soledad Alvear. En la contienda primaria interna entre Alvear y Michelle Bachelet, el fallecido ex senador optó por apoyar veladamente a la ex ministra de Defensa. "Veo a Michelle Bachelet cómo el pueblo la quiere, no por lo que dice, sino cómo lo dice y hace las cosas", dijo. Algunos atribuyeron esa distancia al hecho de que la senadora es esposa de Gutenberg Martínez, principal hombre de confianza de Aylwin en la interna DC para el episodio del "Carmengate".

Polémica relación con Piñera.

Si bien fueron varias las críticas que recibió, muy pocos dentro de la Concertación se vieron sorprendidos por la señal de respaldo que, en octubre de 2009, Gabriel Valdés dio en favor del entonces candidato presidencial de la oposición, Sebastián Piñera.

Conocida era la relación de afecto y amistad que cultivaba con el RN, y que heredaba de un estrecho vínculo entre el senador DC y el padre del presidenciable, José Piñera Carvallo.

La relación se había fortalecido cuando este último se desempeñó como embajador de Chile en la ONU, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, mientras Valdés se desempeñaba como canciller y frecuentaba la casa de los Piñera en Nueva York.

Allí, Piñera generó cercanía con el fallecido DC, la que se fortaleció cuando ambos coincidieron en el seno de la Cámara Alta, con el retorno de la democracia.

Parlamentarios recuerdan que el trato que Valdés mantenía con Piñera siempre se asemejó más a una relación familiar que a la de compañeros de labores. Según señalan, el DC lo trataba "como a un nieto más". Fue esa cercanía la que, en plena campaña de primera vuelta de las pasadas presidenciales, posibilitó que el ex senador falangista adelantara que Piñera sería un "buen Presidente".

Cercanos a Piñera comentan que apenas asumió el Jefe de Estado evaluó hacer partícipe a Valdés del gobierno, lo que se tradujo en un ofrecimiento para volver a ocupar el cargo de embajador en Roma, Italia. En el entorno de Valdés se admite que éste en algún minuto evaluó aceptar la oferta, aunque su familia y algunos amigos le aconsejaron desistir para no tensionar su relación con la DC y el resto de la oposición.

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