Misil alcanza las afueras de Jerusalén e Israel intensifica ataques contra Gaza

Por primera vez desde 1991, volvieron a sonar las alarmas antiaéreas en esa ciudad. Un proyectil cayó en Gush Etzion.




Los tambores de guerra retumban tan fuerte en la Franja de Gaza que incluso ya se escucharon en Jerusalén, donde no sonaban las alarmas antiaéreas desde el año 1991. La intensidad del conflicto entre Hamas y el gobierno israelí -el peor en los últimos cuatro años- se multiplicó ayer. En la tercena jornada consecutiva de intercambio de proyectiles, el número de víctimas mortales palestinas se elevó hasta 28, a las que hay que añadir más de 260 heridos, la mayoría de ellos civiles.

Mientras, el Ejército israelí, que ya ha movilizado a más de 75.000 reservistas, se prepara para una posible incursión en la Franja de Gaza, como ocurrió en 2008. Tras advertir que la siguiente fase de la ofensiva "está en camino", desplegó sus tropas alrededor de la frontera con el pequeño territorio palestino.

El día se inició con una precaria tregua, que ambas partes acusaron de violar, durante la visita a Gaza del primer ministro egipcio, Hisham Kandil. Cualquier atisbo de apaciguamiento se esfumó a primera hora de la tarde, tras el impacto de un proyectil de fabricación iraní cerca del asentamiento de Gush Etzion, en las afueras de Jerusalén, a unos 70 kilómetros de Gaza.

Aunque no dejó ninguna víctima fatal ni daños materiales, la demostración de fuerza de Hamas provocó una intensificación de los ataques contra la franja, dirigidos contra los líderes de ese grupo palestino, arsenales y edificios oficiales.

En total, en los últimos tres días, el Ejército israelí ha efectuado más de 650 bombardeos contra la franja, mientras que de Gaza han salido más de 550 proyectiles en dirección al sur de Israel. El premier egipcio visitó el hospital donde reciben cuidados las víctimas de los bombardeos israelíes y se entrevistó con el jefe de gobierno de Gaza, Ismael Haniyeh. Su visita significa el fin de la política internacional de aislamiento de la Franja de Gaza y del gobierno de Hamas, patrocinada por EE.UU. "Lo que he visto hoy en el hospital... es algo ante lo que no podemos permanecer callados", dijo Kandil. Sus muestras de solidaridad con el pueblo palestino reflejaron los sentimientos de los árabes, que salieron a la calle en ciudades de varios países para expresar su rechazo por la ofensiva contra Gaza.

Con su gesto de enviar a su premier, el Presidente egipcio, el islamista Mohamed Morsi, no logró forzar una tregua duradera entre los dos bandos, pero sí recuperó un rol de liderazgo que Egipto había perdido durante el gobierno de Hosni Mubarak. "El Cairo no abandonará a Gaza a su suerte. El Egipto de hoy no es el Egipto de ayer", dijo Morsi.

Sin embargo, la iniciativa de Kandil fue aplaudida también por Washington, que es consciente de que Egipto es un actor crucial para buscar una salida negociada a la crisis. No en vano, es el único que mantiene relaciones con ambos bandos.

El Presidente de EE.UU., Barack Obama, sin ir más lejos, elogió los esfuerzos de Morsi en un diálogo telefónico con el mandatario.

Al mismo tiempo, Obama apoyó el derecho de Israel de autodefenderse, durante una conversación telefónica con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

Por su parte, el Presidente palestino, Mahmoud Abbas, condenó los disparos y bombardeos de Israel y prometió que no cambiará sus planes de presentar una solicitud a la Asamblea General de la ONU para convertirse en observador de la institución internacional el próximo 29 de noviembre. "El ataque contra Gaza es un ataque contra todos los palestinos ... Estos días difíciles deben empujarnos a un mayor esfuerzo para la reconciliación (palestina)", declaró Abbas, quien gobierna sólo en Cisjordania, después de que Hamas tomara el control en la Franja de Gaza. La popularidad del rais palestino se ha visto aún más dañada por este conflicto. Ayer, miles de personas, muchas de ellas con las banderas verdes de Hamas, se manifestaron en Ramala, sede del gobierno palestino y feudo tradicional del movimiento Al Fatah.

Primavera Arabe sacude al conflicto palestino-israelí

Durante meses, la geografía de la Primavera Arabe parecía ignorar el conflicto palestino. Mientras a principios de 2011 los centros de El Cairo y Túnez hervían, y estallaba la violencia en Libia y Siria, el punto más caliente del planeta durante las últimas décadas parecía frío como un témpano de hielo. Sin embargo, era pura apariencia. Si bien la erupción de Gaza no está directamente relacionada con la ola de cambios en el Mundo Arabe, ésta sí ha alterado las constantes del contencioso palestino-israelí.

La victoria de Hamas en las elecciones de 2006 y su posterior control absoluto de la franja fue acogido por la Casa Blanca de George W. Bush con un duro bloqueo tanto económico como político. Ante el ostracismo al que le sometieron los gobiernos autoritarios árabes, a Hamas no le quedó otro remedio que reforzar su alianza con Teherán. En todos estos años, las penurias se han cebado sobre los habitantes de Gaza, sin provocar el esperado levantamiento popular contra la formación islamista. Sin embargo, la seguridad de Israel parecía más fuerte que nunca.

Este panorama empezó a cambiar de forma subliminal tras las revueltas árabes, pero no ha sido hasta el actual estallido violento que se ha hecho evidente. El gran beneficiado de la Primavera Arabe ha sido el islamismo moderado, representado por los Hermanos Musulmanes, partido de gobierno en Egipto, y alma mater de Hamas.

De ahí que no sea sorprendente la visita a Gaza del primer ministro egipcio, Hisham Kandil, que proporcionó una estocada de muerte a la política de aislamiento de Hamas patrocinada por Washington. Así, tras el anuncio de El Cairo, el gobierno islamista de Túnez anunció el envío a Gaza de su propio representante. Unas muestras de solidaridad que representan una victoria política para Hamas y una advertencia hacia Israel. Sus ofensivas contra los palestinos, como la de 2008, podrían ahora encontrar una respuesta más contundente de los países árabes, algo que puede modificar la ecuación política del conflicto.

Afectados por serios problemas económicos, es impensable que los Estados árabes se impliquen militarmente en esta contienda. De la mano de Washington, Israel continuará gozando de la supremacía absoluta en el ámbito militar. Ahora bien, la rehabilitación internacional de Hamas, unido a los problemas del "raís" palestino, Mahmoud Abbas, obligará a la comunidad internacional a repensar su enfoque sobre el conflicto, y a idear un nuevo marco de negociaciones para alcanzar la paz.

La confusión que provoca una región en mutación constante no permite ahora mismo una visión clara de su perfil futuro. Pero de lo que no hay duda es que también en la cuestión palestina no hay vuelta atrás al viejo orden.

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