Road trips: la carretera no pasa de moda

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En tiempos donde subirse a un avión es más rápido, más seguro y muchas veces incluso más barato que andar en auto, aún son muchos los que prefieren tomar su vehículo y recorrer largas distancias para viajar. Hoy, cuando el GPS, Spotify y los servicentros llenan las rutas, los apasionados del viaje por carretera cuentan sus historias e intentan explicar por qué, con sus pros y contras, el mítico road trip nunca desaparecerá.




Susana Vera, de 33 años, está ahora mismo viajando al sur con su marido y sus hijos de 4 y 3 años. No es la primera vez que lo hace. Ella tiene cuatro hermanos y desde muy pequeña los largos viajes en auto con su familia son una tradición. "Esos viajes te marcan. Me marcaron a mí y veo ahora que lo mismo pasa con mis niños, que con cada experiencia aprenden un montón. La gracia del auto es la independencia. Tú vas donde quieres y en los tiempos que quieres", cuenta.

Mientras que la competencia de las aerolíneas ha llevado a que los pasajes alcancen cifras históricas, desde los 14 mil pesos por un tramo como Santiago-La Serena, aún hay una gran mayoría de chilenos que opta por subirse a su auto, llenar al máximo maleteras y parrillas, y recorrer las carreteras del país durante sus vacaciones. Según cifras de la Subsecretaría de Turismo, un 44 por ciento de los chilenos que viaja en temporada alta prefiere el auto como medio de transporte. De hecho, las plazas de peajes consignan que la circulación en carreteras ha tenido un 160 por ciento de crecimiento desde el año 2006.

"El uso de las carreteras no sólo crece porque hay más automóviles, sino porque la gente viaja más y usa las carreteras en una proporción mayor que los años anteriores", aclara Eduardo Bottinelli, gerente de ventas de Copec, empresa que hoy tiene 85 tiendas Pronto repartidas entre Iquique y Puerto Montt. De hecho, de las 50 estaciones que hoy posee en la Ruta 5, el 20 por ciento se ha abierto en los últimos cinco años.

Bottinelli explica que el aumento del parque automotriz –que creció un 90 por ciento desde 2006– es especialmente importante para los hogares del segmento medio-bajo. Mientras que en 2002 sólo la mitad de estas familias tenían auto, hoy el 65 por ciento ha adquirido uno. Algo que ya había notado el sociólogo Eugenio Tironi en una columna publicada el año pasado, donde tras regresar de sus propias vacaciones analizaba la "revolución demográfica" que habían generado las carreteras concesionadas al "democratizar" el veraneo. "Me bastó asomarme a la carretera para notar que estaba colmada de vehículos modestos repletos de pasajeros […] Encontrar las figuras rubias, esbeltas y con dockers, esas que dominaban hace una década, era como hallar una aguja en un pajar. La mayoría eran morenos, bajos, algo entrados en carnes, con shorts y camisetas de la U o del Colo-Colo, que salían de los baños con la cabeza mojada para combatir el calor antes de reingresar a sus vehículos", afirmaba el texto que no estuvo exento de polémica.

Las razones para seguir optando por un viaje de carretera son numerosas. En el caso del chileno, probablemente la principal sea el ahorro. "Para nosotros fue bastante económico. El gasto diario del viaje fue de unos 40 mil pesos, incluyendo bencina, alojamiento, comida y gastos asociados. Y no somos para nada apretados", dice la profesora Antonieta Vergara, quien este verano viajó por 21 días con su marido y su hijo Manuel, de un año y medio, desde Santiago hasta Puerto Pirihueico, en la región de Los Ríos.

Según Carlos Scheuch, cofundador de la web de viajes Faro, en su comunidad virtual muchos viajeros declaran que uno de sus sueños es hacer un gran viaje de carretera. "Ir en auto te permite detenerte todas las veces que quieras para ver un atractivo, o hacer pequeños desvíos para visitar lugares que de otras formas no podrías. Así, estás obteniendo algo que el avión jamás te entregará", explica.

"Andar en avión también se hace más cansador. Las esperas en los aeropuertos, descargar cosas, pasar papeles, esperar… en cambio viajando en carretera te largas no más, quizás tendrás seis horas de viaje pero es más práctico", dice Allan Follert, bajista de la banda Keko Yoma, que recorrió Europa en una camioneta acondicionada.

Para Rich Harril, director del International Tourism Research Institute de la Universidad de Carolina del Sur, en Estados Unidos, la rapidez y eficiencia del viaje en avión, con todas las comodidades que contempla, pasa por alto que los viajes son una metáfora del mismo viaje que es la vida, y en ese sentido, lo más valioso está en los detalles. "La narrativa del viaje, que es flexible, romántica y compartida, se pierde".

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El descapotable vs. la "pan de molde"

El viaje de carretera, o road trip, como le llaman los estadounidenses, es un ícono para los viajeros de todo el mundo y ha sido utilizado en libros, películas y series de televisión como una representación de la libertad y el autodescubrimiento (ver recuadro). "No sé si todas las nacionalidades entienden el road trip igual, pero sin duda es una cosa muy norteamericana de hacer. Cuando queremos entender los Estados Unidos nos subimos al auto, y es como volver a ser niños: tú decides lo que hacer, cuándo tomar un desvío, cuándo detenerte", dice el escritor de viajes y corresponsal de NatGeo traveller, Robert Reid.

Como explica el profesor de NYU y experto en literatura de viajes, Steve Hutkins, el viaje de carretera es un fenómeno arquetípico surgido en EE.UU. "Se refiere a alguien que ha dejado atrás las normas, responsabilidades y requisitos de la vida cotidiana, al menos durante el viaje. Como resultado, tienden a ser vistos como hipsters, que buscan durante su viaje una experiencia trascendental que le dé un significado más profundo a sus vidas o responda a alguna pregunta existencial".

Sin embargo, para el chileno promedio, la imagen del joven rebelde, con lentes de sol, que avanza a gran velocidad por la carretera en un descapotable es un poco más lejana. "Es una fantasía importada y no le veo mucho jugo. Uno necesita plata y tiempo para eso, sale caro ir a encontrarse en el camino. La vacación en familia o el viaje de toda la tribu tiene su propia tradición", opina el escritor Daniel Villalobos.

Efectivamente, quienes retratan sus viajes dan cuenta de las diferencias. Del descapotable se pasa a la "pan de molde", una van pequeñita donde las familias viajaban e incluso muchas veces, dormían. Susana Vera cuenta que cada uno de sus hermanos llevaba su propia almohada para dormir, y que cuando había que subir una cuesta o pasar algún obstáculo tenían que bajarse todos del vehículo para que "la pan de molde" pudiera avanzar.

El empresario Álvaro Díaz, de 32 años y que en marzo inaugura su hostal Vuelta al mundo en Providencia, recuerda que alrededor de los 11 hizo un viaje de Santiago a Arica con su papá y dos antiguos amigos de él. "Todos ellos habían nacido en el norte, entonces en el viaje me iban contando sus historias y fue así cómo supe más de la infancia de mi papá. Íbamos en un Peugeot 504, del año 89, que tenía tres corridas de asientos, lo que nos daba espacio para descansar en el auto y llevar un montón de equipaje. Si no había alojamiento dormíamos ahí o acampábamos en la playa", relata.

Pero cada vez más los chilenos aspiran a un viaje de carretera con mayores comodidades y sofisticación. De hecho el interés por acondicionar autos y camionetas para viajes largos, y las ventas de casas rodantes y motorhomes han crecido considerablemente en el país. Sólo con las motorhomes se calcula un aumento en las ventas de un 300 por ciento en los últimos 10 años.

Pamela Martínez retrata en su blog La Brújula el viaje que está realizando en una combi acondicionada junto a su marido, en un recorrido que no tiene fecha de término y que hoy la tiene en Puelo, región de Los Lagos. "Lo más importante no es el destino, sino el trayecto. Los desafíos, obstáculos y la gente que uno conoce en el camino, que te va enseñando de su cultura", afirma la actriz de 36 años que ha recorrido numerosos lugares de Europa, Asia y América.

Otro que se ha hecho famoso por sus travesías es el actor Cristián Riquelme, quien junto a su esposa recorrió 52 mil kilómetros desde Alaska a la Patagonia (que es también el nombre de su blog) y ahora se encuentran viajando por el sur de Chile en su camioneta-camper acondicionada. "Viajar es ver las cosas de otra forma. La ruta tiene la particularidad de que en ella no se puede planear mucho, uno puede planear ir de A a B, pero todo lo que pasa entremedio es lo entretenido, desde una pana, a terminar un restaurant con carne mechada espectacular que no sabías que existía o alojar en ese lugar espectacular que te dio el dato una señora y donde nadie va".

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De la Turistel al Google Maps

Tomás Sánchez ha recorrido Chile como quizás muy pocos lo han hecho. Su padre, Jorge, fue el creador de un documento fundacional de la cultura de viajes carreteros en Chile: la guía rutera Turistel (hoy llamada Chiletur Copec). Publicada por primera vez en 1987 con el nombre de "Guía Banco de Osorno" sólo cubría la zona de Temuco-Valdivia y Osorno-Puerto Montt. "Éramos seis hermanos y mi papá en un furgón Suzuki, esos 'pan de molde' de 1982, en unos viajes eternos, terribles, donde todos teníamos que ir anotando en cuadernos las distancias, los atractivos y los desvíos. Mi papá, quien decía que si uno se daba el tiempo para recorrer, Chile era igual de ancho que de largo, paraba cada cierta cantidad de kilómetros y se grababa explicando lo que veía, entrevistaba gente y tomaba fotos", cuenta.

Desde que los Sánchez comenzaron a retratar Chile en sus guías, hartas cosas han cambiado. La ayuda de los GPS y aplicaciones de navegación se han transformado en un aliado para los viajeros, aunque muchos aseguran que los mapas virtuales son menos fiables que los de papel, y no abandonarían su mapa rutero por nada. "A nosotros Google Maps nos hizo perdernos en medio de la cordillera de Nahuelbuta. Discutimos, nos enojamos, nos angustiamos pensando que jamás saldríamos y tuvimos que pedir ayuda. Lo divertido es que al volver coincidimos que fue uno de los mejores momentos del viaje", cuenta Antonieta Vergara.

"Tengo un lindo recuerdo de viajar junto a la guía Turistel, donde aparecían lugares que visitar y hasta ilustraciones de iglesias de todo Chile. Me marcó mucho esa guía, ya que las ganas de recorrer y los destinos siempre los dictaba el mapa", relata la diseñadora industrial Andrea Tacchi, que viajó con sus papás y hermano al norte en un auto Daewoo Racer, que cuenta que una vez quedó atrapado en las dunas. Otra cosa que ha cambiado drásticamente es el estado de las carreteras. "La conectividad era muy mala, había sólo dos pistas, una de ida y otra de vuelta, no como ahora que es doble vía, lo que hace el viaje mucho más rápido y fluido", dice Álvaro Díaz.

Algo que también ha cambiado son las opciones para servicios de alimentación, aseo y recarga de combustible, la que queda en evidencia con la expansión de los Pronto Copec. "Hemos tenido un alza importante en la demanda por parte de los clientes", explica Eduardo Bottinelli.

Antiguamente, explican los viajeros, salir a la ruta significaba prepararse con comida para largas distancias. Susana Vera recuerda que llevaban varias bolsas con pan con jamón, queso, ave mayo, papas fritas y dulces. Álvaro Díaz cuenta que su papá paraba a comprar pescado frito que metían en marraquetas y que esa era principalmente la alimentación del viaje. Ni hablar del baño: "Hace 25 años atrás uno decía 'quiero ir al baño' y 'cooperaste'. Tenías que bajarte en la mitad del camino, buscar unos árboles y esconderte por ahí. Ahora está lleno de servicentros, mis niños esperan llegar ahí, hay a distancias prudentes", dice Vera.

La música y la entretención son un aspecto que también ha tenido numerosas modificaciones. Si antes las familias preparaban casetes y CD para escuchar cuando la señal de radio se perdía, hoy la música guardada en MP3 y aplicaciones como Spotify simplifican la tarea. "Recuerdo siempre estar viajando trayectos largos escuchando los casete de mi papá. Queen, Led Zeppelin y Pink Floyd son bandas que han influido mucho en mi gusto musical y me traen una nostalgia tremenda de esos veranos", cuenta Andrea Tacchi. El músico y realizador audiovisual de 26 años Mariano Díaz, hizo varios viajes con su hermano y papás por el sur de Chile y Argentina, y recuerda con especial cariño un compilado de Los Beatles que repetían hasta el cansancio. "Mi imaginario musical nació en esos viajes, vivimos la evolución desde el casete al CD y al MP3". Para el músico Nano Stern, que ha realizado numerosos viajes por el mundo, pero no tiene auto (siempre pide prestado), lo más divertido es escuchar las radios locales. "Así conoces los ritmos de cada lugar y lo que está pasando ahí. Igual cuando me subo a un auto y empiezo un viaje se me viene a la cabeza la canción de Willie Nelson, 'On the Road Again'. Eso canto para mis adentros".

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¿Cuánto falta?

En Chile el viaje de carretera es por tradición más familiar. "Sin duda es una instancia para fortalecer lazos familiares", dice el sicólogo infanto-juvenil de Clínica Las Condes, Tomás Miño. Salir de la rutina, moverse en otro ritmo, conversar y tener experiencias gratificantes en familia puede crear recuerdos que perduren en el tiempo e incluso reparar relaciones dañadas, explica el experto. También, agrega, es importante dejar que los niños se aburran, "el tiempo de ocio despierta la creatividad".

Sin embargo, ni en el pasado ni el presente viajar con niños y adolescentes es algo sencillo. Y aunque hoy los videojuegos y tabletas son una herramienta importante para entretenerlos, los fanáticos de este tipo de viajes aplican muchas veces las mismas estrategias que sus papás ocuparon con ellos, para así evitar que los niños pasen pegados a una pantalla. "Jugamos a las adivinanzas, contamos perros, autos de diferentes colores, cuántos puentes hemos pasado, cantamos… además les llevo juguetes, libros, lápices y papeles para dibujar", explica Susana Vera.

"Definitivamente se puede prescindir de pantallas con los niños pequeños", dice Antonieta Vergara. Para ella su reciente experiencia fue una prueba de que, con paciencia y respetando los ritmos de los más pequeños, se puede viajar, y harto. "En este viaje aprendimos otra dimensión de ser familia y nos dimos cuenta que podíamos compatibilizar nuestro instinto viajero con la paternidad, incluso teniendo en consideración que Manuel es alérgico alimentario y tenemos que prepararle todas sus comidas".

Su experiencia de infancia en el norte tiene convencido a Álvaro Díaz de realizar en el futuro otro viaje de este tipo con su hijo, Facundo, que tiene nueve meses. "Para mí es algo absolutamente recomendable, la modernidad nos ha hecho preferir la comodidad por sobre la aventura, pero definitivamente es algo que quiero hacer, dejar de lado el teléfono, el GPS y salir a recorrer con él".

Chile es, en opinión unánime, un destino ideal para recorrer en auto. "Uno siente harto más respeto por la belleza de Chile cuando lo sale a recorrer. Es una instancia de educación a través de la experiencia, sobre todo para los niños, una ocasión para desarrollar tolerancia a la frustración y mejor convivencia. No había viaje sin pelea entre mis hermanos, pero de cada viaje la familia salía más fortalecida", dice Susana Vera.

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