Se duplican chilenas que compran espermatozoides en el extranjero

<img height="21" alt="" width="94" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200907/438255.jpg" />  Matrimonios que buscan que al menos uno de ellos sea el padre biológico del hijo que tendrán, constituyen el 70% del mercado comprador nacional.




Como casi todos los fines de semana, Sandra se sentó muy temprano frente a su computador para leer las noticias en internet. Es ingeniera, ocupa un cargo de responsabilidad en una empresa y necesita mantenerse informada de lo que ocurre en el mundo. Pero esa mañana, no fueron las notas económicas las que llamaron su atención, sino un artículo que relataba la historia de una mujer de 43 años que quedó embarazada después de comprar espermatozoides de un donante. ¿Se podría hacer algo así acá en Chile?, se preguntó. La idea rondó su mente durante todo el día.

Durante su siguiente visita al ginecólogo, lanzó la pregunta: "¿Qué posibilidades tengo de ser madre a los 38 años?", le dijo. "Muchas", le respondió el médico y la derivó donde un especialista de la Clínica Las Nieves, uno de los tres centros en Chile que ofrece abiertamente este servicio. Claro que ninguno lo hace con donantes nacionales. Las Nieves y la Unidad de Reproducción del Instituto de Investigaciones Materno Infantil (Idimi) del Hospital San Borja Arriarán utilizan donantes estadounidenses, mientras que la Clínica IVI cuenta con un banco de espermatozoides propio, con muestras de semen traídas desde España.

Los bancos de espermatozoides se han ido convirtiendo en una opción que ha aumentado entre las chilenas. Porque ahora incluso basta con acceder a las páginas web de estas empresas para comprar -vía internet- una o varias muestras de semen e importarlas a Chile. De hecho, si en 2007, 64 mujeres en el país recurrieron a donantes (extranjeros) para lograr un embarazo, la cifra se elevó a 113 en 2008. Y en lo que va de 2009, ya hay 71 chilenas que se han sometido a este procedimiento.

La idea partió en Francia, a mediados de las década de los 50, cuando un grupo de científicos consiguió el primer embarazo utilizando semen congelado. Lo que vino entonces fue la crioconservación: congelar muestras de hombres que se sometían a algún tratamiento médico que puede dañar o destruir sus espermatozoides, como la quimioterapia, de modo que pudieran convertirse en padres una vez superada la enfermedad. Pero el concepto fue propagándose rápidamente y en 1964 surgieron los primeros dos bancos con semen de donantes en el mundo, uno en Tokio y otro en Iowa, Estados Unidos.

A SOLO UN CLICK
Cuando Sandra salió de la consulta del especialista, se instaló en su casa frente al computador. La página elegida fue la de Cryobank, la empresa más grande de Estados Unidos en este campo y también con la que trabajan los médicos chilenos. Lo que iba leyendo no dejaba de sorprenderla: los donantes eran estudiantes o profesionales egresados de universidades como Ucla, Standford, Harvard o el MIT.

El catálogo para elegir es amplio: 300 candidatos, entre caucásicos, afroamericanos o asiáticos. Eso fue lo primero: escoger la raza. Luego, el color de la piel, de los ojos, del pelo (incluyendo si es crespo, con ondas o  lacio), la altura, el peso, sus hobbies, si fuma o no, si es deportista, el tipo de sangre. Y aunque la religión no se transmite por los genes, también podía seleccionar entre cristianos, católicos, judíos, musulmanes o budistas.

Cada muestra de semen cuesta unos 450 dólares ($ 240 mil) y, normalmente, los médicos aconsejan comprar entre cuatro y cinco muestras. Por algunos dólares más, se puede encargar el historial médico y genético, comprar la foto del donante de cuando era guagua (no se puede adquirir una actual porque la empresa guarda el anonimato) y resultados de las pruebas de temperamento.

Incluso, con otros pagos extra,  se podía escuchar (en un audio grabado) las respuestas que entregó el donante durante una entrevista. Ahí no sólo conocería su voz, su forma de expresarse o su nivel de reflexión, sino también qué quiere hacer en su vida, cómo describe su personalidad o en qué gasta su tiempo libre. Además, podía solicitar reportes con las impresiones de los entrevistadores.
Para hacer la compra definitiva, eso sí, se necesita ingresar un código que le entrega su médico. Es la forma que tiene la empresa de asegurar que su envío no caerá en un "mercado negro" de espermatozoides.

Scott Brown, mánager de comunicaciones de Cryobank, cuenta a La Tercera que en 2007, 52 chilenas encargaron espermatozoides a través de la página web de la empresa. El año pasado lo hicieron 61 y, hasta inicios de julio pasado, lo habían hecho 34. "Ha habido un crecimiento paulatino de muestras enviadas a Chile en el último par de años. Y más recientemente, porque cambiamos el sistema de envío, abaratando los costos. Hemos estado mandando entre tres y cuatro cargas por semana en el último mes", cuenta Brown.

La muestra no tarda más de cinco días en llegar al país. Ahí comienzan los procedimientos de

inseminación intrauterina

, que pueden durar hasta 10 meses. Cada inseminación, incluyendo muestra y exámenes, puede costar cerca de un millón de pesos.

Aunque las posibilidades son muchas, los especialistas les aconsejan a sus pacientes que siempre opten por mantener un parecido físico. Es decir, que el color de ojos, de piel o cabello, sea lo más cercano a los futuros padres. "Que sea lo más chileno que se pueda", dice el doctor Juan Antonio Vera, ginecólogo de la Clínica Las Nieves, quien agrega que la mayoría de sus pacientes paga por los servicios extras.

De hecho, en la Clínica IVI ni siquiera les permiten elegir. "Es el equipo médico el que escoge los espermatozoides de acuerdo a parámetros que concuerden con los padres", dice el director de Clínica IVI, el doctor Carlos Troncoso.

MEDIA ADOPCION
Actualmente, el avance en las técnicas de fertilización ha permitido que muchas parejas con problemas para concebir debido a la producción de espermatozoides no tengan que recurrir a la compra de espermios. "Hemos bajado el número de espermios que se necesitan para embarazarse. Antes, cuando no existían tratamientos para la fertilidad, se necesitaban 20 millones de espermios. Con la inseminación intrauterina se necesitaron 10 millones, con la fecundación in vitro un millón y con el método Icsi se requiere apenas un espermio de buena calidad", dice el doctor Ricardo Pommer, de la Clínica Las Nieves.

Según relatan los especialistas, las parejas recurren a esta compra después de un complejo proceso, cuando los médicos han llegado a la absoluta certeza de que el hombre no cuenta con espermios y sólo les quedan dos caminos: la adopción  o la llamada "media adopción": comprar espermios y que por lo menos uno de los dos sea padre biológico del niño.

"Muchas veces, en estos casos, la mujer quiere tener su propio embarazo y la pareja opta porque al menos el 50% de los genes del que será su hijo provenga de uno de ellos", dice el doctor Luigi Devoto, director de la unidad de reproducción del Idimi. ¿Qué sucede en el hombre? "No suele complicarse", asegura Devoto.

"TU PAPA ES EL 004"
Durante los últimos años, sin embargo, la donación de espermatozoides también comenzó a captar el interés de las solteras y los bancos de semen dejaron de lado sus normas iniciales de atender sólo a parejas. En Chile, se trata de un fenómeno que comenzó hace tres o cuatro años y los centros que las reciben son las clínicas Las Nieves e IVI. Mujeres profesionales en su mayoría, con el dinero suficiente para criar solas un hijo, en el límite de su edad reproductiva y que han tenido una vida afectiva desafortunada.

Sandra es una de ellas. Pocos meses antes de aquella mañana en que leyó el artículo por internet, había terminado con una relación de pareja de siete años. Y aunque la idea de ser madre la había tenido siempre, había algo en él que no la convencía de convertirlo en el padre de sus hijos.

"Cuando salí de la consulta del médico, tenía unas ganas tremendas de que ocurriera, de quedar embarazada", cuenta Sandra. En marzo de este año, compró cinco muestras de espermatozoides a Cryobank y hace  pocos días su médico le hizo por cuarta vez una inseminación intrauterina. Confía en que esta vez va a resultar. Por algo ya tiene ropa de guagua comprada.

Vive con su nana, tres perros, un gato y dos pájaros. "Siempre mi vida estuvo centrada en la pega, el estudio, los viajes. Hoy tengo propiedades, me va súper bien, pero llega un minuto en que te preguntas para quién quedará todo lo que has obtenido", dice. Sus padres ya no viven, no tiene hermanos, sus primos son demasiado lejanos y está sola. Y sola va a criar a su hijo. ¿Siente temor sobre qué le dirá acerca de su padre? Nada. "Tu papá es el 004", bromea. "Por supuesto que le voy a decir la verdad. En la medida que me pregunte, le contestaré. Incluso, tengo guardados todos los papeles de la compra y envío del semen". Sandra planea mostrárselos algún día y decirle que ese es su origen.

Pero su historia sigue siendo una excepción en Chile. Al menos, una década después de las primeras comercializaciones, y pese a su alza, son las parejas las principales compradores de espermios. "Yo estimo que son el 70% de las muestras que se piden a Cryobank", dice Pommer.

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