Ucrania conmemora primer aniversario de las protestas antigubernamentales entre la tristeza y la furia

Un año después del baño de sangre en la Plaza de la Independencia en Kiev, mucha gente sigue esperando que se esclarezcan los acontecimientos.




El olor de cientos de velas ardiendo impregna el aire junto al monumento en honor a los manifestantes asesinados en Kiev. Banderas ucranianas azules y amarillas golpetean en el frío viento otoñal. Cuando el presidente Petro Poroshenko deposita una corona floral por las víctimas de las protestas proeuropeas, se desata la ira popular.

"Vergüenza" y "Mentira", gritan furiosos numerosos familiares de los muertos. Un año después del baño de sangre que tiñó de rojo la Plaza de la Independencia (Maidan), mucha gente aún sigue esperando que se esclarezcan los acontecimientos. Poroshenko sube el cuello de su abrigo y promete conceder a los muertos el título de "héroes de Ucrania". A continuación, abandona el escenario de la ceremonia conmemorativa, protegido por las fuerzas de seguridad.

La escena tiene un alto valor simbólico. Hace un año, las imágenes de las barricadas y enfrentamientos en la céntrica plaza de Kiev dieron la vuelta al mundo. Sin embargo, hace tiempo que la cohesión social se está desmoronando. Muchos ucranianos están furiosos porque no se han llevado a cabo algunas de las reformas prometidas.

Además, las consecuencias de la crisis económica se hacen notar con una dureza creciente. La tasa de inflación se situaba en octubre en el 20 por ciento. Para la mayoría de los habitantes del segundo país más grande de Europa, pagar el coste de la vida comienza a ser imposible.

"Debemos conservar el legado del Maidan", dice el alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, quien también deposita una corona en el monumento. "Hace un año que comenzó la lucha por una Ucrania libre, independiente y europea. Esta lucha continúa ahora", afirma el ex campeón mundial de boxeo, de 43 años.

Algunos transeúntes le piden un autógrafo al destacado deportista, pero también se escuchan críticas. Una mujer de edad avanzada amenaza con desatar una "revolución" si el gobierno municipal sube el precio del billete del metro. Klitschko da la impresión de estar irritado. "Si a usted le parece demasiado caro, pues váyase andando", suspira, y le da la espalda.

Hace un año que el entonces presidente Viktor Yanukovich canceló su política de acercamiento a la Unión Europea para echarse a los brazos de Rusia. La respuesta fueron protestas masivas y un cambio de poder. Sin embargo, Ucrania ha tenido que pagar un alto precio por su rumbo prooccidental: Rusia anexionó la península de Crimea, y el este de Ucrania está desfalleciendo a causa de la lucha contra los separatistas leales a Moscú. Más de 4.000 personas han muerto en los enfrentamientos hasta ahora, entre ellos cientos de civiles. 

También en el Maidan se esfumaron los sueños de un cambio pacífico. El edificio sindical, que fue incendiado durante los enfrentamientos, está tapado con enormes lonas. En las vallas de la zona de obras cuelgan fotos de las protestas. Para decenas de ucranianos, las imágenes son motivo para recordar una vez más los históricos sucesos. Pero nadie se anima a preguntar en voz alta: "¿Valió la pena?".

Rusia considera a Ucrania como parte de su "esfera de influencia". Probablemente también por esta razón, el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, viajó en un gesto demostrativo a Kiev. Washington seguirá apoyando a Ucrania, aseguró Biden durante en una reunión con Poroshenko, en la que no se habló del tema del suministro de armas que pide Kiev.

Sólo pocas horas antes de la ceremonia conmemorativa, las fuerzas políticas prooccidentales acordaron en Kiev formar una coalición. Uno de sus objetivos es la entrada en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). A un año de las protestas, la política ucraniana sigue siendo un arriesgado ejercicio de equilibrio entre Rusia y Occidente.

También los recuerdos dividen este día a los ucranianos. Con temperaturas de poco más de cero grados y un sol radiante, unos 3.000 uniformados patrullan las calles de Kiev. Sin embargo, no se producen las temidas protestas contra el nuevo gobierno. Miles de personas siguen llegando hasta la noche a los puntos conmemorativos del Maidan y encienden velas.

Cuando comienza a oscurecer, el monumento a la independencia brilla en los colores nacionales azul y amarillo. Un mar de flores cubre el pie de la columna. A pesar de la gran cantidad de gente, predomina un llamativo silencio. Ante los numerosos muertos y heridos, casi nadie tiene ganas de celebrar este aniversario.

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