Un Poco Invisible, la niñez retratada con teatro y stop motion

Este jueves se estrena en Matucana 100 la obra de Andrés Kalawski.




Felipe tiene ocho años y un tremendo problema: se está volviendo invisible. Pero no es que la invisibilidad haya llegado y consumido su imagen de golpe, sino que avanza y retrocede. Felipe es intermitente. Un día sin colegio decide buscar una solución con Max, su hermano dos años más chico. Para lograrlo usarán a la tele como guía, rastreando en ella las pistas que les permitan frenar la desaparición.

Pero la invisibilidad no es el único problema de los hermanos. Otra crisis late en la gran casa que parecen habitar casi solos. Esta es la historia de Un poco invisible, obra de Andrés Kalawski (Niño terremoto) que se estrenará este jueves en Matucana 100.

¿Pero cómo se logra mostrar lo invisible en el teatro? Al mismo dramaturgo se le ocurrió que la mejor forma de hacerlo sería con animación, y por eso le entregó el texto a Maleza, compañía conocida por unir teatro y stop motion. Así fue como la dupla formada por la actriz Muriel Miranda y el diseñador Hugo Covarrubias llegó a hacerse cargo de la puesta en escena, interesados precisamente en el desafío de trabajar con la invisibilidad.

"¿Una parte de una persona o se está muriendo o está desapareciendo, porque no quiere pertenecer a este mundo o porque otras personas no lo ven? Ese juego con la percepción nos llamó la atención. ¿Es realmente invisible?", dice Hugo.

Para montar el texto la cuota de teatro y stop motion es similar. Algo así como 50% y 50%. Cuando no son animados, los hermanos aparecen en escena interpretados por Muriel Miranda y Mariana Muñoz. Otros personajes y los fondos también son animados y se proyectan en dos pantallas que forman parte de la escenografía.

La estética es cuidada y remite a una infancia más antigua que la de los niños de hoy, más cercana a la de los propios directores (que rondan los 30 años) y que fueron pequeños cuando había rompecabezas y no Playstation y celulares.

¿Teatro infantil?

A pesar de que los protagonistas son niños, que la infancia es uno de sus grandes temas y que incluye animaciones, esta obra no es propiamente infantil. "Nunca hemos hecho un texto infantil, y nos da un poco de miedo hacer algo así sin tener las herramientas, porque nos pasa que las obras son o muy mamonas o hay que estudiarlas demasiado para que sean muy entretenidas y diferentes. Por eso preferimos acercarnos a lo que conocemos, que es un espectro un poco más adolescente, más para todo espectador. Con esa idea empezamos el trabajo con el texto", cuenta Muriel. Y Hugo agrega: "Lo hicimos más dramático. Originalmente era más lúdico, más inocente. En realidad, está dirigido a la niñez, pero más que para niños, es para la niñez de cada uno".

En la obra, la infancia no es una etapa dorada, sino que compleja, con difíciles preguntas existenciales. De ahí que los directores no se atrevan a asegurar un rango de edad de público ideal; depende más bien de cómo los niños reaccionen a la intensidad dramática de lo que vuelve invisible a Felipe.

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