Voto anticipado para las elecciones de abril: el compromiso que no fue

Ciudadanos emiten su voto anticipado en el Staples Center en Los Angeles, el sábado. Foto. Reuters

Por Juanita Gana, Ingeniera Civil Industrial U. de Chile. Consejera Servicio Electoral de Chile*

Desde que el voto es voluntario, las tasas de participación han ido sistemáticamente a la baja. Si bien este es un fenómeno a nivel mundial, de acuerdo a un estudio del PNUD de 2017, Chile registró en sus últimas elecciones parlamentarias una participación de menos del 50% comparada con el promedio de 70,8 % de países de Latinoamérica y el 63,3 % de países de la OECD.

El ligero aumento que experimentó la tasa de participación promedio en el plebiscito del 25 de octubre, para luego caer estrepitosamente en las primarias de noviembre, refleja que parte de la abstención se relaciona con el nivel de interés que una votación en particular despierta en las y los electores. Ahí, sin duda, hay un factor a tener en cuenta para quienes vean en una mayor tasa de participación un fortalecimiento de nuestra democracia y quieran diseñar soluciones.

Mientras descubrimos cómo hacer de las elecciones de cargos de representación popular un objeto de mayor interés para los votantes, es relevante continuar con la modernización de nuestro sistema de elecciones e incorporar modalidades que han probado ser exitosas en otros países para  aumentar las tasas de participación. Y subrayo lo de “exitosas” porque hay otras que no lo son, como el voto postal. La reciente experiencia en EE.UU. lo dejó claro.

Entre las modalidades exitosas está el voto anticipado. Asegura que el voto sea personal y secreto y permite que el electorado -que el día de la votación tiene alguna dificultad para asistir a emitir su voto, por viaje, trabajo o problemas familiares- pueda cumplir con su obligación ciudadana (si bien votar ya no es una obligación legal). Diversos estudios muestran que este tipo de voto ha permitido aumentar la participación y los países que lo han implementado otorgan períodos para sufragar con anticipación, desde meses a semanas antes del día de la votación. Otros estudios, en tanto, indican que entre 14 y 8 días de anticipación tiende a producirse la mayor afluencia de electores que deciden optar por esta modalidad.

Hacer cambios en nuestro sistema electoral no es baladí. Todas y todos estamos de acuerdo. Y muchos hemos debido hacer esfuerzos titánicos para trabajar y votar en medio de la marea de cambios que hemos experimentado durante el último año. Pero lo hemos logrado y el éxito del plebiscito es una muestra de ello. Introducir cambios como el voto anticipado -que hace cuatro años formó parte del programa del actual gobierno- debe ser hecho con cuidado, pero debe ser hecho. Y, esto, de manera que represente una solución real, al menos para un grupo de electores.

El Servicio Electoral (Servel) propuso definir uno o más días entre el décimo cuarto y el octavo día antes del día de la votación. Y esto para un grupo limitado, con la aspiración de que, con los años y demostrada su eficacia, el voto anticipado sea una alternativa para cualquier elector. El plazo propuesto por el Servel permite dar mayores garantías respecto de uno de los principales factores a tener en cuenta para garantizar la confiabilidad y legitimidad de los resultados: que no haya posibilidad alguna de que alguien vote más de una vez en un mismo acto eleccionario. Sin padrón digital aún, el proceso de registrar a quienes votan en forma anticipada y marcar el padrón electoral físico para el día de la votación es delicado, manual y toma tiempo. Cabe advertir que la persona que vota anticipadamente no vota en su mesa sino en una mesa común a nivel de su comuna. Informar a todas las mesas de la comuna que alguien ya votó y que éstas tomen las medidas del caso no se puede hacer de la noche a la mañana. Imaginen distribuir esa información en Puente Alto que cuenta con alrededor de 1.245 mesas.

Todo indica que ya no se llegó a un acuerdo sobre este tema, con lo cual el compromiso del gobierno de introducir formas alternativas de voto para las próximas elecciones, hecho el 15 de septiembre, quedará solo en buenas intenciones. Junto con el impasse del voto anticipado, no se vislumbra solución para el voto de las personas privadas de libertad -una antigua deuda- y, menos aún, en relación al voto de quienes sean casos activos de Covid-19 o estén en cuarentena preventiva el próximo 11 de abril.

*Las opiniones expresadas aquí son personales y no representan la posición del Consejo Directivo del Servel.

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