Celos retrospectivos: cuando te obsesionas con la ex de tu pareja actual




Lo llaman también el ‘Síndrome de Rebecca’, en honor a la novela de la escritora británica Daphne du Maurier, la cual fue doblemente adaptada al cine: por Hitchcock en los años cuarenta y en 2020 por Ben Weathley. La historia es así: la nueva esposa de un viudo millonario se llena de celos por la ex difunta. Vive atormentada compitiendo por su figura, sintiendo que jamás estará a la altura de su belleza, elegancia, bondad e inteligencia. Un fantasma idealizado por la protagonista, eso sí, que obvia totalmente las mentiras, traiciones e infidelidades de esa relación pasada. Inspirado en esta historia se acuña el término Síndrome de Rebecca o celos retrospectivos; para nombrar los celos que puede producir la ex de tu pareja actual, viva o fallecida, cercana o enterrada en el pasado, algo que muchas veces termina en una obsesión tóxica.

Así lo vivió la diseñadora Francisca, quien prefiere salir con seudónimo, con su actual marido, al que define después de 5 años juntos como su “compañero de la vida”. Cuando se conocieron, él venía de un quiebre amoroso muy sufrido; “Lo habían pateado cinco meses antes de conocernos, había vivido con ella muchos años, tenían un perro, habían hecho viajes, compartían el clóset. Cuando lo supe, la Francisca celosa que no conocía se apoderó de mí”. Comenzó a stalkearla en redes sociales, revisando la mayor cantidad de fotos que pudo para compararse físicamente con ella; a ratos la encontraba hermosa y otras no tanto. Se fijaba en cómo se maquillaba, cómo se vestía, si tenía más pechugas o no que ella. “Intentaba no entrar en esa dinámica pero se me hacía difícil, soy hija del patriarcado, con todos los estereotipos y la inseguridad”. Cuando creyó que lo superaba, comenzó a sentirse menos también en lo profesional. “Me sentía poca cosa en términos económicos en comparación a ella. Al final terminé cuestionándome hasta si era mejor que yo en la cama, lo cual hacía que me comportara como un geisha solo para ganarle a ese fantasma. La engrandecía sin conocerla”. Una actitud que, hasta hoy, a Francisca la avergüenza y la define como algo “tóxico”.

Sin embargo, la psicóloga Marta Luzoro, Magíster en psicología clínica de la universidad de Barcelona, cree que es importante, para quienes se sienten viviendo este síndrome, no ser tan duros con ellos mismos y entender que, como dice el psicoanalista y filósofo Luciano Lutereau, los celos son la pasión más humana de todas. “Los celos en sí no son patológicos, la diferencia está en cómo los vivimos, en qué hacemos con aquello que sentimos. El celoso por lo general sufre mucho, y sufre por no saber aquello que le gustaría saber. No es juzgable ni criticable que sintamos celos. A fin de cuenta, no podemos controlar lo que sentimos. Sin embargo, no podemos culpar a los celos de tener actitudes que en nuestro siglo se llaman tóxicas, porque sí somos capaces de controlar nuestras acciones. Es muy diferente transmitirle a tu pareja una situación que te generó celos, a escandalizarte frente a una situación social o incluso recurrir al maltrato”. Logrando esta diferenciación fundamental entre lo que es patológico y lo que no, Marta intenta explicar el origen general de los celos en las relaciones de pareja. “Los celos tienen que ver con pensar que podemos perder al otro o perder el lugar que ocupamos para el otro. Las formas en las que se evidencian los celos o cómo aparecen pueden ser diversas; inseguridad, control o competencia. Sin embargo, lo que tienen en común es no perder el amor del otro y para ello, recurro a ciertas estrategias. El cómo cada persona va traduciendo ese funcionamiento responde a las experiencias de cada uno y a su historia de vida vincular, la cual responde a una particularidad única”.

Una de las formas que toman los celos en la pareja es centrarse en la figura de la o él ex, como en el caso de Francisca. Es algo común, pero Marta no es tan partidaria de etiquetarlo como un síndrome. “Si bien nuestra sociedad tiene un fuerte interés por etiquetar cuando hay un comportamiento que nos resulte perturbador, la pregunta es ¿Para qué designar un nombre a un comportamiento tan particular de cada persona? Que la ex sea un fantasma va a depender de una serie de cosas y no necesariamente tienen que ver con la persona que vive los celos. Puede ser entendido desde una mirada relacional; en donde la pareja en diferentes oportunidades ha idealizado al ex, generando un fuerte sentimiento de inferioridad o competencia frente a la ex pareja. Pienso entonces que la ex tenía cualidades que yo como actual pareja no poseo, y por tanto no lograré que mi pareja me ame de la forma en que amaba a aquella mujer”. Marta advierte eso sí que, aunque los celos son algo común, hay que trabajar en ello porque causan un deterioro en la pareja. “Si los comportamientos asociados a los celos son algo constante en la relación, pueden generar un desgaste tanto en quien los vive como en quienes se depositan”. Y hay que estar muy atento a lo patológico “Lo patológico viene cuando los celos se transforman en una forma de vivir la relación. Es decir, que la relación funcione en la medida que existan los celos. Por lo general, la persona que siente celos desmedidos, es una persona que presenta dificultades en ver al otro como un individuo separado de ella. Con sus propios intereses, gustos, voluntades, etc. Ya que al no poder pensar como el o ella, aparece un fuerte sentimiento de desplazamiento por sentir que se “posee” al otro, lo cual puede conllevar un fuerte sufrimiento, ya que nadie es dueño de nadie”.

“El tiempo y la paciencia de mi pareja me ayudaron a superar esas inseguridades”, dice Francisca. “La confianza en mí misma y la relación fueron creciendo porque veía a mi pareja feliz conmigo y pleno con la familia que formábamos”. Pero no fue fácil llegar ahí. Durante mucho tiempo Francisca se guardó los celos, intentaba mostrarse segura ante todo, porque le daba mucha vergüenza. " Sé que es algo muy tóxico e infantil pero también creo que es natural que ocurra. Siempre uno quiere ser el amor de la vida de alguien, sobre todo quienes nos criamos con la idea del amor romántico. Hoy puedo reconocerlo -claro que con vergüenza- porque ya lo he superado y no me interesa saber de la vida de alguien a quien no conozco. Si alguien me pregunta ahora, pienso que debe haber sido una gran mujer para haber estado tanto tiempo con quien es mi marido hoy. Y eso es muy sanador y muestra de que he avanzado en mi seguridad”.

Marta al respecto concluye: “Creo que una salida saludable a esto es entender que no somos capaces de elegir lo que sentimos, pero sí respondemos desde la compasión y creando espacios para posibilitar formas de pensar que pueden haber generado esos celos, nos conducimos hacia sostener relaciones más saludables y duraderas en el tiempo. Las personas no somos comparables, una vez que logremos interiorizar esto, podemos sentirnos mucho más libres y amar desde lo genuino y no desde la competencia por querer sobresalir”.

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