Las lecciones de una separación mediática




Como suele pasar con las parejas mediáticas, el quiebre de la cantante colombiana Shakira y el futbolista español Gerard Piqué generó un revuelo que sigue acaparando espacios en los medios. Son cientas las notas que indagan en los detalles de la separación. Pero recientemente una portada generó críticas y un llamado a cuestionar cómo se está representando a las mujeres ­–sobre todo a las que están expuestas a la luz pública– en los medios. En ella se ve al futbolista caminando de la mano con su nueva pareja junto al titular: “Piqué enamorado, ya no oculta a su nueva novia, Clara Chía Martí”. En un recuadro mucho más pequeño, se ve a la cantante abrazando a sus hijos. “Shakira en su peor momento, se refugia en sus hijos”, dice la nota.

La humorista argentina Malena Pichot fue una de las primeras en criticar esta representación. “No es que las madres se refugien en sus hijos, es solo que alguien tiene que cuidarlos. Es diferente”, escribió en Twitter. Así también lo hizo la especialista en género María Florencia Freijo, en la misma red social: “Los hijos no son un refugio. Una es el adulto y en el caso de las mujeres no podemos transitar ni los duelos en paz, tenemos que cuidarlos para que a ellos esto no les afecte emocionalmente”.

Esta construcción comunicacional puede resultar especialmente problemática ya que ubica a la artista en una posición de víctima y madre abnegada, cuando seguramente, Shakira solo estaba cuidando a sus hijos en un día completamente normal. Según Fabiola Gutiérrez, periodista chilena especializada en temas de comunicación y feminismo y miembro de Mujeres en el Medio, publicaciones como las de esa revista indican que en los medios se sigue representando a las mujeres de forma ofensiva. “Dice mucho, cuando él sale casi en toda la portada y ella en un recuadro, ubicada desde el lugar de la mujer sufrida. Es una dicotomía si la miramos desde el punto de vista de su maternidad”, agrega.

Para la experta, es un ejemplo de cómo se siguen instalando estereotipos de género en los medios. “Son determinadas ideas, pautas, valores, comportamientos y generalizaciones asociados a las personas en función del género. Estos son reproducidos y transmitidos culturalmente; instalan prejuicios que se ritualizan y legitiman, limitando el comportamiento de mujeres y hombres”, asegura. Estas concepciones, agrega, buscan instalar una “verdad única” que se aleja de las distintas realidades dentro de una relación privada. “Nadie está a la interna de una relación y esta portada quiere instalar la idea de que finalmente los grandes triunfadores, por andar con chicas más jóvenes son los hombres, como si esto fuera un trofeo”, explica.

Vestido de la venganza

Las declaraciones de la cantante en el número de octubre de una revista provocaron también una oleada de comentarios. En la entrevista, Shakira se abrió sobre su situación tras la separación con el futbolista detallando incluso que se encuentra “en la etapa más oscura” de su vida. Sin embargo, uno de los aspectos más comentados fue el vestuario que utilizó para la ocasión: un vestido negro que fue comparado con el icónico “vestido de la venganza” que lució Diana de Gales en los años noventa tras separarse del entonces príncipe Carlos.

La prensa británica bautizó la prenda como “Revenge Dress”, ensalzando la apuesta de la princesa por mostrar su lado más sensual y enviarle así un mensaje directo a su expareja. Según algunos artículos de prensa y comentarios en redes sociales, las similitudes entre ambas prendas fueron evidentes y las intenciones de la cantante también: mira lo que te perdiste, Piqué.

Según Sofía Calvo, periodista directora de Quinta Trends y autora de La Revolución de los Cuerpos, hay un gran error en pretender que cada vez que una mujer se muestre empoderada, cómoda o sexy después de una separación o hecho traumático relativo a un hombre, esté enviando un mensaje a su expareja. “Es muy injusto y machista creer que esa puesta en escena no tiene que ver con cómo ella se quiera sentir consigo misma, sino que siempre tenga relación con querer hacer sentir mal a otro por haberla dejado”, explica.

Para la periodista, este tipo de publicaciones impulsan ideas erróneas y muchas veces ofensivas de cómo se expresan las mujeres. “Pone el foco en la idea de que las mujeres trabajamos nuestro cuerpo, desarrollamos nuestra imagen y nos vestimos de una determinada manera no para sentirnos bien con nosotras mismas o para expresar nuestra identidad, sino para lograr la aprobación de los hombres”, dice.

Shakira v/s la nueva novia de Piqué

Al analizar el impacto mediático, la cantante no ha sido la única en ser cuestionada. La identidad de la actual pareja del futbolista, Clara Chía Martí, muchas veces ha quedado reducida a la de “la nueva novia de Piqué”, un tipo de sexismo que la reduce a su rol de acompañante.

También ha sido blanco de críticas y comparaciones con la cantante por su forma de vestir, edad, estilo y belleza. “No le llega ni a los talones” a Shakira, sentenció un usuario de Twitter al referirse a su aspecto físico. Según explica Esther Pineda, esto se define como violencia estética y engloba la presión que se le impone especialmente a las mujeres para adaptarse a los cánones estéticos. Algo que suele imponérsele también a las celebridades: aún no hay un solo día donde no se publique una nota sobre el aspecto de una mujer famosa.

La narrativa de disputa entre ambas mujeres también ha tratado de instaurarse a través de su intelecto, como se mostró en este titular: “La cantante tiene el IQ de superdotada y la novia de Piqué cursó estudios en los colegios donde asisten los hijos de grandes personalidades de Barcelona”. Según Gutiérrez, una estrategia muy común en estas coberturas de farándula es crear una falsa disputa entre dos mujeres con el fin de crear una supuesta rivalidad que solo esconde un ataque. “Ya sea por el físico de una con la otra, para comparar sus edades o clasificar si son buenas o malas mujeres, cuando muchas veces hay otros temas tan de lo cotidiano cuando una relación no funciona”, dice. Es un tipo de violencia simbólica, concluye, que se da a través de la comunicación, a veces de forma sutil, pero que puede perpetrar estereotipos dañinos para la construcción de una sociedad más equitativa.

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