Nos gustó: Pose

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La nueva serie de Ryan Murphy reúne lo mejor de sus creaciones anteriores. En este drama sobre la subcultura de los balls en la Nueva York a finales de los '80, el exceso es una forma de exponer cómo las luces pueden desviar la atención de las más profundas tragedias humanas. O no.




Fox ha vendido Pose (2018) como la serie con el elenco LGBTQI más grande de la historia y como la primera con subtítulos no sexistas. Y aunque efectivamente aquí no hay ellas ni ellos, sino que elles, esta producción es mucho más que esas dos promesas de marketing. Sí, es deslumbrante, es queer y explora el discurso de la inclusión. Pero también es, al mismo tiempo, un drama, una comedia negra. Una serie política y romántica capaz de emocionar a cualquiera.

Pose está ambientada en la vibrante escena de balls o "bailes" de la subcultura gay de Nueva York a finales de los ochenta. Estas particulares fiestas que cuestionaban la identidad y el género eran organizadas en un sistema de "casas", lideradas por "madres" que cuidaban y guiaban a sus "hijos" y que luchaban –con estilo y creatividad– por subvertir las convenciones sociales justamente representándolas. Porque parte clave de esta tradición era representar algo que sus propios protagonistas no eran: ciudadanos de primera categoría. Si bien este fenómeno ya fue magistralmente retratado por el documental Paris is Burning en 1990 y la tradición de "casas" sigue nutriendo el lenguaje de la escena drag contemporánea (basta ver Rupaul's Drag Race hoy para comprobar su alcance), Pose va más allá de un rescate nostálgico.

La serie ocupa esta época para preguntarse por el germen social, económico y cultural que llevó a Estados Unidos a convertirse en un país cuyo presidente hoy es Donald Trump. Esto no resulta evidente en un comienzo. Los primeros diez minutos son efectistas, teatrales, excesivos, coloridos y entretenidos. Apenas la historia comienza, nos enteramos que la "casa" de Abundance, liderada por su dominante "madre" Elektra, ha perdido su título en uno de los legendarios bailes. Y mientras planean cómo recuperarlo se empiezan a evidenciar las fracturas entre sus "hijos".

Las casas rivales, la traición y las intrigas guiñan constantemente a un drama shakespereano y por eso, quizás, el primer ball que muestra la serie responde a la categoría de "realeza"; con princesas, consortes, chamberlanes y reinas que desfilan por la pista de baile en una secuencia preciosa. Pero tras la fiesta, tras el brillo y las luces, rápidamente aparece a represión. Tanto pública como íntima. Aparece la policía, aparecen los padres de los jóvenes bailarines, aparece el resto de la sociedad y sus normas. Y con ellos aparece también la homofobia, la violencia y la convención.

Así, se perfila nítidamente la tragedia del mundo queer de la época. La frivolidad es una superficie en la que Ryan Murphy se mueve bien, pero consciente de eso, se dedica a perforarla. En Pose este prolífico creador vuelve a tocar sus temas favoritos: el racismo, el clasismo y el miedo al otro. Todos horrores que trazan una frontera entre el mundo de lo aceptable y lo inaceptable en la sociedad contemporánea. Pero como siempre, son fronteras que le gusta mover.

Como contraparte al guión y al mundo de los bailes, Ryan Murphy eligió rescatar también el mundo de los negocios y la postal del sueño americano. El carismático Evan Peters le da vida a uno de los personajes más interesantes de Pose: un joven y ambicioso ejecutivo que comienza a escalar en una organización propiedad de Donlad Trump y que a escondidas de su esposa se vincula con prostituta transexual que asiste a los balls.

Ahí Pose se transforma en una serie sobre la apariencia y la hipocresía, en un espejo que nos muestra el pasado. Y en su reflejo vemos a la cultura de consumo asentando sus bases en la sociedad norteamericana. Vemos lo que los personajes realmente son y lo que aparentan ser. Vemos lo que los personajes sueñan y la vida que realmente viven. Conocemos sus ambiciones, sus frustraciones y sus miedos. Ese despiadado retrato está hecho con el sello de Murphy: horror y belleza.

En el historial de diversas e interesantes creaciones que este creador ha realizado las últimas décadas (Nip/Tuck, American Horror Story), Pose es un punto intermedio entre dos de sus extremos: Glee y American Crime Story. Tiene el encanto, humor e inteligencia de Glee, que era capaz de insertar discursos revolucionarios en espacios aparentemente inofensivos, y también tiene la capacidad de adentrarse profundamente en lo más crudo, injusto y oscuro de una sociedad individualista y farsante como lo hizo en American Crime Story.

Pose es muchas cosas, pero sobre todo es una serie emocionante. Resulta conmovedor ver cómo jóvenes alejados de sus familias superan el rechazo que han vivido reemplazando sus lazos sanguíneos por nuevos e inesperados vínculos con extraños, una dinámica que define a la comunidad queer. Ahí Pose se trata de una serie sobre la confianza, la amistad y el amor. Las luces de las maravillosas fiestas que nos muestra Murphy pueden encandilarnos y alejarnos de las tragedias que viven estos personajes, o pueden ser verdaderas linternas que iluminan directamente algo que no queremos ver.

Pose. FOX Premium. Dirigida por Ryan Murphy. Disponible desde el viernes 5 de octubre desde las 22:00 horas en FOX Premium Series y en la App de FOX.

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