¿Por qué hay personas que odian su cumpleaños?




Desde que la abogada Katherine Fernández, de 30 años, tiene conciencia, que jamás se ha sentido cómoda en su cumpleaños. El día antes de la fecha comienza con un dolor de estómago, de cabeza, un malestar general, como si se estuviera resfriando. Cuando llega “su día” anda de un humor de perros, dice. Cuando niña hacía pataletas, no quería participar de ninguna actividad y terminaba pidiéndole a todos que se fueran. Hoy, resulta un día incómodo para ella, que intenta pasar lo más desapercibido y rápido posible. “Solo cuando ya son las 00:01 del día siguiente siento que vuelvo a retomar mi vida normal.” A su familia y cercanos les costó años poder respetar su malestar, le hacían igual una celebración y le pasaban su número de teléfono hasta a los familiares lejanos para que la llamaran. “Eso me generaba una mayor sensación de incomodidad y de no poder controlar la situación”.

Algo parecido le ocurre a la terapeuta floral Anchi San Martin, de 37 años, pero no desde siempre. “Cuando era chica esperaba mi cumpleaños con ansias, me celebraba y todo”. Fue al cumplir 12 años, cuando se cambió de colegio y perdió a sus amistades de infancia, que comenzó a sentirse incómoda e insegura en sus vínculos para festejarlo. “Sentía vergüenza de celebrarme porque no tenía redes o amigos tan íntimos para invitarlos a mi casa, me empezó a dar una sensación de que a nadie le interesaba mi cumpleaños”. Desde entonces que esa incomodidad se ha ido profundizando y ha derivado en un malestar que le es difícil controlar, aunque le encantaría poder celebrarlo. “Yo estoy de cumpleaños en octubre y ya en septiembre me empiezo a estresar, después de las fiestas patrias. Me empieza a venir una angustia de ‘se viene mi cumpleaños’, y eso me produce pena, porque no es que no me guste o no sea tema. Me encantaría poder sentirme cómoda y disfrutar de ese día”.

Para la psicóloga, especialista en psicoterapia psicoanalítica Catalina Celsi, la fecha del cumpleaños es un ritual de amor que implica cierta exposición a que seamos el centro de las miradas. “El cumpleaños nos recuerda nuestra singularidad, nuestra identidad y nuestra existencia: Nos recuerda quiénes somos a través de la mirada del otro. Somos festejados en la medida en que somos observados y a muchas personas les puede generar altos montos de ansiedad. Ser celebrados implica ser vistos, nuestro círculo cercano está pendiente de nosotros, y si bien para algunos esto conlleva cierto pudor esperable, para otros puede llegar a ser una experiencia tremendamente abrumadora. Puede haber nerviosismo y pueden activarse sentimientos de nostalgia, tristeza, irritabilidad y poca valía, concluyendo en un: no hay nada que celebrar”.

Existen múltiples razones por las cuales el cumpleaños puede ser un día que remueve emociones y ansiedades; desde recordar la muerte de un ser querido, enfrentarse al paso del tiempo o bien no sentirse satisfecho con nuestra vida. “El cumpleaños conlleva una evaluación y verificación de nuestro nivel de redes sociales y de relaciones afectivas”, dice Catalina. “Si hay conflictos familiares éstos son más latentes. Si hay duelos, se extraña con más nostalgia. Si hay quiebres estos se concretan en un no llamado. Si hay un ex, aparece la inquietud por la incertidumbre de su aparición o desaparición. Ese día todo de nosotros queda más a la vista: lo que sí hay, pero también lo que falta. Para algunas personas que no se sienten satisfechas consigo mismas, que no han trabajado en estos conflictos internos, es una instancia especialmente ansiógena”.

Con el tiempo, Anchi ha hecho esfuerzos por superar el pánico a su cumpleaños. Cada año, cuenta, se pone como meta celebrarlo con sus más cercanos, pero cuando ya está a una semana del evento, se angustia, le dan ganas de llorar, de desaparecer. El mismo día apaga su celular y desactiva las redes sociales para que nadie sepa que está de cumpleaños. “Me pone nerviosa que la gente esté contenta alrededor mío, que me pregunten qué voy a hacer, cuándo me voy a festejar, que deje a mis hijas con alguien para “lanzarnos” …tengo que responder a eso y lo paso muy muy mal. No me deprimo por cumplir años o estar más vieja, me deprimo porque es mi día, el día en que yo soy importante y eso me incomoda.” Catalina Celsi dice que esta sensación de rechazo a sentirse importante ocurre sobre todo en personas que no se sienten suficientemente interesantes, atractivas, especiales o dignas de estar en la palestra. “Para disfrutar del podio, hay que sentirse merecedor de él.”  Por lo mismo, estima conveniente estar alerta a nuestras emociones para comprender el origen de nuestro malestar. “El pesquisar las ansiedades, nerviosismo, tristeza que genera la instancia puede ser una oportunidad para trabajar en ello”.

Pero, ¿Es necesario realmente celebrar para estar a gusto?  Según Catalina la instancia de celebración y el estado de felicidad se vuelven a veces en nuestra sociedad algo impositivo, con una presión social que de alguna u otra manera asume como única posibilidad la celebración feliz de la instancia, como si “cumplir feliz” fuera el único estado emocional posible y esperable. Tras esa presión, Anchi ha decidido no sucumbir a las expectativas del resto y realizar las actividades que le hagan bien a ella.  “Un año me fui al cerro con una amiga, subimos con sus hijos y con mis hijas y eso fue muy agradable, no tenía señal y no estaba presionada a estar de cumpleaños. El año pasado mi pareja, que es muy de rituales y celebrar, me cocinó en la casa, le expliqué que para mí este día es complicado, al final entendió y solo estuvimos nosotros”.  Celsi agrega: “Creo que lo principal del cumpleaños es lograr darnos valor ese día, entender que tenemos la responsabilidad de querernos y aprender a hacerlo. Esto no necesariamente tiene que ser a través de grandes fiestas, o inmensas celebraciones. Yo recomiendo realizar actividades que nos complazcan; prepararnos un desayuno especial, ir a nuestro café favorito, concedernos un momento del día para hacer el deporte que nos gusta. Darnos un regalo implica cuidarnos, tratarnos bien, y a eso debemos apuntar cuando hablamos de salud mental. Debemos escucharnos y optar por opciones en que prime el encuentro amoroso con nosotros mismos y con los demás.”

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.