Empresas e Inversión Socialmente Responsable (ESG): un nuevo estándar

TEMATICA EDIFICIOS V (2529737)

"Estamos comenzando un círculo virtuoso, donde los incentivos económicos se están empezando a alinear con los incentivos sociales y medioambientales".


La relevancia de las inversiones sostenibles en el contexto actual y el fuerte crecimiento que se espera de ellas a futuro, refuerzan la necesidad de que las empresas adopten este camino lo antes posible. El mercado en general ya ha empezado a premiar a aquellas compañías que demuestran un fuerte compromiso con mejorar su impacto medioambiental y social, a través de alzas en las valorizaciones de sus acciones e instrumentos de deuda.

En el caso particular de la deuda, ya existen en el mercado múltiples instrumentos con características y objetivos relacionados a la Inversión Socialmente Responsable (ESG, por sus siglas en inglés), como los “green bonds”, “sustainability-linked bonds” o “social bonds”, conocidos informalmente como bonos sostenibles. El objetivo de estos instrumentos es incorporar incentivos reales que tengan un impacto directo en el costo de financiamiento de las empresas, a través de métricas que, al ser cumplidas y certificadas por un tercero independiente, generen un costo de deuda menor que si no se cumplieran.

Los mercados de capitales desarrollados van más avanzados en el progreso del ESG, tanto por aspectos regulatorios que se han ajustado más rápido a esta realidad, especialmente en Europa, como por la presión ejercida por los mismos inversionistas para que las empresas empiecen a demostrar una preocupación real por su impacto medioambiental y social. Los mercados emergentes viven, en una escala menor, una tendencia muy similar a la de los países desarrollados.

Para tener una noción de este crecimiento, según Bank of America, en Latinoamérica durante 2021 se emitieron alrededor de US$22,5 billones en bonos sostenibles, cinco veces más que en 2020. Esto corresponde a un 28% de las nuevas emisiones de 2021, mientras que entre 2014 y 2020 éstas no representaron más del 5%. El banco calcula que de los US$11 billones de flujos que entraron al mercado de deuda emergente durante el segundo trimestre de 2021, casi un 20% correspondía a inversionistas con mandatos ESG, que buscan invertir en compañías con un bajo impacto medioambiental o que estén comprometidas a mejorar en estos criterios.

Por otro lado, una encuesta reveló que un 70% de los inversionistas de mercados emergentes ya tiene una política ESG implementada, y 66% de ellos recalcaron que sus clientes están aumentando su demanda por inversiones ligadas a ESG. La mayor demanda por este tipo de productos ha motivado a las empresas a formalizar políticas y métricas de impacto social y medioambiental, y usarlas como parámetros en sus emisiones de deuda con el fin de hacer más eficiente su costo de financiamiento.

La aplicación sistemática de políticas ESG en las empresas no solo está siendo aceptada por ser lo correcto, sino también estamos empezando a ver beneficios tangibles y económicos de adoptar dichas políticas. Estamos comenzando un círculo virtuoso, donde los incentivos económicos se están empezando a alinear con los incentivos sociales y medioambientales. La sostenibilidad tiene que ser parte de la estrategia de largo plazo de las compañías, que eso resulte en mejores retornos para los accionistas y menor riesgo de crédito para los acreedores, es bueno para los inversionistas y aún mejor para nuestro medioambiente.

*El autor de la columna es director de CFA Society Chile y co-portfolio manager y senior research analyst en Compass Group LLC.

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