La columna de Camila Postigo: “2024, ¿el año de las scaleups?”

Dejando atrás la burocracia, es crucial potenciar al máximo el talento y capital local, para seguir empujando al país con negocios que tengan la capacidad de escalar aceleradamente y contribuir con ello al bienestar social, económico y ambiental para las presentes y futuras generaciones.


Los últimos años, hemos sido testigos de cómo el país busca repuntar económicamente en medio de años de inestabilidad nacional e internacional. Y si bien, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha mejorado levemente sus proyecciones, aún se anticipa un periodo de “bajo crecimiento” en 2023 y un aumento del 1,9% en 2024. Una cifra que, según otros organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), estiman no será superada. Por su parte, firmas de Wall Street han indicado recientemente que, aunque la incertidumbre en Chile tiende a disminuir, persistirán las presiones fiscales para abordar los problemas sociales.

En medio de este escenario, existe un doble desafío: crecer más, pero hacerlo de forma más sostenible. Así es como las scaleups se instalan como protagonistas clave para impulsar el crecimiento y la recuperación que el país y la ciudadanía necesita. A pesar de constituir solo el 1% de las empresas, su impacto es significativo, generando el 42% de los nuevos empleos y evitando la pérdida de 556 mil puestos de trabajo, según revela el estudio de Endeavor Research, “Scaleups en Chile 2022″. Incluso, durante la crisis de 2020, lograron generar 184,000 empleos netos, en contraste con la pérdida de casi 530,000 empleos por parte de otras empresas. Con estas cifras queda en evidencia su rol en el tejido económico y laboral del país de cara al próximo año, junto a su resiliencia y capacidad contracíclica.

¿Cuál es la condición excepcional que tienen las scaleups comparado a otras compañías? Altos niveles de crecimiento: al menos un 20% anual durante tres años consecutivos en ventas o trabajadores contratados, lo que evidencia que tienen gran habilidad para aprovechar oportunidades de mercado y adaptarse a las cambiantes demandas de los consumidores.

El emprendimiento de alto impacto ha experimentado un proceso de maduración evidente, impulsando la gestación de una nueva generación de emprendedores que, al revolucionar sus respectivas industrias, han transformado startups en scaleups en un corto periodo. ¡Una gran noticia a nivel país! Este paso se ha materializado gracias a la utilización efectiva de instrumentos públicos, la nutrida red de emprendedores y el capital privado disponible tanto dentro como fuera de Chile. Sin embargo, aunque hemos presenciado casos destacados, el desafío radica en cultivar muchos más casos de éxito a futuro, no solo en la Región Metropolitana, sino a lo largo de todo el territorio nacional, para que sean modelos de rol en otros y posicionemos la región a nivel nacional y mundial.

En un momento en que Chile busca revitalizar su economía de cara al 2024, las scaleups se presentan como un activo estratégico que beneficiarían aún más al país si existieran mecanismos para incentivarlas a futuro. Su capacidad para inspirar a nuevos emprendedores, generar empleo, contribuir al crecimiento económico y mejorar la productividad en diversos sectores hace imperativo incorporarlas de manera explícita en el diseño de políticas públicas de emprendimiento e innovación. Dejando atrás la burocracia, es crucial potenciar al máximo el talento y capital local, para seguir empujando al país con negocios que tengan la capacidad de escalar aceleradamente y contribuir con ello al bienestar social, económico y ambiental para las presentes y futuras generaciones.

La autora es gerente de Selección, Crecimiento y Alianzas de Endeavor Chile.

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