Valentín Trujillo a 50 años del golpe: “Para mí y muchos afectados, el golpe nunca tuvo una justificación”

Valentín Trujillo. Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera

A sus 90 años, el célebre pianista se prepara para un nuevo show de celebración en el Nescafé de las Artes. Pero en estos días, en que toca canciones antiguas para él, reflexiona sobre la música, recuerda a Víctor Jara, los 50 años del golpe, el cierre de la Convención donde interpretó el Himno Nacional y sus ganas de seguir activo.


Chispeante, aunque al paso acompasado que le permiten sus vividos 90 años, el maestro Valentín Trujillo Sánchez, nos recibe en un cuarto de su casa en la comuna de Ñuñoa. Un gran piano de cola, en cuya tapa luce una foto junto a Don Francisco, domina el lugar. Pero el célebre pianista chileno, un ineludible en la música popular del siglo XX con presencia en la producción discográfica y en la televisión, luce con orgullo sus fotos junto a ídolos deportivos. “Tengo más fotos con boxeadores que con músicos”, asegura. Un par de guantes de box que cuelgan en la puerta, autografiados por Óscar de la Hoya, así lo confirman.

Pese a todo, el “Tío Valentín” asegura que se mantiene activo. Aunque ya no estudia repertorio como antaño, asegura que además de los ensayos para sus shows, toca una hora diaria pero solo para él. “Toco canciones que yo llamo jazz melódico, son temas que tienen más de 70, 80 años, que todavía no me aburren. Generalmente pasa con la música que está bien escrita, bien armonizada y con un buen ritmo”. Y de inmediato, sin detenerse ni equivocarse en una sola nota, se lanza a tocar algunos compases de Tea for two, un antiguo estándar de jazz de 1925. Tan fácil como recitar una dirección.

Por estos días, el maestro se alista para su próxima presentación. Un concierto por sus 90 años agendado para el próximo 30 de julio en el Teatro Nescafé de las Artes, en que lo acompañarán sus nietos. Y sí, tocará ese repertorio más antiguo, así como otras composiciones propias. “Vamos a tocar música chilena, que no es solo cueca, con mis nietos que son jóvenes cantantes. Vamos a hacer esa música que tiene esas tres cosas: una buena letra, una buena melodía y un buen ritmo”.

¿Y el reggaetón?¿qué le parece?

Es moda. Como te digo, para mí la música popular tiene que tener esas tres condiciones: una buena letra, ojalá que sea un poema y no un relato de delincuentes. Una buena rítmica que sí lo tiene porque si escuchas un reggaetón y no mueves la patita, es porque estás muerto. Y una buena melodía, que no tiene. Pero en todo tiempo hubo música discutible. Cuando salió el bolero hubo gente que reclamaba porque se bailaba tomado, hasta el vals cuando llegó se veía mal tomar a la mujer de la cintura. Y cuando apareció Dámaso Pérez Prado con el mambo, una maravilla, la gente se volvió loca porque él rompió con todo. Pero el mambo estuvo prohibido hasta por la Iglesia.

De alguna forma, el escenario mantiene la vitalidad del Tío Valentín. “Estoy viviendo un período muy especial porque estar activo a los 90 años no es tan común. En el caso de los pianistas es más común que los cantantes, a un viejito de 90 años no se le ve cantando porque pierde más condiciones que el músico. Yo tengo una teoría muy especial, no quisiera volver a ser joven”.

Valentín Trujillo Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera

¿Y por qué no quisiera volver a ser joven?

Porque estoy disfrutando de todo lo que me ha sucedido en la vida. En el sentido que me han sucedido cosas muy buenas. Yo estimé que me quería dedicar a la música y que ojalá me fuera más o menos, no para entrar en un ranking de que que toco mejor que este o este otro, sino para vivir de eso, tener una familia que viva de eso y prolongar esta familia también en la música. Eso es muy agradable, lo estoy disfrutando y no quiero moverme de eso.

¿Siempre supo que se quería dedicar a la música?

Sí, yo a los 7 años estaba en el Conservatorio Nacional de Música, pero cuando le vine a tomar el peso fue cuando yo me presenté en radios para acompañar a aficionados, que eran tan aficionados como yo. Ahí tuve los primeros pagos. No tuve ninguna duda de esto, salvo mi pobre madre, que veía que la actividad del niñito era una música simple que le llegaba a mucha gente y además se efectuaba en la noche, la vida nocturna, la bohemia, con todas las consecuencias que tiene la bohemia. Pero si tú no tienes una buena conducta, no llegas a ningún lado. Si te atraen la droga o el trago es difícil llegar a los 90 años dándote cuenta cómo te llamas. Yo no fui un santo hindú, pero naturalmente tuve una disciplina de acuerdo a lo que es un profesional. Además que tuve responsabilidades desde muy joven. Fui director de orquesta y no podía el director de la orquesta llegar cocido, hay que tener la disciplina que te permita cumplir horarios. Para que el ensayo realmente empiece a las 10, tiene que llegar a las 9 y media. Yo les decía a los compañeros músicos ‘usted es trompetista, tiene que llegar, sacar la trompeta, limpiarla y hacer un poco de práctica de labios. Si llega a las 10, recién voy a poder empezar a las 10 y media y eso no me sirve’. El problema de los músicos antiguos era el trago, porque se juntaban 4 o 5 músicos a comprar una garrafa, que era lo más barato, y naturalmente el resultado era malazo, así que yo les decía a los músicos ‘yo acá quiero al primer trompeta, no al primer curado’. Por eso en la radio y en la TV tuve músicos que estuvieron conmigo 20, 30 años, el caso de (Fernando) Otárola, (Arturo) Giolito, queridísimos amigos que siempre los estoy recordando.

¿Y le tocó reprender a músicos que llegaron muy pasados a los ensayos?

No, no me tocó. Yo tenía alguna fama de que no podía trabajar conmigo gente que no tenía disciplina. Es lamentable porque hay gente con mucho talento que se ha perdido. Como te digo, no se trata de ser un santo, pero sí de mantener una vida de acuerdo a lo que es un profesional.

Valentín Trujillo Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera

El golpe y la Convención

En septiembre de 1973, Valentín Trujillo era un nombre consolidado en el espectáculo chileno. Además se ser un solicitado arreglador y director de orquesta, ya había trabajado con nombres tan diversos en estilo y pensamiento como Cecilia y Los Huasos Quincheros, además de tener una figuración televisiva gracias a su sociedad con el actor Jorge Guerra en el entrañable programa Pin Pon. Pero no había escondido su simpatía por Salvador Allende, a quien apoyó desde su primera candidatura presidencial. Por eso, dice, el golpe lo remeció.

“No había más que tener mucho cuidado por las cosas que estaban sucediendo. Se estaba persiguiendo a la gente porque pensaba distinto. Para mí, y para muchos de los más afectados, el golpe nunca tuvo una justificación, dado lo que produjo, tortura, asesinato, robo. Y yo hablo de golpe cívico-militar porque fueron los civiles los que golpearon la puerta a los militares y estuvieron 17 años haciendo gárgaras con la palabra democracia, pero no, fue dictadura. Y casi logra estar ocho años más, porque el plebiscito Pinochet lo pierde estrechamente, o sea, querían 25 años de dictadura. Hay que ser muy caradura, el golpe no se justifica por ningún lado. Allende preparaba un plebiscito y estoy seguro que si lo perdía, se iba a ir, pero hubo traición por todas partes”.

Valentín Trujillo Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera

En el libro Una vida en la música, Valentín Trujillo repasó con Darío Oses varios hitos de su carrera y recordó que una vez que se enteró del asesinato de Víctor Jara permaneció escondido durante 17 días. Hasta que por encargo de Benjamín Mackenna, secretario de Cultura de la Junta Militar y líder de Los Huasos Quincheros, el músico Arturo Giolito le avisó que nada había contra él y que podía circular con tranquilidad.

Mientras toca al piano algunos fragmentos de El derecho de vivir en paz, Luchín y Plegaria a un labrador, el maestro Valentín Trujillo recuerda a Víctor Jara, a quien conoció de casualidad. “Estuve en dos o tres ocasiones con él, muy poco, encabezando una huelga que había en el Liceo Manuel de Salas, porque yo tenía a mis hijos ahí y él tenía a su hijita, Amanda, alumna de mi mujer que era profesora ahí. Era una huelga que estuvimos con Víctor, con Ricardo García, hombre de radio muy conocido en la época, ahí estuvimos gritando, pero finalmente se pudo evitar porque ya tenía un sentido naturalmente político. Con el golpe yo tuve que recurrir a amigos porque yo nunca me sentí culpable de nada, pero anda a hacerlos entender. Víctor Jara ¿de qué era culpable para que lo mataran de esa forma?¿andaba armado?¿andaba disparando? él tenía sus canciones, Te recuerdo Amanda, Luchín, la Plegaria a un labrador que la grabé con Cecilia, sin pretender nada más que hacer una canción bonita. Yo nunca he tomado mi profesión para discutir públicamente de política y no lo voy a hacer. Tengo mi opinión, me adjudico el derecho legítimo de pensar, a lo mejor pienso por el lado equivocado, pero no sanguinario”.

Usted participó en el cierre de la Convención Constitucional interpretando el himno nacional. La propuesta se rechazó y hoy está en marcha el Consejo Constitucional ¿cómo ve el proceso?

Yo estoy como Condorito ¡exijo una explicación! eran miles de personas que se unieron cuando cerramos con la Canción Nacional, después se hizo la votación y esos miles quizás no votaron o se fueron sin ninguna convicción. Es una decepción muy grande. Creyeron cosas que se dicen desde hace muchos años, de que les van a quitar la casa. Pero una cosa que me incomoda mucho es esas personas que dicen que no les interesa la política porque ‘salga quien salga tengo que trabajar’ bueno ¿y qué quieres?¿en qué parte del mundo civilizado hay un sistema en que no tengas que trabajar y te den las cosas? hay que pensar un poquito más.

A sus 90 años ¿ha pensado en el retiro?

No lo he pensado, porque a los 90 años para qué voy a pensar en el retiro cuando estoy en la puerta de salida de la vida, quizás el próximo agosto me deja fuera de combate. No, no. No lo voy a hacer. Pero, si es que en un momento mi familia, mis amigos me dicen ‘oye, estás perdiendo condiciones, para tí tocar es un sufrimiento, no lo disfrutas y ya no te contratan’, ese será el momento de colgar los botines. Va a llegar el momento, quizás va a llegar de repente el momento en que me pidan tal canción y no la pueda tocar. Ahí voy a estar fregado.

Y como para subrayar el momento, toca algunos compases de Sabor a mí. Aquel entrañable bolero de Álvaro Carrillo que ha sido interpretado hasta por Luis Miguel. Para Valentín Trujillo, la música todavía está allí. En su mente y en sus manos.

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