“A Patricia”: la tormentosa e interminable historia de amor que ha vuelto a marcar la vida de Mario Vargas Llosa

El Nobel peruano le dedica su elogiada última novela a su prima y esposa por 50 años, Patricia Llosa. Tales palabras han reflotado una trama que ha cruzado el destino privado del autor, sobre todo en los años recientes.


Ha contado con buena recepción de parte de la crítica especializada, ha acumulado el inalterable interés de la escena cultural hispanohablante y, por sobre todo, ha generado la sensación evocativa del adiós al publicitarse por él mismo como su última obra de ficción (justo a 60 años de la esencial La ciudad y los perros).

Pero uno de los aspectos que más ha atrapado la atención de Le dedico mi silencio, la nueva novela de Mario Vargas Llosa –que llega por estos días a librerías locales- es un concepto y una dedicatoria que incluso antecede a todas sus páginas y a toda la narración: “A Patricia” se lee en su inicio, como una suerte de entrega a su prima y exesposa Patricia Llosa Urquidi. Fue su mujer por 50 años (1965 a 2015) y es la madre de sus tres hijos.

Ahora, el autor de La civilización del espectáculo (2012), ensayo donde precisamente critica la prensa rosa y la cultura del exhibicionismo, se ve envuelto en un trance que en parte cruza literatura y vida privada, azuzado por él mismo como un pequeño anzuelo de su última obra, dejando incluso que algunos cronistas de sociedad establezcan que el título del texto –aquel que refuerza el silencio- es un dardo contra su más reciente pareja, la socialité Isabel Preysler.

Patricia Llosa REUTERS/Pawel Kopczynsk.

De hecho, Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa se separaron a mediados de 2015, cuando el escritor comenzó una relación con Preysler. El autor y su esposa acababan de celebrar cinco décadas de casados en Nueva York cuando la revista ¡Hola! anunció por sorpresa el romance del “escribidor” y la “socialité”. En un primer momento, Patricia Llosa y sus tres hijos, Álvaro, Gonzalo y Morgana, emitieron un comunicado en el que se mostraban “sorprendidos y muy apenados” por la noticia. Se habían enterado por la prensa.

“Yo temía que esto tendría unas consecuencias nefastas para mi madre -confesó Gonzalo Vargas Llosa, quizás el miembro del clan más drástico con la nueva relación de su progenitor-. Sobre todo porque desde los 18 años ella había dedicado enteramente su vida a mi padre. Al principio el hecho de perderlo le afectó mucho, pero me ha sorprendido su extraordinaria capacidad para superar el drama, para no dejarse derrumbar y seguir adelante”.

Luego se supo que Vargas Llosa y Preysler habían comenzado a verse en secreto en febrero de 2015, después de una función de Los cuentos de la peste en el Teatro Español, mientras Patricia estaba de viaje. O sea, la relación con Preysler nació entre tinieblas.

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa.

Y culminó siete años después, a fines de 2022, con el hombre de La fiesta del Chivo declarando que eran “dos mundos muy distintos, muy separados” y que había sido un vínculo magnífico, “pero no literario”. En entrevista con El País Semanal, advirtió: “No me arrepiento de nada. Yo no voy a hablar de Isabel, para nada. La experiencia se vivió y ya está, vuelvo a estar en mi casa, rodeado de mis libros”.

Por lo mismo el “A Patricia” no es sólo una coincidencia: tras el adiós a Preysler, es retomar a los 87 años el vínculo con su pareja histórica, la que marcó algunos de los capítulos más rutilantes de su carrera. Le dedico mi silencio no sólo es una carta de amor a la música y el folclor peruano con el que creció - los valses, marineras, polkas y huainos-, sino que también es recalcar que ha vuelto a mirar de frente a su prima.

En los últimos meses, según reporta la prensa europea, han estado juntos en París, Lima, Santo Domingo, Sicilia y Madrid. “En todas estas ocasiones, la familia, o por lo menos parte de ella, ha estado presente”, aclaran las fuentes consultadas por El País, de España.

“Es un bonito y merecido gesto (dedicarle el libro)”, dicen al mismo diario desde el entorno del escritor, sin querer poner etiquetas a la relación que tiene hoy la pareja y sin aclarar el cariz sentimental de su nuevo vínculo. “No nos toca a nosotros decir si esa relación es romántica, pero lo importante es que la familia, que se había distanciado durante siete años, ha vuelto a estar unida”, explican las mismas fuentes en la publicación.

Más allá de la coyuntura, la relación con su prima ha avanzado a la par de la vida del literato peruano. Cuando la joven tenía 15 años, diez menos que Vargas Llosa, fue acogida por el autor en su casa de París. Él ya estaba casado con su tía política, Julia Urquidi –episodio que queda plasmado en la pieza autobiográfica La tía Julia y el escribidor-.

REUTERS/Mariana Bazo/Files (PERUSOCIETY - Tags: SOCIETY PROFILE MEDIA) NOBEL-LITERATURE/

Pero el flechazo con Patricia fue creciente e inevitable y, cuatro años después de convivir en el mismo hogar, se casaron en 1965. La familia nunca estuvo muy de acuerdo con el enlace. El escritor se había divorciado de Urquidi un par de meses antes. Así, en 1966 nació el primer hijo de la pareja, mientras que en 1967 y 1974 hacían lo propio los dos menores.

En el curso de los años, el Nobel calificó a Patricia como “la prima de nariz respingada y carácter indomable” sin la que, según él, su vida se hubiera disuelto en un “torbellino caótico”. Ahora, parece cerrar el círculo con ella y se reencuentran en el atardecer de sus respectivas existencias.

Sigue leyendo en Culto:

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.