Robbie Williams según su documental: drogas, celos y el amor por una Spice Girl cortado por los paparazzi

Robbie Williams según su documental: drogas, celos y el amor por una Spice Girl cortado por un papparazzi

Ya está disponible en el catálogo de Netflix el documental que recorre la carrera del cantante británico. Desde los días de fama explosiva en Take That y los celos que sentía por Gary Barlow, hasta los duros inicios como solista, en que debió someterse a rehabilitación. El éxito del hit Angels, le dio un impulso, pero lo enfrentó nuevamente a los vaivenes de la fama. Eso terminó por minar una relación con la "Ginger Spice", Geri Halliwell. Acá un repaso al Williams íntimo.


“Tengo casi 50. Soy padre. Tengo cuatro hijos. Una esposa maravillosa. Es impresionante todo lo que pasó con mi vida”, es la introducción de Robbie Williams desde el tiempo presente para mirarse en retrospectiva. Una revisión que cruza los cuatro capítulos del documental que revisa su trayectoria, ya disponible en Netflix.

A la manera de las revisiones de las estrellas de la música, la docuserie recorre la vida de Williams, detallando sus luchas, sus obsesiones, sus triunfos y caídas. Arranca desde el punto más obvio, sus inicios como integrante de la boyband Take That, a la que se sumó cuando era un adolescente de 16 años. Era el menor en un grupo de chicos que ya tenían frisaban los 20. “Era el bebé -admite- la diferencia era enorme”.

Williams habla con nostalgia de aquellos días. Eran los primeros años noventa, y el pop todavía conservaba fuerza. “Sentía que teníamos futuro que íbamos a crecer y nos volveríamos gigantes”. Pero la fama comenzó a hacer mella. “Por fuera, parecía que yo era un fanfarrón y que me tenía mucha confianza, pero fue una gran travesía hacia el mundo adulto para la que no estaba listo”.

Robbie Williams

Como en todo grupo humano había celos y desconfianza. Williams no ha escondido que le guardaba resentimiento a Gary Barlow, el chico líder del grupo y el que parecía tener el futuro más promisorio. Además de guapo, escribía las canciones. “Había una seguridad sobre Gaz y su habilidad, mezclada con frialdad”, recuerda Robbie. “Parecía que había una persona dirigida en Take That y esa era Gary Barlow. Todo giraba en torno a él. Y cuando era joven, habría estado celoso de eso. Supongo que mucho de mí estaba resentido con él”. De hecho, una secuencia en que se ve al grupo grabando unas menciones, evidencia la tensión entre Williams y Barlow.

La vida de estrella hizo estragos en Williams. Y su escape fueron las drogas y la bebida. “¡Necesito alcohol!” grita en un momento de fiesta. Barlow, lo mira frío y le responde. “Ya empezó este bastardo...”. Era un veniteañero, pero su vida sumaba un kilometraje que no pudo controlar. “Estaba ingiriendo todo lo que podía conseguir. Éxtasis, cocaína, bebida... literalmente bebía una botella de vodka una noche antes de ir a los ensayos. Eso pasaba todas las noches.”

Y fue ese abuso el que lo hizo dejar a Take That. Tras una presentación en Glastonbury, donde Williams lucía una apariencia lamentable (incluso con un diente menos), fue el punto crítico. “Me dijeron: ‘Así no es como te comportas en una banda de chicos’”, recuerda. “Esta sensación de que no estaba preparado o no era capaz de desempeñar el papel que me pedían era evidente”.

Y así llegó la partida. “Un día fui a los ensayos y luego, a la hora del almuerzo, me dijeron: ‘Rob, necesitamos tener una reunión con la banda’. Les dije a los chicos que ya no podía estar allí”.

A Robbie le costó años enmendar el rumbo como solista. “Creo que mi plan era ‘vamos a destrozarnos’”, recuerda. Tenía 21 años, se mudó a Londres y comenzó una vida de excesos y salidas nocturnas. En 1997 comenzó a grabar su primer álbum solista, Life thru a lens, con la guía del productor Guy Chamber, con quien coescribió el material. Pero no fue fácil. Robbie estaba sumido en la adicción. “Estaba en caída libre, adicto a la cocaína y el alcohol”. De hecho, se le ve fumando y bebiendo en el estudio mientras graba.

“En sentido figurado, mi carrera se estaba cayendo por un precipicio”, recuerda. “Había tenido bastantes intentos con singles, eso no se permitiría que sucediera ahora. Y un memorándum circuló por la compañía discográfica: Estoy a punto de ser despedido. Parece que eso es todo para el chico Williams”. Así, empujado por su mánager, decidió finalmente someterse a rehabilitación.

Y en esas historias que le gustan a los biógrafo de rock, apareció la canción que salvó su carrera. El hit Angels. “Ahí cambió todo”, asegura. Un momento crucial que lo dio un impulso definitivo. “El cohete comenzó a explotar”, dice. “Me sacudí de las fauces de la derrota”. Así se volvió definitivamente una estrella por derecho propio.

Pero la fama nuevamente hizo tambalear su vida. En el 2000, se tomó unas vacaciones en el soleado sur de Francia junto a Guy Chamber, su esposa Emma, y Geri Halliwell, la cantante que había sido parte de las Spice Girls, que tal como Robbie, había pasado por los días más complejos de la fama. Tal vez por ello, se acercaron y comenzaron un romance, justo cuando él estaba en tratamiento para enfrentar su alcoholismo. “Fue una relación muy confusa porque era una chica y yo un chico que éramos muy buenos amigos e intentaban reacomodar los escombros del pasado”.

Pero una pareja de cantantes famosos y con fantasmas era comidillo para la prensa sensacionalista. Una mala combinación, en días en que Williams deseaba tranquilidad. “Dondequiera que íbamos, los paparazzi estaban allí antes de que llegáramos”, recuerda. Ahí se agrió todo. Un paparazzo le dijo a Williams que estaban allí porque Geri los llamó. “Ahora no creo que eso sea cierto ni por un segundo, pero en ese momento sí lo creí”, dice. “Simplemente demuestra lo que puede afectar a tu psique”.

Con los años, la fama no solo pasó la factura en sus relaciones. También en su condición física. Por ello, decidió inyectarse esteroides para rendir en el escenario. “Creo que es el desgaste de los días de Take That. Solíamos castigar nuestras rodillas y solía pensar en el fondo de mi mente: ‘Pagaré por eso cuando sea mayor’, y entonces solía pensar al mismo tiempo, ‘nunca seré mayor’. Pero ahora soy mayor y tengo la rodilla jodida, la ingle se ha ido y la espalda de vez en cuando se inflama.” Por ello, le pidió las inyecciones a un médico. “Me encantan las drogas”, le dice a la cámara con su habitual humor ácido.

Los cuatro capítulos de la miniserie de Robbie Williams ya están disponibles en Netflix desde este 8 de noviembre.

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