133 años intentando tocar el cielo: así surgió el básquetbol, el deporte de las estrellas que nació de improviso

James Naismith, creador del baloncesto.

James Naismith, profesor de educación física, inventó el deporte como parte de una nueva dinámica para sus clases.



Mucho antes de estrellas mundiales como Michael Jordan, LeBron James o Kobe Bryant, el personaje con mayor relevancia en el mundo del baloncesto, era James Naismith, profesor de educación física en un instituto en Springfield, Massachussetts. Fue él, quien luego de un día de lluvia que les impedía llevar a cabo actividad física al aire libre, ideó un juego dentro del gimnasio, colgando dos cestas para recoger manzanas en cada lado del recinto, en las que los jugadores debían depositar un balón para sumar puntos. Así nació el básquetbol.

Fue el 21 de diciembre de 1891, cuando una tormenta azotaba el lugar. El docente decidió improvisar para mantener activos a sus alumnos. Los dividió en dos equipos de nueve jugadores. El experimento no resultó como esperaba. El propio Naismith declaró más tarde calificó el ejercicio como “una matanza”.

Sin reglas

“Les enseñe las dos cestas de melocotones colgadas a ambos lados del gimnasio, antes de explicarles que la idea era lanzar la pelota en la cesta del equipo contrario. Soplé el silbato y así arrancó el primer partido de baloncesto”, describió. El desastre surgió por la carencia de un elemento clave: las reglas del juego. “Los chicos empezaron a cargar el uno contra el otro, a golpearse y darse puñetazos para acabar peleándose en mitad del gimnasio como si todo valiera”, relató.

Igualmente, el juego gustó tanto, que de decidió generar la normativa que lo regularía. Así fue, como un 15 de enero de 1892, Naismith publicó las 13 reglas originales del básquetbol en The Triangle, periódico del Springfield College. En ese entonces, el profesor no dimensionó el impacto. Menos imaginó que su juego se transformaría, con los años, en uno de los deportes más practicados y que más millones de dólares movería en el mundo entero.

Finalmente, en 1898 con la llegada de la primera liga profesional del mundo en Estados Unidos, comenzaría la expansión de este deporte hasta convertirse en lo que es hoy. La NBA es su máximo exponente.

Reglamento original

El reglamento original consideraba varios aspectos elementales. “El balón se puede lanzar en cualquier dirección, con una o con las dos manos”, consignaba la primera disposición. “El balón se puede lanzar en cualquier dirección, con una o con las dos manos, pero nunca con el puño”, añadía la segunda.

La tercera: “El jugador no puede correr con la pelota. Debe lanzar el balón desde el lugar en que la coja. En el caso de que un jugador capture la pelota en plena carrera, en cuanto la coja deberá detenerse”. Y la cuarta: “El balón debe llevarse en las manos. Los brazos o el cuerpo no se usan para sostenerlo”.

Michael Jordan, el máximo exponente del básquetbol en la historia.

La siguiente abordaba la disciplina en la cancha. “No está permitido cargar con el hombro, agarrar, empujar, poner la zancadilla o golpear de manera alguna al oponente. La primera infracción de esta regla por parte de cualquier jugador se considerará una falta; la segunda le descalificará hasta que se consiga la siguiente canasta o, en el caso de que la intención de lesionar fuera clara, se le descalificará durante todo el partido, sin sustituto”, estipulaba.

Se considera falta golpear el balón con el puño, la violación de las reglas 3 o 4 y lo descrito en la n° 5″, establecía el sexto artículo.

El séptimo imponía una penalización que, en alguna medida, se parece a las actuales. “Si cualquiera de los equipos hace tres faltas consecutivas, se contabilizará una canasta para el equipo contrario”, explica.

La conversión era la materia de la octava: “Se contará canasta cuando el balón sea lanzado o golpeado desde el suelo hasta la cesta y se quede en ella, siempre que los defensores no toquen el balón o dificulten la canasta. Si el balón se queda en el borde de la cesta sin llegar a entrar y el oponente mueve la canasta, se contabilizará como punto”, definía.

También se hablaba de la reposición. “Cuando el balón salga fuera, la primera persona que lo toque lo lanzará al campo de juego. En caso de discusión, el árbitro lo lanzará directamente al campo. El que saca dispone de cinco segundos para hacerlo; si retiene el balón más tiempo, el balón pasará al equipo contrario. Si cualquiera de los equipos persiste en retrasar el juego, el árbitro auxiliar le señalará falta”, explicaba.

También se definía la función del colaborador del juez principal. El árbitro auxiliar será el juez de los hombres, anotará las faltas y avisará al árbitro principal cuando se cometan tres faltas seguidas. Podrá descalificar a los jugadores según lo establecido en la regla número 5″, se definía.

El juez principal ya era, en efecto, toda una autoridad. “El árbitro principal juzgará lo que se refiere al balón y determinará cuando éste está en juego o ha salido fuera, a qué equipo pertenece, además de llevar el control del tiempo. Decidirá cuándo se ha marcado un tanto y contabilizará las canastas y asimismo realizará las obligaciones habituales de un árbitro”, sostenía la undécima disposición.

La penúltima definía la duración del encuentro: “El tiempo se distribuirá en dos mitades de quince minutos, con un descanso de 5 minutos entre ellas

Y la última era la más importante: “El equipo que obtenga más puntos dentro de ese tiempo será considerado ganador. En caso de empate, si los capitanes acuerdan hacerlo, el partido se podrá continuar hasta que se marque una canasta.

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