Si en algo pueden coincidir quienes han pasado por Huachipato desde 2016, es que la alegría del camarín se llama César Valenzuela (28). Su sonrisa está a la vista, aunque la vida le ha dado golpes que derrumbarían a cualquiera. El camino no le ha sido fácil a uno de los más rescatables de la temporada en un equipo que hoy quiere bajar a Universidad Católica, el líder.

Su nombre siempre suena en los grandes, ¿ha estado cerca de partir?

Kudelka el año pasado dijo públicamente que estaban a la espera de un posible refuerzo y era yo. Nunca me meto bien en esos temas y le pido a mis representantes que me avisen solo cuando haya algo concreto, para no llenarme la cabeza de cosas. Acá en Huachipato me molestan harto y dicen que nunca me voy a ir. Sueno en todos lados, pero estoy tranquilo.

¿Qué le falta para dar el salto, entonces?

Un buen año y hacer más goles. Llevo varios torneos siendo el jugador con más asistencias y sigo acá, pero quienes han hecho los goles se han ido todos. Los goles son los que venden. Si no me he ido es porque no ha llegado mi momento.

¿Hay bono por asistencia?

Tengo mis anexos de contrato con esas cosas, para motivarme. Siempre me he destacado en ese aspecto. Así se han ido Carlos González, Ángelo Sagal, Javier Parraguez, Gabriel Torres y Jorge Ortega. Yo feliz que a mis compañeros les vaya bien, solo espero que alguna vez me llegue la oportunidad.

Su pequeño hijo falleció en 2018, ¿ha sido el golpe más duro en su vida?

Sin duda. Soy positivo, católico, creo mucho en Dios y a él me aferro. Quizás nuestro hijo era un ángel que necesitaba estar en el cielo. Esa respuesta nos damos, porque si nos ponemos a pensar fríamente, no hay respuestas en lo que le pasó a nuestro hijo. Busco quedarme con eso para que como familia estemos tranquilos.

¿Sabían desde antes que venía con problemas o se enfermó después?

Fue un embarazo normal, tranquilo, sin complicaciones ni sustos. Llegamos al parto sin pensar nada malo e incluso estuvimos con él un par de horas, todo muy bien. Luego llegó la matrona a vestirlo, lo vio un poco moradito y pidió revisarlo. Al rato nos dijeron que pasó a una sala con niños graves, porque no respiraba bien. Le metieron oxígeno y en vez de mejorar, cada vez fue pidiendo más oxígeno. Ahí empezó el calvario.

Repercutió en su fútbol…

Si no estás bien de cabeza, es imposible que tu rendimiento sea bueno. Era imposible andar bien y ser figura. Mi cuerpo quería hacerlo bien, pero mi cabeza estaba en otro lado. Era mi hijo. Cuando lo trasladaron a Santiago, entrenaba en Meds de lunes a miércoles, viajaba los jueves a hacer fútbol, concentraba el viernes, al otro día jugaba y luego de vuelta otra vez a lo mismo. Fue difícil, pero como familia lo llevamos en el corazón.

¿Ha sido injusta la vida con César Valenzuela?

Trato de no quedarme con esa sensación. Quizás todo pasa por algo y las cosas que ocurren en la vida tienen un propósito. No me siento el más querido, pero tratando de ser buena persona con todos creo que me he ganado el cariño de muchos.

¿Ya recuperó la sonrisa?

Estoy más motivado que nunca y me he sentido bien. Cumplí 28 años, maduré y me estoy cuidando más. No es que haya estado con sobrepeso, pero bajé la grasa y con el área médica hemos trabajado mucho. Quizás el picoteo me tentaba, sobre todo cuando compraba cosas para los niños y a veces igual comía. Ahora me comprometí más con ese aspecto y me he sentido mejor en cancha. Antes quizás hacía 3 ó 4 jugadas buenas por partido, ahora son más.

Reciben a Católica, ¿pagarán ellos los platos rotos por la derrota anterior?

Dicen que en la vida todo se devuelve y si la pelota no quiso entrar con Iquique, en algún momento se nos tendrá que dar. Ojalá sea con Católica, pero no será fácil.