Las chances de una hipotética salvación parecían nulas. La caída ante Curicó en Temuco vino a oscurecer todo aún más, el descenso era inminente. Quedaban tres fechas y el Pije no tenía margen, además dependía de múltiples resultados. Hoy queda un partido y una luz de esperanza, quizás iluminando más de lo que muchos creían, que obedece a un jugador en particular y a su potente zurda.

Miguel Aceval (35) ha sido clave en las dos victorias albiverdes de última hora. El primer aliento a la esperanza fue frente a Audax, acá marcó dos veces: de distancia y con un tiro libre. En La Calera también se hizo presente con un penal. ¿Factor en común? Los tres tantos fueron con su pierna izquierda, esa pegada que ya está patentada en Chile. "Es un jugador que posee un remate privilegiado que no ha sido muy aprovechado en su carrera. Hoy, en el fútbol chileno, no hay jugadores con el remate que tiene Miguel", dice Jorge Garcés, su DT en O'Higgins durante 2007.

Sus inicios fueron en Colo Colo, donde permaneció por mucho tiempo. Fue parte de la generación 83, con Claudio Bravo, Jorge Valdivia y Gonzalo Fierro. "Él siempre fue sindicado como un jugador de proyección. Tenía muchas condiciones: buen control, manejo del balón y tremenda pegada, elementos que conserva e incluso se ha perfeccionado en relación a lo que hacía cuando era más pequeño. Esa pegada mantiene vivo el sueño de Temuco", cuenta Hugo González, quien lo formó en las cadetes albas.

El Búfalo formó parte del equipo plagado de jóvenes que fue campeón del Clausura 2002, con el Cacique estaba en quiebra. Pero sin dudas, el momento para enmarcar fue la final ante la U en el Apertura 2006. Aceval asumió la responsabilidad de patear el último penal ante un Nacional repleto. No falló y quedará por siempre en la historia alba. Esa zurda potente desató los festejos de uno de los títulos más celebrados. "En Colo Colo se tienen buenos recuerdos de él. Imposible no acordarse cuando definió la serie de penales que le dio el título al equipo de Borghi", recuerda González.

Tras campeonar dos veces más con Colo Colo, llegó a O'Higgins. Jugó en el equipo de Garcés y la campaña no fue de las mejores. Para colmo, el Búfalo sumó uno de sus episodios más duros. Frente a Ñublense agredió a un hincha celeste y fue formalizado. "Tuvo problemas con los hinchas, pero siempre lo apoyamos y respaldamos", dice el Peineta y recalca: "Es un muy buen muchacho. Él le hace bien a su grupo, es muy caballero y trabajador. Tengo un gran recuerdo de él".

Tras el paso rancagüino, comenzó un largo peregrinaje. Huachipato, Unión Española y la U de Concepción, fueron sus paraderos. En 2012 llegó su primera y única aventura en el exterior: Toronto FC, de Canadá, en una estadía corta, con poca continuidad y una detención en Houston por riña. A mitad de ese año volvió a Huachipato, en un torneo inolvidable: los acereros lograron un inesperado título ante Unión; para sorpresa, eso sí, Aceval falló en la tanda de penales.

Un paso por Curicó y llegó a Temuco en 2015, cuando estaba en Primera B. Ahí comenzó a cimentar su historia en el Pije. "Fue pieza importante en el ascenso. Fue central izquierdo y siempre entregó una salida limpia, ya que tiene una zurda privilegiada. El transmitió toda su experiencia futbolística", retrata Luis Landeros, técnico artífice del ascenso.

"En momentos difíciles, tiene que haber una voz de la experiencia. Yo creo que ha cumplido esa labor: entregar calma a sus compañeros. Él ha ganado bastantes títulos y ahora vive la otra cara", afirma González. Es que el bagaje de Aceval, pocos lo tienen en el Pije.

Dicen que en las peores, aparecen los mejores. Aceval lleva tres años en Temuco, su estadía más larga en un club, tras Colo Colo. "Allá se ha ganado un nombre", reafirma Landeros. La Araucanía lo quiere y reconoce su recorrido. El sueño sigue vigente y el Búfalo es símbolo de esperanza.