La pizarra del Superclásico: cómo Gustavo Álvarez le ganó la partida a Jorge Almirón para acabar con la maldición de la U

Gustavo Álvarez junto a Leandro Fernández, durante el clásico del domingo. FOTO: AGENCIAUNO

Lo que no pudieron lograr técnicos como Sampaoli, Lasarte, Dudamel o Pellegrino lo consiguió el campeón con Huachipato en 2023, cuyo plan de juego resultó en el estadio Monumental. Presionando la salida de Colo Colo en el primer tiempo y un profundo sentido colectivo en el complemento, se impuso en el duelo táctico al ex Boca Juniors.



Una larga lista de entrenadores, unos con más experiencia que otros, trataron y no pudieron. Desde Gerardo Pelusso, Jorge Sampaoli y Martín Lasarte; hasta Hernán Caputto, Rafael Dudamel, Santiago Escobar y Mauricio Pellegrino. Ninguno lo logró. Pero Gustavo Álvarez tenía la receta. En su primer Superclásico en el fútbol chileno, el técnico de Universidad de Chile fue el artífice de una victoria tan relevante como histórica. Este domingo 10 de marzo, la U le ganó a Colo Colo en el estadio Monumental después de una racha que se extendió por 23 años. Los laicos se sacaron una mochila que cargaron como un estigma.

No solo desde lo actitudinal, la presentación de los azules en Pedrero fue importante. Varios aspectos del juego influyeron para encontrar la victoria. Y en ese sentido, hay un mérito relevante en el planteo del DT campeón con Huachipato en 2023. Desde la lectura táctica, le ganó la partida a Jorge Almirón, otro novato en el partido mayor del balompié criollo. La pizarra del oriundo de Lomas de Zamora se impuso sobre el ex DT de Boca Juniors, subcampeón de Copa Libertadores.

En el primer tiempo del partido, la U fue superior a Colo Colo, justificando la ventaja con la que se fue al descanso. La visita presionó en campo rival, para ahogar la salida alba, forzando el error y quedar de frente a portería. Durante los encuentros anteriores, al Cacique no lo presionaron tan alto, por lo tanto no sufrió como sí sucedió ante los azules. Como el Cacique insistía en salir por abajo, el riesgo de provocar un desaguisado existía por la disposición de los contrarios.

La presión en campo rival y la salida rápida de la U le generó incomodidad a un Colo Colo que no se hallaba durante los 45′ iniciales, tanto así que no remató a portería en el lapso. La línea de tres dispuesta por Álvarez estaba clara: Ojeda, Calderón y Zaldivia. Ninguno sobraba. No había un líbero. Como los albos no contaron en la primera parte con un centrodelantero natural (repitió Palacios, quien no se estaciona en esa demarcación), no requirieron de un esfuerzo adicional en defensa. Por las bandas, Hormazábal, por la derecha, se proyectaba más que Morales, en la izquierda. Mientras que más arriba, un picante Leandro Fernández desordenaba a la defensa alba con su irreverencia.

Tras el partido, el entrenador confesó parte del plan de juego: “Proponíamos recuperar la pelota muy alto y necesitábamos un gran esfuerzo de los tres puntas, para jugar contra los centrales y Pavez. Hicimos un desgaste importante que pudimos soportar en el primer tiempo, por eso los cambios del segundo tiempo y el ingreso de Assadi como mediapunta, enganche, para tener más juego junto a Poblete y Díaz”.

La U no necesitó tener el control del balón para ser superior al rival. La posesión del primer tiempo fue solo del 34%, pero sumó siete tiros totales, de los cuales tres fueron al arco (uno de ellos, el gol de Poblete). Además, registrando menos cantidad de pases que el Cacique (147 contra 280), contaba con un circuito de juego más claro, mientras que su archirrival naufragaba en el campo.

Una de las virtudes de la U es la ductilidad de funciones que dispone con su alineación. O sea, que puede mover la distribución de sus piezas con los mismos once elementos. Con la ventaja en el marcador, el desgaste propio del partido y la presión que empezó a ejercer Colo Colo, la disposición de los laicos fue más cautelosa. Por lo tanto, no era raro el cambio hacia una línea de cinco, para contener, y el ingreso de Tapia por Ojeda, para contar con tres centrales naturales.

En el complemento, el cuadro del chuncho registró solo el 28% de posesión de balón y ningún tiro a portería. Se puso el overol y no desentonó. El trabajo colectivo para sostener el resultado, que trae aparejado el mensaje del entrenador (quien mantiene la calma en todo momento), fue fundamental para irse del Monumental con el triunfo. Un dato más: en el segundo tiempo, ambos equipos tuvieron la misma cantidad de duelos ganados (23). La U supo sufrir y con eso, apareció Gabriel Castellón, uno de los puntos altos. El ex Huachipato mantuvo la estantería cuando los albos buscaron el empate.

Gustavo Álvarez leyó mejor el partido, estudiando por dónde le podían hacer daño a un Colo Colo que sintió el desgaste de un calendario agitado, con el Superclásico en medio de su serie ante Sportivo Trinidense por la Libertadores.

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