El furioso carrerón de Jorge Sampaoli hacia la cancha, con las manos empuñadas y gritando como un loco el postrero gol de Marcos Rojo, retrata de forma perfecta la tarde más emocionante de su trayectoria como técnico.

La jornada fue terrible para el casildense, por voluble, cambiante e impredecible. Y aunque comenzó de la peor forma, terminó maravillosamente para el entrenador de la selección de Argentina.

Cuando su nombre fue mencionado por el locutor del estadio, al momento de entregar las formaciones de Nigeria y la Albiceleste, las pifias de los miles de hinchas transandinos fueron resonantes. Algo muy diferente a lo que ocurrió con Lionel Messi, quien fue aplaudido por el público. El ex DT de Universidad de Chile es muy impopular debido al bajo rendimiento de su equipo.

Una de los hechos que más llamó a atención fue su cambio de vestimenta. Si bien ante Islandia y Croacia el adiestrador usó un elegante traje, hoy lo dejó en el clóset y volvió al tradicional buzo. ¿Cábala? ¿El regreso del amateurismo? Posiblemente. Lo cierto es que, pese a que ha asegurado que no usa redes sociales ni se preocupa de lo que opinan de él, había recibido muchas críticas de parte de los argentinos por este cambio de estilo. Si quiso mejorar su imagen, al menos, como estrategia funcionó.

Su semblante serio y tenso varió por primera tras el gol de Lionel Messi. El técnico empuñaba sus manos y el grito de gol le resaltaba las venas de la cara.

Cuando el juez cobró penal para Nigeria apoyado por el VAR, Sampaoli se desquició. Hasta el gol de Rojo.

El lateral izquierdo del Manchester United le devolvió la alegría. Tanto, que se metió a la cancha, igual que ante Colo Colo en el estadio Monumental, en su primer Superclásico disputado en Pedreros, cuando Osmar Molinas clavó un autogol a los 90'+12' y permitió el empate 2-2 de los azules.

Eso sí, estuvo muy distante de los jugadores, en una clara señal del distanciamiento que existe. Los futbolistas celebraron y se abrazaron entre ellos en todo momento, pero también compartieron con otros miembros del staff, como los utileros. Con el cuerpo técnico, nada.

Incluso, tras el pitazo final, Sampaoli se fue directo a los camarines y no entró a la cancha para sumarse a los festejos.

Por ahora, Sampaoli respira, aunque las señales están lejos de ser completamente positivas dentro de una convulsionada selección argentina.