El atribulado, presionado, sacrificado Sebastián Sáez consiguió su tan demorada recompensa. En el partido menos pensado y en el más importante. El trabajo físico y defensivo que suele desplegar en cada presentación para suplir la carencia de goles dio frutos. Estuvo en el lugar indicado cuando Edson Puch erró el centro atrás de José Pedro Fuenzalida y supo apurar a Barroso para provocar el error, encarar a Brayan Cortés y definir con clase. El esfuerzo le recompensó.

La desaforada celebración no se hizo esperar. Después de cinco meses -su último gol lo convirtió el 4 de noviembre del año pasado- la liberación de tantas frustraciones, la catarsis, debía tener su lugar. Desde su llegada a la Universidad Católica a fines de mayo que el delantero no lo ha pasado bien.

"Sé cómo es mi trabajo. Estoy consciente de lo que hago día a día en los entrenamientos y el trabajo que hago en los partidos. Los goles no me estaban saliendo. Tengo el apoyo de todos mis compañeros y del club, que me ven día a día cómo sufro para tratar de cambiar esta historia", comentó el ex ariete de Audax Italiano.

Precisamente apoyo fue lo que más le demostraron tras el pitazo final. "Sacha, se te iba a abrir el arco. Te lo mereces porque nunca bajaste los brazos", escribió en Twitter Juan Tagle, presidente de Cruzados.

Luciano Aued también destacó la actuación del delantero: "Trabaja muchísimo. Lo sufre más que nadie porque los goleadores quieren hacer goles. Nosotros intentamos que tenga situaciones. Es el goleador que mostró hoy y es nuestro goleador. Es nuestra carta y nosotros lo bancamos".

Sáez corrió, marcó y hasta sangró (tras un codazo de Pavez en la ceja) por un cuadro que ha esperado por su despertar. Ayer, al final, Sacha tuvo su premio.