Más de la mitad de todos los niños en el mundo, es decir más de 1.200 millones, están siendo amenazados por un conflicto, pobreza extendida o discriminación contra las niñas. Así lo reveló el reporte "Las diferentes caras de la exclusión" de la organización Save The Children con motivo del Día Internacional del Niño. El informe también incluye un ranking de 175 países donde la niñez está siendo en mayor o menor grado amenazada como resultado de la mala salud, malnutrición, exclusión de la educación, el trabajo infantil, el matrimonio infantil, embarazo precoz y la violencia extrema.Según este listado, Singapur y Eslovenia ocupan los primeros lugares, es decir, son países en los que pocos niños están perdiendo su niñez. Le siguen Noruega, Suecia y Finlandia. Mientras que naciones en el oeste y el centro de África se ubicaron en los 10 últimos lugares respecto al trato sobre niños y niñas. La organización aclaró que bajo la Convención de Naciones Unidas de los Derechos del Niño se entiende como niño (a) a quienes tienen menos de 10 años.

Chile se ubica en el puesto 58 en el grupo de países donde algunos niños sufren una infancia dramática. Sin embargo, es la nación de América Latina que tiene mejor puntuación. Le sigue Cuba (63), Costa Rica (69), Argentina (73) y Uruguay (78).La directora ejecutiva de Save The Children International, Helle Thorning-Schmidt, dijo que si bien hay progreso en muchas partes del mundo, no está ocurriendo lo suficientemente rápido. "Más de la mitad de los niños en el mundo comienzan sus vidas quedándose atrás porque son una niña, son pobres o porque están creciendo en una zona de guerra", explicó.

Del estudio se desprende que más de 1.000 millones de niños habitan en países afectados por la pobreza, 240 millones vive en lugares donde hay un conflicto bélico y fragilidad y más de 575 millones de niñas figuran en países donde el sesgo de género es un tema serio. Más de 153 millones de niños están viviendo en 20 países afectados por estas tres amenazas: Sudán del Sur, Somalia, Yemen y Afganistán.Por otro lado, la malnutrición, las enfermedades y el mal cuidado matan 20 veces más a niños que viven en zonas de guerra y conflictos. La incidencia del trabajo infantil en países afectados por un conflicto armado es 77% más alto que el promedio global. También los conflictos hacen que las niñas sean más vulnerables al matrimonio infantil.

Ali, 14 años. Yemen

Debido al conflicto en Yemen la familia de Ali (cuyo nombre fue cambiado) ha sido desplazada muchas veces los últimos tres años. Vio cómo su padre quedó herido tras un ataque aéreo. "Cuando la guerra comenzó, escuchamos tres ataques aéreos, no los reconocimos, pensamos que eran truenos o cohetes, nadie sabía lo que pasaba. Nos cambiamos de casa y nuestra vida empeoró. Ahora tenemos que arrendar y tengo que trabajar porque mi papá está enfermo del corazón y de cálculos a los riñones. En el último ataque mi papá estaba de pie al frente de la puerta. El ataque la rompió y mi papá quedó postrado en cama", contó a Save the Children. "Ya no le tengo miedo a los ataques aéreos, me acostumbré a vivir en guerra. Trabajo en una granja o en un negocio vendiendo pan. Estoy tratando de resolver cómo me gano la vida. Antes de la guerra yo jugaba y me divertía. Iba al colegio, eran buenos días, no me quejo. Ahora cuando me despierto no me puedo lavar porque no hay agua. Tengo que caminar 15 minutos en busca de agua. A veces peleo con las personas ahí, cuando se niegan a darme agua", narra.

Nour, 12 años. Mosul, Irak

Nour de 12 años se ve a sí mismo como el sustento de su familia desde que su papá sufrió una falla renal. Él vendía papas fritas para alimentar a su familia y comprarle remedios a su padre. Debido a la guerra en Mosul, no pudo llevar más a su padre al hospital, por lo que aprendió a colocarle inyecciones. Después de que Mosul fue recapturada, su padre murió. "Tuve que trabajar desde el día que llegó el Estado Islámico. Solía trabajar en el colegio para darle dinero a mis padres. Nuestra situación es muy mala. Mi papá se dializaba desde hace cuatro años y no pudo trabajar. Cuando Mosul fue recapturada no podía ir al hospital. Yo trabajaba para darle dinero. Me convertí en su doctor. Todos los médicos se habían ido, quedaba solo uno, que a veces iba al hospital y a veces no. Me enseñaron a poner inyecciones y nos empezamos a cuidar nosotros mismos", cuenta. "Nunca he ido al colegio, desde que mi papá se enfermó. Mi papá me decía que fuera. Cuando se recuperó Mosul, llevé a mi papá al hospital y cuando estaba volviendo a casa, nos golpeó un misil", contó Nour.

Rana, 14 años. Saná, Yemen

Luego que un misil destruyera su casa en 2017, Rana, sus ocho hermanos y sus padres se quedaron sin un lugar donde vivir. Perdieron todo y su padre apenas logra conseguir dinero para una comida diaria para su familia. Su madre, por otro lado, está enferma y a menudo tiene que pedir ayuda a los vecinos. "Estábamos durmiendo en la noche y un avión sobrevolaba por nuestras cabezas. Huimos a la casa de nuestro vecino y cuando el avión se fue, volvimos a casa. Nos dormimos hasta el amanecer y luego escuchamos el avión de nuevo. Hicimos el desayuno y escuchamos el ataque. Luego huimos de la casa. Mis padres nos dijeron que huyéramos. Con mis hermanos llorábamos y gritábamos. Mientras corríamos un misil cayó sobre nuestra casa y la destruyó. No teníamos casa ni nada", recuerda. "Nos fuimos a Saná y estudio acá porque es gratis. Me siento avergonzada porque tengo 14 y estoy en primer año. Ojalá fuera en séptimo grado o fuera más joven. Me avergüenzo cuando la gente se sorprende cuando sabe que estoy en primero básico. No es mi culpa. Si aprendo ahora no me quedaré analfabeta para siempre", añade.