HOY MIERCOLES 20 de marzo se vota en la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados, en segundo trámite constitucional, el proyecto de ley que declara el 25 de marzo como el "Día de la adopción y del que está por nacer". Esperamos que dicho proyecto se apruebe porque es una forma concreta de valorar la vida y la familia. No obstante, el compromiso del mundo político por la adopción y el niño que está por nacer no se puede quedar sólo en esta iniciativa.

Existe un número creciente de embarazos no planificados de los cuales como país debemos hacernos cargo. Muchas madres frente a la soledad, el juicio social, la presión familiar y también por los costos económicos que significa el embarazo, parto y mantención de un hijo, optan por el aborto. Por muy difíciles que sean las circunstancias de este tipo de embarazos, no se justifica, en ningún caso, quitar la vida de este niño.

Hay que evitar a toda costa que una madre se vea tentada a tomar la decisión de abortar, provocándose un daño irreparable. La mejor opción, tanto en la madre como en el niño, es la adopción. Aquellas mujeres que no estén en condiciones  de asumir la maternidad, podrán estar tranquilas que su hijo tendrá una familia donde se le asegure el afecto y cuidado que necesite para su adecuado desarrollo.

Lamentablemente, la adopción es una temática que no ha estado en la discusión política por varios años. A pesar de que desde un tiempo a esta parte existe consenso sobre los problemas que adolece la actual legislación, de los pocos recursos destinados y de la falta de una política de Estado sobre la adopción, poco se ha avanzado al respecto. A modo de ejemplo, en temas presupuestarios, entre 2011 y 2012 disminuyó de un 3% a 1% su presupuesto total del Sename. En el mejor de los casos, las subvenciones entregadas para programas de adopción cubren el 20% del costo total del proceso. La ley de adopción presenta graves problemas, en especial por falta de precisión y exactitud de algunos términos, sobre todo los referidos a las condiciones para declarar susceptible de adopción a un niño.

Sin embargo, el mayor desafío es cultural: valorar la adopción como una opción por la vida y la familia. La mujer que da en adopción a su hijo lo hace con dolor, pensando en que tendrá una familia adoptiva que le podrá entregar lo que ella no puede.

Debemos avanzar hacia una nueva política de Estado sobre adopción que la considere como la medida de protección de menores por excelencia, pues permite a los niños en situación de abandono encontrar nuevos padres que se hagan responsables de su cuidado y desarrollo, para hacer efectivo su derecho a vivir en una comunidad familiar.

Actualmente el Sename, en conjunto con organismos colaboradores, está trabajando en una nueva ley de adopción. Esperemos que cuando este proyecto sea enviado al Congreso sea tramitado con agilidad, a diferencia de la ley actual, que demoró seis años en ser promulgada. Las madres que quieren ver la adopción como una opción para sus hijos; y los niños abandonados que están a la espera de nueva familia, no pueden esperar. Si nos jugamos por la dignidad humana, debemos pasar cuanto antes de las buenas intenciones a las acciones concretas.