Fernando Lázaro Carreter, que fue director de la Real Academia Española, la RAE, y un constante crítico del mal uso del idioma en los medios de comunicación escritos, recordaba en un artículo (1976) que existe una máxima pedagógica, que los profesores deberían tener grabada en su memoria, pero que algunos desconocen y otros parecen haberla olvidado: "todo profesor que enseña en español es profesor de español".

Para ilustrar su reflexión, con un dejo de humor, citaba una "vivencia ortográfica", si se la puede llamar así. Contaba que en alguna ocasión formó parte de una comisión examinadora junto a un notable profesor de matemáticas. Éste contestó así a un alumno afligido por su calificación, a pesar de haber resuelto bien el problema matemático: "es verdad, usted ha resuelto bien un problema, pero no ha dado solución correcta a otro: tangente se escribe con g y no con j".

Ya entonces -cuarenta años atrás- Lázaro Carreter consideraba que la ortografía estaba alcanzando la pérdida de prestigio de otras convenciones por el simple aflojamiento de cuanto suponga exigencia. Él percibía una suerte de menosprecio por la ortografía: "muchas faltas que antes producían descrédito social, hoy se aceptan con cierta indiferencia. Incluso en el sistema educativo han perdido importancia". Y se preguntaba si la ortografía debía ingresar al saco de las convenciones destinadas al basurero.

Cuando se fundó la Academia, en 1713 (con el propósito de fijar las voces y vocablos en su mayor propiedad, elegancia y pureza), hubo que realizar una enorme tarea para establecer normas de ortografía. Era un pequeño caos, con palabras de escritura fonética (por su sonido) y otras de escritura etimológica (por el origen de la voz). Pero, se hizo el esfuerzo y hoy nuestra ortografía -con todos sus peros- une a todos los que leemos y escribimos en español. La norma ha sido el gran aglutinador, que le proporciona cohesión a la lengua y nos permite sentirnos miembros de la misma comunidad. ¿Muy difícil? Hay estudios que indican que un alumno con escolaridad adecuada puede dominar las normas ortográficas a los 14 años. (¿También por estos lados?).

El académico sostenía que a la palabra "rigor" había que devolverle su tercera acepción en el diccionario de la lengua: "propiedad y precisión". Decía que son palabras útiles para la convivencia hispanohablante y, agregaba, "nuestra ortografía es pura convención, incluso convención de absurdo origen, en muchos casos. Pero, está ahí, uniéndonos a muchos pueblos, garantizando la circulación de la cultura escrita, y sirviendo de privilegiado instrumento educativo".

Como en esgrima

"Touché" es una voz francesa que se utiliza en esgrima para marcar cuando se toca al contrario con el arma. En español se puede sustituir por "tocado". Como sea, el significado no es muy distinto a lo que ocurrió en este espacio el domingo pasado. Los lectores Pedro Varas y Samuel Barros detectaron un descuido en la nota sobre populismo, titulada "la palabra del año". En el texto, en lugar de "la palabra", escribí "el palabra". Y, aunque no valen las excusas, había escrito inicialmente "el término", que luego pretendí cambiar por "la palabra", pero... "tocado". Mis excusas.